Comentario: La "acción de oro" y la UE

Tras dictaminar sentencia contra la “acción de oro” que el gobierno italiano mantiene en algunas empresas de su país, Bruselas amenaza ahora a España. Pero la supresión de la golden share no resuelve casi nada: el poder es amorfo.

Es lo que suele pasar cuando se empieza la casa por el tejado: en un trazado imposible los muros van creciendo hacia los cimientos creando una estructura aérea insostenible. Ya tenemos euro, se supone que somos una comunidad y el sentimiento paneuropeo se inflama con la caída de las fronteras. Lo cierto es, sin embargo, que todavía somos más superposición de materiales que verdadera amalgama, en lo social y en lo económico: las políticas nacionales, e incluso nacionalistas, campan por tanto por sus respetos. No sólo persisten los intereses estatales, sino que muestran el "orgullo patrio" a la primera de cambio. Pasó con la fallida fusión Mannessmann-Telecom Italia, y ha pasado con la también fallida Telefónica-KPN. Y es que los diferentes ritmos de cambio y los diversos puntos de partida constituyen verdaderas trabas a la creación de grupos transfronterizos por cuestiones que teóricamente deberían estar superadas, como la nacionalidad del liderazgo del proyecto. En el caso de KPN ha influido además que el estado holandés se convirtiese en el mayor accionista de una empresa de la que el que sería su principal valedor, Telefónica, está privatizado en su totalidad. Cuando lo que debería pesar por encima de todas las demás cuestiones es el peligro que supone la creación de enormes grupos omnipresentes en todos los sectores vitales de la economía, más aún en esta "nueva economía" que nos lleva, eliminando la capacidad de elección del usuario e imponiendo su visión particularísima de la Sociedad de la Información, los estados parecen parapetarse en sentimientos endogámicos e "independentistas" como si de un "2 de mayo" globalizado se tratara.

La UE, una vez más poniendo el voluntarismo por encima de la realidad, quiere despejar el camino legislando en contra de la famosa "acción de oro" o golden share que suelen tener los estados en sus compañías de bandera pertenecientes a antiguos organismos o compañías públicas, y que suponen en la práctica el derecho a veto sobre determinadas operaciones. El Tribunal de Justicia de Luxemburgo ha dictaminado en contra del gobierno italiano por su golden share y otros poderes especiales en firmas como Telecom Italia, y amenaza con hacer lo mismo con España, Portugal, Bélgica y Francia.

Nos cuentan los corresponsales de IDG en la capital de la UE que las autoridades europeas también estudiarán la Ley de Enajenación de Participaciones Públicas, aprobada en 1995 bajo el gobierno del PSOE. La ley permite al gobierno de turno vetar cualquier operación que supere el 10% del capital de empresas que hayan sido públicas y sometidas a procesos de privatización, que tengan su origen en organismos públicos o que afecten a sectores esenciales para el Estado.

El proceso abierto a Italia respondía al retraso con que el gobierno de este país está tratando la modificación de una ley similar a la española y, que según el Tribunal de Luxemburgo, viola el espíritu de tres artículos del Tratado de la Unión sobre la libertad de establecimiento, la libre prestación de servicios y la libre circulación de capitales. Para la UE, este tipo de leyes otorgan a los gobiernos de cada estado miembro un "poder potencial de discriminación" que puede ser utilizado "arbitrariamente". Luego, más suave, admite que estos poderes especiales pueden ser usados siempre que no sea de forma "discriminatoria" o que estén justificados por razones imperiosas de "interés general".

¿Cree la UE que su iniciativa resuelve algo? Si, como advierte, el proceso abierto contra Italia se extiende también a otros estados como el español se habrá logrado eliminar un obstáculo formal a la creación de una verdadera comunidad homogénea. ¡Y qué! El poder es amorfo. ¿Acaso el gobierno español ha utilizado la "acción de oro" para impedir la fusión de Telefónica con KPN? Le ha bastado manifestar su voluntad a los accionistas de referencia del primer operador de nuestro país, siempre tan permeables a los intereses del poder porque al cabo son los suyos, para frustrar una operación que, de entrada, le hubiera puesto contra las cuerdas frente a la oposición y hubiera fortalecido la posición de Villalonga, ahora su enemigo. La intención gubernamental, echando mano de la legislación vigente, de dificultar la entrada de Bertelsmann en Antena 3 -tras el pacto con Terra Lycos- tampoco se basa en la famosa "acción de oro", inexistente en este caso. Tiene de nuevo su razón de ser en el interés del Gobierno por socavar el peso específico de Villalonga, atándole corto hasta que los accionistas foráneos, menos manejables, acaben entendiendo el mensaje.

Los designios del poder son insondables y todos bailamos en la cuerda floja. En Bruselas, más que en ningún otro lugar, deberían saber cómo funciona realmente el tinglado político-económico. O es que lo saben, y por eso.















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