El espectro radioeléctrico: pasado, presente y futuro

Apagón analógico, dividendo digital, refarming, licitación de bandas regionales en 2,6 GHz... Durante los próximos meses asistiremos a un cambio en las estrategias y modelos de negocio de operadores móviles y fijos. Las espadas están en alto. Es momento de reflexionar sobre las implicaciones que este entorno tan cambiante va a tener sobre el sector.
La regulación del espectro radioeléctrico constituye la primera forma de regulación a disposición del Ministerio de Industria, que habrá de garantizar un uso eficiente de los bloques asignados en las distintas bandas de frecuencias otorgadas a los operadores. Sin embargo, los reguladores han de ser conscientes de que la situación económica y competitiva actual se asemeja poco a la existente cuando se licitaron las bandas de UMTS. Estamos en un entorno complicado, donde los operadores tendrán que compatibilizar las decisiones de inversiones con mantener una cartera de productos atractiva y que se ajuste a las necesidades de los clientes.
En un entorno de contracción de demanda, inevitablemente se produce una desconfianza hacia las inversiones. Esta situación sólo puede verse compensada a través de un marco normativo estable que no persiga la recaudación indiscriminada a través de la licitación de bandas y bloques, sino que se centre en la eficiencia asignativa y productiva, de tal forma que los productos y servicios no sólo resulten más atractivos para los usuarios finales, sino que se consiga un aumento de la productividad del tejido empresarial de nuestro país. El espectro constituye por tanto un catalizador para la salida de la crisis.
El apagón analógico supondrá la liberación de las bandas altas de frecuencia (790-862 MHz), aunque no será antes de 2015 cuando las mismas se asignen previsiblemente a operadores móviles. Antes habrá que decidir el modelo de asignación. La decisión sobre si realizar el proceso de a través de subasta o concurso no es baladí, y tendrá consecuencias sobre las inversiones a futuro.
Es necesario que exista una coordinación entre el Ministerio y la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), ya que las obligaciones de despliegue asociadas a la banda deberían ser consecuentes con los análisis de mercados realizados por la CMT en cumplimiento de las Recomendaciones Comunitarias. Sólo de este modo, y a la vista del contexto económico, el Ministerio debería decidir la conveniencia de un modelo u otro. Se trata, por tanto, de aprender las lecciones y errores del pasado, especialmente las referidas a aquellas “estrategias” en países donde se recaudaron ingentes cantidades de dinero a través del diseño de subastas, que contribuyeron a reducir el déficit público pero comprometieron las decisiones de inversión a futuro.
Algo similar sucede con el refarming de la banda de 900 MHz que, además de ser la más atractiva para la prestación de servicios de banda ancha móvil por sus características de propagación, viene acompañada de la introducción del concepto de neutralidad del servicio por el que se permite su uso, no sólo para la prestación de servicios de GSM sino también UMTS. Se abre por tanto el debate de si lo que se pagó en su momento por esta banda corresponde con lo que se tendría que haber pagado hoy ante la posibilidad de prestar servicios de UMTS.
Tenemos, por tanto, numerosos retos por delante. Para los reguladores: decidir el método de licitación (subasta vs concurso); reflejar la realidad económica y competitiva en el proceso y las obligaciones de despliegue y cobertura; y garantizar un uso eficiente de los bloques asignados y un marco regulatorio que garantice la competencia efectiva al tiempo que la inversión y la innovación. Por su parte, los operadores fijos y móviles tendrán que continuar lanzando productos convergentes donde la banda ancha móvil no sólo sea un sustitutivo perfecto para clientes con un determinado patrón de consumo (light internet users), sino también un complemento en aquellas áreas donde no resulta económicamente atractivo desplegar FTT.
Además, los nuevos tiempos serán también clave para los consumidores finales, que son los que hacen atractivas las inversiones y marcan el ritmo del despliegue gracias a su creciente demanda de productos y servicios de mayor velocidad de subida y descarga. La estrategia a estos retos vendrá influenciada por la introducción de la neutralidad tecnológica y el debate entre proveedores de contenidos, propietarios de la red y usuarios. Quién gane este debate, si es que hay un ganador en una dependencia tan estrecha entre los tres, es algo sobre lo que ya hay que empezar a reflexionar.


Antonio García Zaballos, Gerente de la industria de Telecomunicaciones, Media y Tecnología de Deloitte y profesor asociado del Instituto de Empresa Business School.

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