Un laberinto de cifras y datos en el sector

En cierta ocasión, el destacado político conservador británico del siglo XIX Benjamin Disraeli, Conde de Beaconsfield, dijo que había tres clases de mentiras: las grandes, las pequeñas y las estadísticas. En plena era de la comunicación, y cuando ya ha pasado más de un siglo, los números siguen bailando. Hacer que sean homogéneos se ha convertido en la gran asignatura pendiente del sector tecnológico.

Unas veces porque se comparan peras con manzanas, otras porque depende de si los plátanos se miden en kilogramos o en libras, la realidad es que el mundo de las estadísticas de la Sociedad de la Información puede llevar a una enorme confusión. En los últimos meses se ha producido un aluvión de noticias que dejan este fenómeno al descubierto.
En plena resaca navideña, el ministro de Ciencia y Tecnología, Juan Costa, hacía balance del año 2003 con respecto a los avances producidos en España en materia de telecomunicaciones, tecnologías, Internet y Sociedad de la Información en general. Entre otros datos, Costa destacaba el enorme paso adelante que ha dado el mercado español de las tecnologías en lo que se refiere a las conexiones a Internet por parte de los usuarios. Según el ministro, España ya cuenta con 9,8 millones de usuarios de Internet, lo que supone cerca del 28% de la población. Costa, con el cargo recién estrenado, estaba redondeando las cifras publicadas hacía pocos días por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC) y el Estudio General de Medios (EGM). Esta entidad situaba en 9,789 millones el número de usuarios que habitualmente utilizan Internet en España, según los resultados de lo que, en el argot del sector, se denomina ola de octubre-noviembre de 2003.
Lo curioso es que apenas unas semanas más tarde, en otra rueda de prensa también protagonizada por Juan Costa, éste presentaba el primer estudio realizado por Red.es sobre el equipamiento tecnológico de los hogares en España y hablaba de un total de 9,5 millones de usuarios habituales de Internet, “el 27,2% de la población”. Era apenas una diferencia de 300.000 usuarios. Un desliz casi inapreciable, pero lo suficiente para encender el chivato rojo de la alerta.
El problema es que este tipo de diferencias numéricas se repiten a diario si alguien con un poco de curiosidad decide comparar las diferentes estadísticas que emanan de distintas fuentes. A poco que se analice, las discrepancias se multiplican exponencialmente. Si escogemos el informe del grupo Nielsen sobe el uso de Internet en España, descubrimos que, a noviembre de 2003, esta compañía de análisis establecía que en nuestro país los usuarios de Internet no superaban los nueve millones. Concretamente, cifraba en 8,2 millones el volumen de usuarios, un número muy menguado comparado con el que ofrecen otras entidades.

Argumentos
Los argumentos fáciles para defender que existan estadísticas con distintas perspectivas son básicamente dos. Por un lado, se suele decir que a la hora de leer una estadística hay que tener en cuenta la metodología con la que está elaborada. Algunas pueden haber sido fruto de encuestas telefónicas, menos fiables que las entrevistas personales; también hay que tener en cuenta el tipo de muestra de mercado que se escoge, que puede ser aleatoria, geográfica y por estratos sociales, entre otras modalidades. Otras muestras pueden estar basadas en datos objetivos, como el que resultaría de analizar el consumo eléctrico de los hogares, atendiendo a lo que en cada momento está generando la red, por citar sólo un ejemplo. Estamos de acuerdo en que algunas estadísticas son más fiables que otras en función de qué tipo de muestreo se realice.
Otro de los argumentos utilizados para explicar las falta de coincidencia entre estadísticas esgrime que lo importante de los datos, en realidad, no es tanto el número exacto en sí, con todos sus decimales, sino la tendencia que marca, y en esto no suele haber tantas diferencias. Un argumento, cuando menos, discutible. Sigamos con Juan Costa para ver un ejemplo. En la presentación, a mediados de enero, del informe de Red.es, realizado por la prestigiosa firma de análisis de mercados Sofres, se explicó que en el tercer trimestre de 2003 en España había poco más de 3,4 millones de hogares con acceso a Internet. ¡Eureka! Menos de lo que decía el Instituto Nacional de Estadística (INE) en una nota de prensa del 17 de diciembre de 2003, cuando explicaba que en el segundo trimestre de ese año había 3,5 millones de hogares con acceso. Conclusión, si cruzáramos los datos, sacaríamos la conclusión de que los hogares están desconectándose de Internet. Es decir, justo la tendencia inversa de lo que está pregonando Costa y de lo que viene a ser la creencia popular, sin necesidad de estadísticas.

Sorpresas varias
Si se hiciera un barrido de todas las estadísticas que se publican a diario, sobre todo las que tienen que ver con Internet (un mundo de por sí difícil de analizar), y se cotejaran todos los datos con cierta perspectiva temporal, habría sorpresas de todos los sabores y colores. Apenas unas semanas antes de las distintas intervenciones que ha hecho recientemente el ministro, Sedisi, en su informe Métrica de la Sociedad de la Información, elaborado conjuntamente con Ciencia y Tecnología, explicaba que en España el volumen de conexiones de banda ancha había alcanzado un nivel de 2,1 líneas por cada cien habitantes en junio de 2002. Esta cifra situaba a España casi en el mismo lugar que el conjunto de los países europeos, con una media de 2,2 líneas de banda ancha por cada cien habitantes, y por delante de países como Francia (1,6), Italia (1,2), Portugal (1,5) y Reino Unido (1,3).
Sedisi mencionaba datos elaborados por la OCDE. La conclusión de Sedisi era que España se estaba acercando vertiginosamente a Europa en este y otros aspectos de la Sociedad de la Información. De hecho, en el titular de su nota de prensa se leía un entusiasta: “España continúa su progresivo acercamiento a la media europea en la implantación de la Sociedad de la Información”. La Asociación recalcaba que el diferencial de apenas una décima de punto en materia de banda ancha en 2002 era de cuatro décimas en 2001, cuando la penetración de la banda ancha en España era de 1,2 líneas por cada cien habitantes, frente a las 1,6 del conjunto de los países europeos.

Todo depende del cristal
Sin embargo, todo depende del color del cristal con el que se mire. Si se atiende a las estadísticas que emitió en el mes de diciembre la Comisión Europea en su noveno Informe sobre Implementación de la normativa en el sector de telecomunicaciones en los distintos países europeos, la conclusión sobre la realidad española es sustancialmente distinta, o al menos mucho más matizable de lo que pinta Sedisi. El Informe, con datos más recientes (mediados de 2003), explica que en España hay un total de 4,43 líneas de banda ancha por cada cien habitantes, frente a la media europea de 4,65. Es decir, existe un diferencial de más de dos décimas de punto porcentual entre España y la media europea. Más de lo que dio a entender Sedisi.
Aunque en las estadísticas de Bruselas es cierto que España sigue apareciendo como el cuarto país europeo en banda anc

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