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Especial IA ComputerWorld 2023

Inteligencia artificial: de mito tecnológico a realidad desafiante

Nuria Oliver, Asunción Gómez-Pérez y Amparo Alonso Betanzos, tres grandes nombres propios en el terreno de la IA, repasan la evolución de la que ya es considerada la segunda gran revolución tecnológica, únicamente equiparable al nacimiento de Internet.

especial inteligencia artificial

Aunque no hace mucho tiempo el término inteligencia artificial (IA) subyacía a la ciencia ficción, lo cierto es que hoy en día no hay quien se resista a la que ya es considerada la segunda gran revolución tecnológica, únicamente equiparable al nacimiento de Internet. Son tres mujeres, tres grandes nombres propios dentro del campo de la IA quienes repasan para ComputerWorld la historia de esta gran tecnología disruptiva: Asunción Gómez-Pérez, catedrática de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad Politécnica de Madrid, además de académica de la Real Academia Española; Amparo Alonso Betanzos, catedrática de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidade da Coruña; y Nuria Oliver, directora de la Fundación ELLIS Alicante y miembro de la Asociación Europea de Inteligencia Artificial. Del mito a la realidad, de la mera ensoñación al suceso, así es cómo la IA se ha consagrado como el prólogo del mañana más innovador.

 

Un punto y aparte en la historia

Fue en 1950 cuando la inteligencia artificial tomó forma como disciplina como parte de la Informática o la Ingeniería, explica Oliver. Desde entonces, definir un momento concreto que marcara un impasse en su evolución supone una ardua tarea que llevar a cabo. Muestra de ello es que ninguna de las entrevistadas coincide en fecha y acción. Para Oliver fue en 2008, hace 15 años, cuando comenzamos a “experimentar un crecimiento exponencial en el uso y los logros de los sistemas de IA basados en el aprendizaje a partir de datos, especialmente utilizando redes neuronales profundas”. Por ello, relata, “hitos que formaban parte de la ciencia ficción hace un par de décadas se han convertido en realidad, como los coches autónomos, los sistemas de reconocimiento de voz en tiempo real, la inferencia de la estructura en 3D de las proteínas o los sistemas de IA generativa”.

En el caso de Alonso Betanzos, la cronología se sitúa alrededor de 2010. En aquel momento, confiesa, “empezaron a ocurrir una serie de cuestiones que crearon esta suma primigenia para la explosión de la IA”. Por ejemplo, enumera, “todos los procesos de digitalización que se pusieron en marcha contribuyendo a que podamos prácticamente sensorizar hoy en día cualquier proceso natural, y que incluso las experiencias de las personas sean digitales. Otras cosas que ocurrieron fueron el abaratamiento de la computación en nube, la aparición de plataformas que consiguieron que los datos con los que se alimenta la IA pudieran ser procesados de una manera rápida y económicamente viable…”.

 

"Nos encontramos en una primavera constante de la IA. Se encuentra en el corazón de la Cuarta Revolución Industrial en la que estamos inmersos y que está transformando profundamente la sociedad”

 

Nuria Oliver, directora de la Fundación ELLIS

 

Sobre la maduración de la tecnología de IA, a pesar de ser relativamente joven, habla Gómez-Pérez dando respaldo a lo que comentaba su compañera previamente. “Durante el siglo XX, el desarrollo tecnológico de la inteligencia artificial estuvo limitado por la potencia de los procesadores, por la capacidad de almacenamiento de los ordenadores y por la escasez de datos disponibles”. Fueron aquellas limitaciones, dice, las que fomentaron el uso de modelos heurísticos y ontologías para reducir la explosión combinatoria del espacio de búsqueda, así como para deducir nuevos datos y conocimiento a partir de los existentes. Con el siglo XXI, sin embargo, brotaron “novedosas infraestructuras con importantes avances en los procesadores, en la capacidad de comunicación y almacenamiento de grandes volúmenes de datos, y en multitud de máquinas y dispositivos interconectados”, subiendo entonces de escalafón.

 

Infinitas posibilidades

Alonso Betanzos pone de relieve que, desde la década de los 50, la IA ha experimentado periodos de auge y declive, “conocidos como los inviernos de la IA”. Esto se debe, detalla, a la imposibilidad de cumplir con las altas expectativas formuladas con respecto a las capacidades de los sistemas. Sin embargo, en los últimos 15 años, fruto del desarrollo de modelos de IA basados en el aprendizaje profundo, el salto cualitativo ha sido sustancial. “La IA se encuentra en el corazón de la Cuarta Revolución Industrial en la que estamos inmersos y que está transformando profundamente la sociedad”, dice.

En este sentido, las posibilidades que brinda son prácticamente infinitas. “Hoy en día, la IA es transversal a todos los sectores”, defiende.  Vuelven a coincidir las expertas en la importancia de los casos de uso centrados en el ciudadano, en los servicios públicos, la movilidad, la energía, el medioambiente o la industria. “No podremos tener una medicina de precisión, un transporte eficiente, energías renovables o modelos precisos del clima sin la ayuda de la IA”, insiste Oliver.

 

“Se necesitan ciudadanos más alfabetizados en IA, en tecnología. Necesitamos, por tanto, un cambio en la educación. Estamos en medio de una revolución, va a haber muchos cambios que necesitamos encarar”

 

Amparo Alonso Betanzanos, catedrática de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidade da Coruña

 

Desafíos en el horizonte

El vertiginoso e irrefrenable avance de la IA ha puesto sobre la mesa la necesidad de una regulación sobre la materia. En el año 2018, comenta Gómez-Pérez, la Comisión Europea propuso una IA que “beneficiara a las personas y a la sociedad en su conjunto con el fin de incrementar la competitividad de Europa”. Un año más tarde, presentó unas directrices éticas para una IA “fiable, basada en los principios de respeto por los derechos humanos, autonomía, prevención del daño, equidad y capacidad de explicación, que fuera respetuosa con las leyes y robusta desde un punto de vista ético y social”. Garantizar que los sistemas y modelos basados en IA cumplan con estos preceptos es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la sociedad en su conjunto.

Siguiendo esta misma estela, Oliver plantea importantes retos que deberían ser, a su juicio, prioridades inequívocas. Entre ellos, “la manipulación del comportamiento humano por algoritmos de IA con consecuencias sociales potencialmente devastadoras en la difusión de información falsa, la formación de opiniones públicas y los resultados de procesos democráticos; la concentración de poder en manos del oligopolio que controla hoy los sistemas de IA; los sesgos y la discriminación algorítmica que no solo perpetúan sino que exacerban los estereotipos, los patrones de discriminación o incluso la opresión…”.

 

“El mayor desafío de las empresas en Europa es comenzar a aplicar el reglamento en los productos y servicios que ofrecen para incrementar la confianza en los ciudadanos. Todo ello sin mermar la innovación tecnológica”

 

Asunción Gómez-Pérez, catedrática de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad Politécnica de Madrid

 

Una mirada al futuro

Con el punto de mira fijo en el horizonte, Gómez-Pérez asevera que la tecnología “avanza hacia la agregación de IA específicas que resuelvan tareas muy concretas, pero también hacia IA que estarán diseñadas para resolver tareas cada vez más complejas, complicadas y heterogéneas que requieren una mayor planificación, aprendizaje, razonamiento o simplemente la capacidad de abstraer y generalizar”. El mañana, para su colega Alonso Betanzos, tiene un marcado enfoque humanista. “Deberíamos caminar hacia un futuro más centrado en la utilización de la tecnología para poder aumentar las capacidades de las personas, no solo ayudarles en su trabajo, sino también ser capaces de trabajar en esta IA para el bien común”. Concluye Oliver con un anhelo: “Espero y deseo que seamos capaces de aprovechar la IA para tener un impacto social positivo y abordar los grandes retos de este nuevo siglo”.



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