La Comisión Europea someterá RFID a examen

La Comisión Europea considera que será necesaria una nueva legislación para regular el uso de etiquetas RFID. Por ello, ha anunciado una investigación pública cuyo objetivo es identificar las preocupaciones de los ciudadanos acerca de esta tecnología.

La comisaria europea para la sociedad de la información, Vivian Reding, opina que pese a que “RFID es muy importante para las empresas y los ciudadanos, incurre en cuestiones de confianza. Si no eliminamos ese problema, el negocio no despegará”. La consulta pública que iniciará Bruselas también hará partícipes a los gobiernos y la industria mundial con el fin de intentar llegar a un acuerdo sobre estándares interoperables en equipamiento RFID.
La Comisión mantendrá una serie de reuniones en Bruselas hasta el mes de junio para sondear a la opinión pública y a la industria sobre este tema. Los resultados se incorporarán un documento que se publicará en septiembre.
Aunque Reding no ha declarado abiertamente que la investigación de la Comisión se deba a una preocupación por la privacidad del consumidor, aseguró que existen suficientes dudas entre la ciudadanía como para realizar un estudio completo.
Las etiquetas RFID pueden utilizarse para realizar inventario en supermercados o para autenticar información de los documentos de identidad nacional. Cada etiqueta lleva un número de serie único que puede leerse con un dispositivo electrónico. Asociando ese número a la información contenida en la base de datos, las etiquetas pueden proporcionar información personal sobre el titular del documento de identificación, o el historial de un producto e incluso quién y cuando lo compró.
Esta tecnología ya ha entrado en las empresas, sin regulación ni debate público previos, y la situación podría prolongarse durante un tiempo por la lenta actuación de la Comisión. No obstante, las empresas, por su parte, han reaccionado ante la preocupación pública, no por la responsabilidad social sino por el negativo impacto que tendría en su negocio la preocupación de los consumidores. Algunos fabricantes previsores están presentando estos días en Cebit etiquetas RFID que se desactivan cuando una persona abandona la tienda con su producto.

Un quebradero de cabeza para la UE
La protección de la información personal en formato electrónico es el tema principal de la directiva europea de e-Privacy, que tendrá que cambiarse si la Comisión identifica nuevas amenazas en la privacidad de los ciudadanos de la UE por la aplicación de RFID, y determina una nueva legislación para protegerlos.
Pero también es una preocupación por otras razones. Las leyes sobre el libre movimiento de mercancías en la UE se verían afectadas si las etiquetas de los paquetes de comida de Polonia, por ejemplo, no se pueden leer con los escáneres de Portugal, impidiendo la labor de inventario de los supermercados. Por ello, la Comisión está considerando legislar sobre los estándares tecnológicos y asignar espectro de radio para garantizar la uniformidad de la tecnología de etiquetas en toda la Unión Europea.
RFID crece rápido; el mercado está valorado en unos 2.400 millones de euros actualmente, con 600 millones de etiquetas vendidas en 2005, según la comisaria europea. Ese número se multiplicará por seis en los próximos siete años, con 3.600 millones de etiquetas en 2013. “Los ciudadanos tienen que sentirse seguros sobre el control de sus datos y para tener ese control debemos tener unas garantías legales a nivel mundial”, afirmó Reding.


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