Neutralidad de red, o algo así (más o menos)

La posición que sobre la neutralidad de la red están tomando la comisaria de la Agenda Digital, Neelie Kroes, y la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea –el español entre ellos– se podría considerar, en un esfuerzo de optimismo, como una de esas ambigüedades buenistas que pueden acabar mal. Intenciones al margen, no tiene sentido mostrarse favorable a una Internet abierta y neutral, mientras que –en aras de incentivar la rentabilidad y en consecuencia la inversión de los operadores– se defiende un concepto de gestión de red tan amplio como para permitir la discriminación del tráfico en función de los contenidos. Porque, como muy bien argumentan los defensores de la neutralidad, una cosa es ofrecer distintos tipos de servicios de acceso en función de la velocidad, calidad, condiciones de uso o perfil de usuario, como ya se hace, y otra muy distinta pagar por acceder con calidad a determinados contenidos, como voz IP en el móvil, los websites de vídeo tipo YouTube o el intercambio de archivos P2P.
La comisaria Kroes, ‘confiando’ en que las prácticas de ‘gestión de red’ no se conviertan en “un simple medio para sacar ventaja de las actuales limitaciones de capacidad de las redes”, desechaba hace unas semanas la necesidad de regular directa y específicamente la neutralidad. En su opinión, basta con la actual normativa que protege la competencia y con garantizar que los consumidores estén debidamente informados de las prácticas de sus proveedores para que puedan decidir qué servicios utilizar y de quién. Eso sí, advierte de que en el futuro se podrán tomar medidas adicionales si surgen problemas que pongan en peligro la neutralidad. Que tenga seguro Kroes que, si finalmente la Comisión decide no intervenir directamente para garantizarla, esos problemas tarde o temprano sin duda acabarán apareciendo.

Más control, más riesgo
Mucho más claro fue Frederick Donck, director de la división europea de Internet Society, unos días después al asegurar que el aumento del control gubernamental es el mayor riesgo para el futuro de Internet. Donck hizo en Bruselas una llamada a los usuarios a “continuar promoviendo y protegiendo la naturaleza abierta, transparente, inclusiva y colaborativa de Internet que le ha llevado a su éxito”. Estas declaraciones fueron realizadas con motivo de la publicación de una encuesta llevada a cabo por la organización cuyos resultados muestran que el 39% de 730 sondeados creen que un mayor control de los gobiernos es el mayor reto que hoy amenaza al futuro de Internet. Por detrás, aparecen la limitación del acceso a servicios y contenidos (25%) y los problemas de seguridad (16%).
Para Donk, estas conclusiones muestran que, lejos de representar una debilidad, la naturaleza descentralizada de Internet es la clave de su éxito. “Esta apertura ha caracterizado el desarrollo y arquitectura de las piezas básicas de la Red y sigue permitiendo que nuestra experiencia de Internet sea tan creativa y conectada como lo es hoy”. Aunque Internet Society coincide con la Comisión Europea en que la competencia ayuda a ofrecer transparencia y capacidad de elección al usuario, la entidad advierte que este no es el único factor necesario para garantizar una Internet abierta y accesible globalmente. Es decir, lo que para la comunidad Internet es un hecho, para Bruselas sólo es una posibilidad.

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