VoIP: retos y recomendaciones

No es cierto, como algunos agentes del mercado quieren hacer creer, que el despliegue de VoIP sea sencillo. Las nuevas tecnologías convergentes añaden complejidad y suponen un serio reto para los departamentos de TI. Pero si se adoptan siguiendo un cuidadoso proceso de planificación, sus ventajas anulan por completo las dificultades.

Poco a poco, la VoIP ha ido ganando consistencia en los planes de los departamentos tecnológicos corporativos. Los responsables de TI están superando la fase inicial de acercamiento a este tipo de soluciones convergentes, centrada en la conveniencia o no de su adopción, para avanzar hacia cuestiones más complejas, como el análisis del ROI de la VoIP, los problemas de gestión y seguridad que conlleva y los pros y los contras de desplegar sistemas propios o contratarla como servicio gestionado.
Y es que, en cualquier caso, ya es una excepción la empresa que no está considerando la voz IP en alguna medida. Sirva de ejemplo, salvando las distancias entre la situación estadounidense y la española, las conclusiones de la investigación “Convergence: Reallity at Last” realizada por Nemertes Research, según la cual alrededor del 71% de las organizaciones sondeadas ya están utilizando VoIP en alguna forma. Sólo el 4% afirma no tener planes al respecto y el 25% restante planea usar la tecnología en 2006. Estos datos resultan muy esclarecedores, teniendo en cuenta que, pese a tener valor estimativo sólo para el mercado de Estados Unidos, se basan en información detallada sobre 65 empresas de diversos sectores y volúmenes de ingresos. Y la conclusión básica es que los responsables de TI cada vez se sienten más cómodos con la VoIP. Si la arquitectura de red es la adecuada, se encuentran satisfechos de su funcionamiento y de su calidad. De hecho, en muchos casos el sonido es tan claro que los usuarios piensan que han perdido la conexión durante los lapsos de silencio.
Para adentrarse en la VoIP, las organizaciones tienen diferentes opciones. Una de ellas es emprender el proyecto internamente, instalando servidores de llamadas en la empresa. En este caso, a su vez, pueden reemplazar la infraestructura existente por una red IP pura (una medida seguida por el 31% de las empresas) o implementar un “enfoque híbrido”, añadiendo gateways y tarjetas IP a las PBX TDM convencionales (el camino más habitual, con el 69% de los despliegues).
Pero también se detecta un interés creciente por ponerse en manos de las ofertas procedentes de los operadores, aunque, actualmente, sólo el 11% de los participantes en el análisis de Nemertes usan este tipo de servicios. Se trata, fundamentalmente, de empresas con mucho tráfico internacional que quieren ahorrar gastos en llamadas y no cuentan con los recursos TI necesarios para desplegar y gestionar una infraestructura VoIP global. Sin embargo, la consultora espera que durante los próximos 18 meses está opción ganará popularidad, a medida que aumenten las ofertas de PBX gestionadas u hospedadas y de aplicaciones colaborativas en hospedaje, especialmente indicadas para extender la VoIP a las oficinas remotas.
Un paso más allá, Nemertes detecta incluso un buen futuro para el vídeo sobre IP y la VoIP sobre wireless. Alrededor del 40% de las empresas ya están operando algún tipo de vídeo sobre IP, y un 30% planean hacerlo en los dos próximos años. Para ahorrar costes, hoy ya es común que el tráfico entre las salas de videoconferencia de las empresas empiece a cursarse sobre IP, en detrimento de las líneas RDSI de los operadores. La videoconferencia IP en los puestos de trabajo lleva más retraso, pues la mayoría de los proyectos actuales se encuentran todavía en fase de pruebas.
Similar interés está despertando la VoIP mediante dispositivos inalámbricos, ya sean Wi-Fi o DECT, una nueva faceta de la telefonía IP que, según el estudio de Nemertes, ya están usando el 24% de los participantes en la investigación. El resto se reparte entre un 44% que ya está evaluando o planificando integrar la VoIP con su infraestructura inalámbrica durante los próximos tres años, y un 32% que no tienen ningún plan al respecto. Donde más éxito está teniendo esta alternativa es en los sectores de sanidad, fabricación, finanzas y educación superior.
Todo lo anterior sirve para demostrar que son ya muchas las empresas que están descubriendo las ventajas de usar VoIP, tanto desde el punto de vista financiero como el de la productividad. Sólo una minoría de los sondeados no ven ningún valor en esta tecnología, citando la falta de ahorro de costes y de la necesidad de cambiar su actual sistema TDM como las razones primarias de su actitud. Pero, aún así, esta minoría admite que, finalmente, tendrán que acabar adoptando la VoIP, ya que los fabricantes cada vez innovarán menos y darán menos soporte a sus sistemas TDM. Parece claro, por tanto, que, guste o no, estamos yendo hacia un futuro “todo IP”.

Retos del negocio
Las ventajas y beneficios de ese futuro “todo IP” son muchos, pero sólo si la red convergente se construye adecuadamente. El personal técnico inicia sus proyectos de VoIP con la idea de simplificar su infraestructura al cambiar dos redes distintas por una sola. Y, en un principio, esto es verdad, pero la telefonía IP sólo será la primera aplicación que corra sobre la nueva infraestructura, que, además, será más compleja. Los problemas no faltarán.
Por lo general, la implementación de la VoIP representa sólo la primera fase de un proyecto de convergencia más ambicioso y de mayores dimensiones. Cuando las empresas deciden invertir en la actualización de sus infraestructuras IP para soportar tráfico de voz, pronto –si no desde un primer momento– lo hacen con la idea de optimizar la nueva red al máximo. Y esto supone considerar nuevas aplicaciones, como audioconferencia, videoconferencia y videoconferencia Web, presencia, mensajería instantánea, integración de centro de contactos y CRM, y otras específicas de cada sector. Típicamente, esta nueva hornada de aplicaciones se suelen lanzar en un plazo de al menos seis meses después de que el tráfico de voz esté corriendo en la red IP.
Pero si combinamos la voz y las aplicaciones en tiempo real con otras aplicaciones de negocio, servicios Web y portales para clientes, el resultado es una red cada vez más compleja. Sí, las aplicaciones cabalgan sobre una infraestructura común, pero cada una de ellas tiene sus propios requerimientos y expectativas de rendimiento. Los responsables de TI, por tanto, han de garantizar que sus redes funcionan de un modo fiable, consistente y predecible.
Y no sólo eso. El incremento de los trabajadores remotos aumenta la complejidad. De media, el 90% de los empleados trabaja fuera de las sedes centrales de las empresas, una tendencia que, en los últimos cinco años, ha crecido un 800% y que se explica fácilmente: los costes en inmuebles son mucho más baratos en las pequeñas oficinas domésticas y suburbanas. En precios de Estados Unidos, las empresas pagan entre 11.000 y 20.000 dólares al año por empleado en costes de inmuebles en las principales áreas metropolitanas, de acuerdo con el estudio de Nemertes “The Virtual Enterprise”. Si se desplazan los empleados a las áreas suburbanas, esos costes bajan a entre 5.000 y 7.000 dólares por empleado. Y acondicionar un

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