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¿Demasiada fibra?

La fibra óptica conoció hasta finales de 2000 un periodo de auténtica euforia que se tradujo en la instalación de miles de kilómetros de este tipo de cableado. La fibra era el nuevo Eldorado. La industria estaba entusiasmada. Pero en parte por la frialdad de los usuarios ante tantas promesas de enormes anchos de banda, y en parte por la ausencia de aplicaciones que motivaran el tirón de la demanda, se han enfriado los ánimos. En la actualidad, el mercado está parado, y son muchos los que se preguntan si no habrá hoy demasiada fibra instalada.

Tras unos años de instalación masiva, en 2001 –en plena crisis general y del sector– muchos analistas de Estados Unidos comenzaron a preguntarse si las redes de fibra óptica –como eco congelado de entusiasmos pasados– no estarían sobredimensionadas. Y pronto la especulación cruzó el Atlántico, a medida que las dudas se hacían evidencias allí, y aquí algo más que sospechas.
Lo cierto es que algunas de las empresas fabricantes de fibra, componentes y sistemas ópticos de Asia y Norteamérica se han visto duramente castigadas por la crisis que afecta a las empresas tecnológicas. Algunas pequeñas firmas muy especializadas cerraron o se vendieron al mejor postor, y todas en general están pasando –y sobre todo han pasado– tiempos difíciles. Un informe de Merry Linch de mediados de 2001 anunciaba menores ingresos de los esperados para empresas como, por ejemplo, Tellabs y Ciena. Otras no tan pequeñas, como Nortel y Lucent, también saben de este bache. Lucent, sumida además en una difícil situación que afecta a todos los frentes de su negocio, tuvo que deshacerse de su división óptica. La compañía vendió el año pasado su división de fibra óptica a la japonesa Furukawa Electric y a la estadounidense CommScope por 2.300 millones de dólares, mediante una operación que supondrá 4.200 despidos.
Pero no sólo los fabricantes de fibra y tecnologías ópticas están tocados. También los operadores que han basado su actividad fundamentalmente en el tendido de fibra están sufriendo los efectos. Sirva de ejemplo el caso del estadounidense Level 3 –pionero en la oferta de banda ancha basada en fibra– , que se ha visto obligado a despedir a 1.500 de sus 5.900 empleados y recortar inversiones hasta 2003. ¿La razón? La firma espera una reducción del 20% en sus ingresos.
Más sangrante e internacional es el caso de Global Crossing, que el pasado enero, pocos meses después de anunciar la finalización de su red mundial, entraba en suspensión de pagos, la mayor hasta ahora de Estados Unidos procedente de una tecnológica, ya que la compañía estaba valorada en 50.000 millones de dólares. Su desmesurada inversión en el tendido de redes de fibra óptica en todo el mundo no ha tenido reflejo en la demanda de tráfico, que ha resultado ser inferior a la esperada, por lo que la compañía ha venido acumulando deudas de 12.400 millones de dólares.

Apocalípticos vs relativistas
Son muchos los expertos de la industria estadounidense que están convencidos de que hay superabundancia de fibra óptica. Y, aunque en Europa la presencia de esta tecnología es todavía más limitada, se comparte tal análisis, si bien con menos ecos mediáticos. Susan Kalla, vicepresidenta de Telecomunicaciones de Friedman, Billings, Ransey & Co, considera que en los últimos años “ha habido demasiados fabricantes construyendo demasiada fibra”. De hecho, entre 1997 y 2000 el número de kilómetros de fibra óptica se cuadruplicó. Como aseguraba el pasado verano el diario Wall Street Journal, sólo en 2000 se construyeron 90 millones de kilómetros de fibra.
Merril Lynch realizó en 2001 un estudio cuyas conclusiones son desalentadoras: el mercado norteamericano de fibra óptica está saturado y sólo se utiliza el 6,4% de su capacidad. Según la consultora, durante los diez últimos años la capacidad de las redes de fibra óptica se ha multiplicado por sesenta, mientras que su uso sólo se ha multiplicado por siete.
No todo el mundo, sin embargo, está de acuerdo con esta visión apocalíptica. Scott Bradner, consultor de la unidad de Sistemas de Información de la Universidad de Harvard y colaborador habitual de IDG, no cree que en el mundo sobre fibra óptica: todo depende de la perspectiva aplicada. Argumenta Bradner que hay enormes zonas del planeta con terribles carencias en telecomunicaciones y en fibra, como África, la mayor parte de Asia y gran parte de la Europa del Este.
Incluso dentro de Estados Unidos el exceso de fibra es una falacia para algunos. Telechoice ha realizado un estudio ruta por ruta a lo largo de las ciudades estadounidenses más importantes, llegando a la conclusión de que, en dos de los tres escenarios futuros analizados, la industria se quedaría sin fibra en las principales rutas entre los núcleos urbanos estudiados en el año 2004. Dicho estudio concluye que tener exceso de fibra es positivo, porque la capacidad disponible debe superar a la demanda al menos en un 30%. Tesis que, de ser cierta, despeja los nubarrones, puesto que Cap Gemini Ernst & Young estima que para 2004 el 80% de las grandes compañías estará conectada a la fibra óptica, porcentaje que incluso en el caso de las empresas de tamaño medio se eleva al 54%.

Todo comenzó en 1995
El entusiasmo generalizado que provocó la explosión de Internet generó expectativas muy optimistas. Se preveía un crecimiento espectacular de Internet, un ingente consumo de ancho de banda para la transmisión de música y vídeo, además de una gran demanda de aplicaciones y servicios multimedia de nueva generación por parte de las corporaciones. Todo ello con el inicio de la liberalización de las telecomunicaciones y un ancho de banda cada vez más barato como fondo. “Estas previsiones indujeron la necesidad de crear grandes redes capaces de canalizar la información tanto en el área de acceso como en la de transporte. Con la tecnología disponible en esos años, la respuesta obvia fue la comunicación óptica, y esto propició la instalación masiva de grandes redes de transporte sobredimensionadas de fibras y de tecnologías muy avanzadas”, comenta Carlos Blanco, Strategic Marketing Manager de Alcatel.
También por entonces los grandes operadores empezaron a crear sus propias redes transoceánicas y transcontinentales, algunas de ellas completadas en 2001. Esto hizo que la demanda de fibra óptica, cables, elementos de conectividad y equipamiento de transmisión experimentase un fuerte crecimiento. “Nadie quería ser el último, al contrario, todos querían ser los primeros, abarcando la mayor cantidad posible de clientes. Todo explosionó entre el año 1996 y 2000, y además de forma simultánea en casi todo el mundo”, explica Janusz Miskowicz, Gerente de Lambda Comunicaciones Ópticas.
El aumento de la demanda fue tal que los fabricantes de fibra óptica tuvieron que trabajar en tres turnos para poder cumplir con el 60% de la demanda. Eran pocos los fabricantes, escasa la fibra óptica “en barra” existente, y largo (alrededor de dos años) y costoso el proceso de construcción de nuevas plantas de producción. Además, todavía no habían llegado al mundo real las nuevas técnicas de mult

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