Peter MacKinnon, vicepresidente de Soluciones de Internet Inalámbrica de Nortel Networks: "Con UMTS se perdió el sentido crítico"

Nortel Networks, haciéndose eco de la importancia que tendrá UMTS en un futuro no demasiado lejano, se ha embarcado en la aventura 3G. En España ha firmado ya contratos con Vodafone y Xfera para el despliegue de redes.

El año pasado por estas fechas, también en el congreso de UMTS, la actitud respecto a la 3G era de optimismo y de euforia a pesar de la inexistencia de terminales. ¿Cómo es posible que la situación haya cambiado tanto como para que UMTS sea ahora objeto de descrédito? ¿De qué manera han afectado los retrasos en su lanzamiento a esta falta de credibilidad?
- Este cambio no sólo ha afectado a UMTS. El pasado año todavía estábamos en una fase de gran expectación y entusiasmo en el mundo de las telecomunicaciones en general. Las operadoras, incluso, y principalmente aquellas que contaban con una larga trayectoria y un profundo reconocimiento en el mercado, estaban dispuestas a realizar ingentes inversiones para obtener las licencias 3G. Esta confianza que operadores con una reconocida reputación depositaban en la nueva tecnología hizo que la euforia en el caso de UMTS fuera aún mayor, y se contagiara a todos los agentes del sector.
Quizá se perdió el sentido crítico. Pero eso no es un problema intrínseco de UMTS; a toda nueva tecnología siempre le lleva tiempo y esfuerzo salir adelante. Se habla siempre del retraso de los terminales UMTS, pero, en cuanto a las redes, Nortel ya tiene en España, a través de los contratos con Vodafone (antes Airtel) y Xfera, cien bases instaladas. Por tanto, desde nuestro punto de vista, como fabricantes de redes, UMTS es real y está aquí.

Finalmente, ni la Isla de Man ni España han sido de los primeros en adoptar la tercera generación en telefonía móvil, como algunos habían pronosticado. Ha sido Japón, con la tecnología W-CDMA. ¿Cómo puede beneficiar a Europa la experiencia japonesa?
- En nuestro caso servirá de experiencia. Nortel cuenta con socios japoneses con los que trabajamos, como Panasonic y Mitsubishi, y mantiene acuerdos de colaboración con otros, como Motorola y Samsung. La experiencia que ellos vayan adquiriendo en el mercado japonés con la tecnología W-CDMA nos colocará en una mejor posición para después acometer proyectos en otras zonas.
Con todo, en la extrapolación de lo que allí ocurra a Europa habremos de ser cautelosos. No debemos olvidar una diferencia crucial entre ambos mercados; en Japón i-Mode cuenta ya con 27 millones de usuarios y es todo un éxito, por lo que 3G deberá ofrecer servicios y aplicaciones mucho mejores para que el usuario se vea motivado a migrar. En Europa, puesto que no existe i-Mode, los operadores no se verán tan presionados, no tienen que superar el desafío de mejorar un servicio multimedia ya existente y muy aceptado. Esto, sin lugar a dudas es una importante ventaja para los operadores europeos, cuyos usuarios se mostrarán más indulgentes con la oferta.

Pero Europa también cuenta con servicios de Internet móvil a través de tecnología WAP y GPRS. ¿Cómo pueden influir estas ofertas y en qué sentido en la adopción y difusión de UMTS?
- Son servicios nuevos y todavía no muy extendidos. Nortel siempre ha considerado WAP como un negocio de Internet móvil pensado desde el punto de vista de los fabricantes de terminales. Y es que WAP, GPRS y UMTS encarnan diferentes concepciones de negocio. GPRS y UMTS, además de proporcionar una gran capacidad de voz y datos, son más efectivos en la relación entre el coste y el servicio: el usuario va a pagar realmente por lo que reciba –algo muy atractivo desde la perspectiva del usuario– mientras que con WAP se paga por el tiempo de conexión. Además, en las grandes ciudades donde hay una gran concentración de población ya se están produciendo problemas de saturación y falta de capacidad; está claro que WAP no es una solución. UMTS y GPRS vienen a ampliar esta capacidad de espectro y también la gama de servicios.
Otro punto importante que convierte WAP en una barrera de entrada insignificante para GPRS y UMTS son las aplicaciones. Los usuarios están acostumbrados a utilizar Internet en la pantalla del ordenador y defrauda la visión de WAP con pantallas pequeñas y monocromas. En cambio GPRS se acerca más a la visión de Internet y a los servicios multimedia que nos proporcionan el ordenador o un dispositivo de mano.
Pero tampoco impedirá la entrada de UMTS. En cuanto los servicios comiencen a aceptarse y aumente la demanda de ancho de banda para la transmisión de datos, GPRS no será suficiente y UMTS emergerá como la solución natural. Ambas tecnologías utilizan los mismos equipos para los datos, pero si además se añaden productos de voz, un área donde Nortel es especialista, y el acceso CDMA vía radio, en el que también hemos adquirido experiencia en los mercados americanos y asiáticos, tenemos una combinación muy adecuada. Esto explica que en el último año ya hayamos conseguido firmar cinco contratos UMTS entre España y Portugal.

De cara al usuario quizás se ha hablado mucho y demasiado pronto de los beneficios de la tecnología UMTS. Esta actitud se ha visto fomentada por la expectación creada por los gobiernos europeos con el asunto de las licencias de 3G. ¿Puede haberse tratado de una estrategia electoralista y recaudadora para sacar provecho al momento de bonanza tecnológica?
- Si se preguntara a los operadores si los gobiernos han entendido correctamente el impacto que tendrían sobre sus finanzas los desembolsos realizados para el pago de las licencias, contestarían con toda seguridad que no. Pero simplemente, en su momento, consideraron que los operadores móviles tenían muchos recursos económicos, que los nuevos servicios serían una revolución y que el mercado los recibiría con los brazos abiertos; pensaron que con 3G todo el mundo iba a hacerse rico.
Eran licencias codiciadas, porque cualquier operador de segunda generación sin licencia 3G quedaría condenado a la obsolescencia, pero el desarrollo de un nuevo negocio no es tan sencillo ni tan rápido como para permitir rentabilizar a corto plazo las enormes inversiones que se han producido en UMTS; y dada la deuda que los operadores han asumido, rentabilizar esas sumas cuanto antes es un asunto crítico. Por eso ha habido una gran tensión entre operadores y algunos gobiernos; éstos han cobrado ya unas sumas importantes cuando aún no se sabe la acogida que la 3G va a tener. Los gobiernos han recaudado su dinero, pero los operadores ni siquiera tienen aún a punto sus redes. Normalmente los impuestos se pagan en función de los beneficios. Ha sido un proceso bastante peculiar.

Sonera devolvió la licencia al gobierno noruego y Xfera ha anunciado la paralización de sus actividades hasta 2003. Gobiernos como el francés están dando marcha atrás en sus planes iniciales, para favorecer así el desarrollo de la 3G. ¿Qué opinión le merecen este tipo de decisiones que podríamos considerar como correctivas de una actuación inadecuada?
- La situación es muy complicada. Los operadores necesitaban las licencias 3G y por eso han pagado las cantidades demandadas. Pero ahora la recesión está afectando también, y con especial virulencia, a los operadores de telecomunicaciones, y todo el mundo se ha vuelto más realista. Por ejemplo, se están considerando bue

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