HSDPA: llega la 3,5G

Con dos años de retraso, la 3G acaba de estrenarse en España con pronósticos nada optimistas que vaticinan una baja aceptación de la nueva generación móvil. Esta lenta penetración, de producirse realmente, coincidiría además con la llegada de la 3,5G.

Desde hace ya algunos años, el volumen de tráfico de datos excede al de circuitos conmutados en la mayoría de las redes fijas. Lo mismo ocurrirá pronto en las redes móviles, a medida que vayan calando entre los usuarios los servicios móviles de datos. En consecuencia, las operadoras tendrán que optimizar sus redes para soportar el tipo de tráfico dominante, que cada vez tendrá un mayor peso en sus facturaciones.
Para adaptar las redes de telefonía móvil tradicionales de segunda generación (2G) al tráfico de datos, el paso más sencillo es introducir GPRS (General Packet Radio Services) y EDGE (Enhaced Data rates for Global Evolution) sobre las redes GSM ya instaladas. En ambos casos, la transición es relativamente rápida y sencilla, ya que únicamente implica pequeñas actualizaciones del hardware y software de la infraestructura de la red. Mediante ambas tecnologías se conseguía suficiente ancho de banda para ofrecer un amplio y atractivo catálogo de servicios de datos, como mensajería multimedia o videostreaming.

Una 3G con retrasos
El siguiente paso consiste en desplegar nuevas redes de telefonía móvil de tercera generación (3G), también conocida por UMTS (Universal Mobile Telecommunication System). Esta nueva tecnología, que tras muchos años a la expectativa por fin ha sido lanzada comercialmente, ha sido la principal causante de una crisis sin precedentes en el sector de las telecomunicaciones.
El principal retraso en el despegue comercial de UTMS se debió a la falta de recursos financieros de las operadoras, ahogadas por los excesos de épocas pasadas y por el pago de unas desorbitadas licencias de uso del espectro radio. Además, la infraestructura de red no estaba totalmente madura, ni los terminales, que no han estado disponibles a un precio razonable hasta hace poco tiempo. Todo ello explica, en parte, que, pese a que las licencias se concedieron en 2000, el servicio no haya sido lanzado comercialmente en España hasta este mismo año. Telefónica Móviles y Vodafone estrenaron UMTS en febrero, limitando su uso a tarjetas PCMCIA conectadas a ordenadores portátiles. Por fin, el pasado mes de mayo hicieron el lanzamiento comercial con un reducido catálogo de terminales móviles. Por su parte, Amena y Xfera tardarán algo más en poner en marcha su producto; en septiembre la primera, y a primeros del año que viene la segunda.
Con todo, no hay buenos augurios para la telefonía móvil 3G, debido principalmente a la escasez de servicios exclusivos (excepto la videollamada y el videomensaje), la limitada cobertura, el elevado precio tanto de los terminales, como del Mbyte de información descargado. Tampoco ayuda el desconocimiento de los usuarios, como demuestra un reciente estudio de la cadena de tiendas de terminales móviles Phone House, que concluye que únicamente un 13% de los usuarios españoles de telefonía móvil conoce qué es la telefonía 3G.

Déficit de antenas
Por si esto fuera poco, en países como España ha aparecido un nuevo problema aún mayor que impide realizar un rápido despliegue de esta nueva tecnología: el movimiento contra la instalación de estaciones y antenas de telefonía móvil promovido por un amplio sector de ciudadanos, que por el momento está consiguiendo sus objetivos en diversos puntos de la geografía española. Las operadoras tenían previsto tener instaladas en la actualidad alrededor de 22.000 estaciones base con su antena, cuando en realidad hay poco más de 7.000 y difícilmente este año se lleguen a superar las 10.000. El número de antenas GSM desplegadas en nuestro país es de alrededor de 28.000 y UMTS requiere una densidad de casi el doble para ofrecer la misma calidad y cobertura, ya que las celdas son mucho más pequeñas que las de GSM. Para solventar el problema, alrededor del 85% de las estaciones UMTS han sido ubicadas en los mismos puntos que están siendo empleados para GSM, si bien no es la solución más óptima y no elimina la necesidad de conseguir nuevos emplazamientos.
Así, la única ventaja de esta tecnología en su etapa inicial es el suministro de los servicios actuales a una velocidad mayor: mientras en GPRS la velocidad máxima es de 50 Kbps, en UMTS es de 384 Kbps. Con todo, también hay algunos motivos para un cierto optimismo, pues, por ejemplo, aunque la acogida de FOMA (Freedom of Mobile Multimedia Access), la 3G de NTT DoCoMo, fue bastante tibia en un primer momento, durante los últimos meses el número de abonados al nuevo servicio se ha disparado, contando en estos momentos con más de 3,6 millones de clientes. Además, también hay que valorar como factor positivo la urgente necesidad de las operadoras en poner en valor un negocio que les ha supuesto serias inversiones en licencias y despliegue de nuevas redes, y la cada vez mayor competencia entre ellas. No obstante, todo apunta a que no será hasta 2006 cuando la nueva tecnología adquiera plena madurez y una respetable masa crítica de abonados.

Una nueva amenaza
Una de las principales conclusiones que se puede obtener analizando la evolución de las telecomunicaciones durante los últimos años es que los ciclos de vida de una tecnología son cada vez menores. Por ello, es totalmente imprescindible rentabilizar pronto las inversiones realizadas en ella, tanto por parte de los operadores como de los fabricantes.
Pero a la lentitud del despliegue de red y la lenta aceptación por parte de los usuarios de UMTS se suma ahora otro serio inconveniente: en breve estará disponible HSDPA (High Speed Downlink Packet Access), la 3,5G, un estándar que, básicamente, mejora sensiblemente las velocidades de transmisión y eficiencia espectral de la 3G. HDSPA, además, consigue estas mejoras empleando la misma infraestructura y espectro radio que UMTS, por lo que no requiere inversiones significativas por parte de las operadoras para su puesta en marcha.
Según los suministradores de equipos, la nueva tecnología estará lista en alrededor de un año, con terminales propios y con un despliegue de red que no representará grandes desembolsos a los operadores, puesto que únicamente es necesario actualizar las estaciones 3G con un nuevo software, proceso que puede ser realizado generalmente en remoto desde el centro de gestión de red del operador.
Es bastante probable que el primer operador en introducir esta nueva tecnología sea NTT DoCoMo, que también fue el primero en poner en marcha servicios comerciales 3G en octubre de 2001. De hecho, la compañía ya ha firmado un contrato de suministro de terminales y redes HSDPA con Motorola para la segunda mitad del próximo año. En estos momentos, está llevando a cabo diversos proyectos piloto.
Por otra parte, la 4G, con la que se alcanzarán velocidades de 100 Mbps o superiores, si bien fue originalmente planificada para el año 2010, son muchas las compañías que han adelantado este objetivo a 2007. Entre las principales novedades que introducirá la 4G está el hecho de que las redes serán por completo de paquetes conmutados basadas en IPv6. Además, permite el handover entre redes móviles y redes inal&#

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