La desunión de Auna

En Auna, el holding de telecomunicaciones que aglutina activos como los de la antigua Retevisión y Amena, está habiendo discrepancias entre los socios sobre las fechas en las que se podría materializar su desinversión. Santander, Endesa y Unión Fenosa, los principales accionistas, sólo coinciden en una cosa: ninguno de ellos quiere quedarse como socio en Auna eternamente; todos tienen ganas de vender. El problema es que unos tienen más ganas que otros. Santander, que en estos momentos está a cargo de la gestión, al haber colocado ahí a Joan David Grimá como consejero delegado, está utilizando la técnica de wait and see, esperar y ver. Está esperando a ver como responden los otros dos socios. Endesa y Fenosa, sin embargo, han empezado a ponerse nerviosos el uno con el otro. Endesa ha ido trasmitiendo el mensaje a los medios de que la salida a bolsa de Auna será un hecho consumado a lo largo del próximo año. Endesa demuestra así que es el socio más interesado en vender. Fenosa, sin embargo, a finales de septiembre, aseguraba que la salida a bolsa se producirá más bien a comienzos de 2005 que a finales de 2004.
Hasta hace apenas unos meses, la bolsa no estaba para alegrías y cualquier perspectiva de salida al mercado de valores para este año, o para el que viene, sería automáticamente rechazada. Pero la bolsa ahora empieza de nuevo a repuntar; lentamente, pero empieza a dar alguna que otra alegría. Bajo este nuevo panorama, los deseos de Endesa de acelerar la salida a bolsa –mucho más de lo que le gustaría a Fenosa-, no parece tan descabellada. En cualquier caso, sea en 2004 o en 2005, gane Endesa o Fenosa, parece claro que los socios, incluidos el Santander y otros más pequeños, están condenados a entenderse hasta que Auna cotice en los mercados. Los socios tienen firmadas cláusulas de Tag Alone, o lo que es lo mismo, compromisos financieros que les hace estar estrechamente unidos a la marcha de Auna. Si uno de ellos decide vender a una tercera parte, esta tercera parte tendrá que comprar también al resto de los socios.

Transición ministerial
Hace unos días, un directivo del sector de telecomunicaciones, en un acto en el que estaba presente el nuevo ministro de Ciencia y Tecnología, Juan Costa, se preguntaba, en tono sarcástico: ¿de verdad quiere ser ministro de Ciencia y Tecnología? Muchos se han estado preguntando por la efectividad de este ministerio, una vez que, a escasos meses de las elecciones generales, el anterior ministro Joseph Piqué, dejó la cartera en manos de Costa, al que muchos consideran más interesado en preparar un destino político posterior que en resolver problemas actuales y coyunturales del sector, como el price cap o la ley general de telecomunicaciones.
Una prueba de ello es la forma en cómo se han llevado las negociaciones para resolver el sistema de fijación de precios de Telefónica. Durante las dos o tres semanas que ha durado la gestación de un nuevo modelo, Ciencia y Tecnología ha permanecido prácticamente al margen o al rebufo de lo que dictaba Economía. Las fuertes discrepancias que en tiempos de Piqué mantenían ambos ministerios han desaparecido por arte de magia, gracias a un Costa que bien tiene menos peso político que Piqué, bien está en total sintonía con Rodrigo Rato.

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