(Opinión) El usuario pasmado


El Centro de Alerta Temprana Antivirus (CATA) publicó, durante el verano pasado, las “cinco reglas de oro de la seguridad informática”. El CATA mantiene un estupendo sitio web dedicado a la impagable tarea de informar y formar a los usuarios de la Red sobre la seguridad informática. Hay tantos y tan variados aspectos alrededor del uso seguro de Internet que el trabajo de organizar y mantener al día la información más valiosa y útil para el internauta de a pié se convierte en una tarea propia de Hércules. Marcos Gómez, responsable del CATA, señala lo complicado que resulta explicar, con sencillez y claridad, las normas esenciales que debe seguir una persona que se conecta a la Red para que su ordenador y sus datos estén razonablemente protegidos. Quizá por eso han pasado de un decálogo de prevención, publicado a finales del año pasado, a sólo cinco reglas de oro, aunque estas contengan diez consejos: actualizar el sistema operativo, las aplicaciones y las copias de seguridad; instalar y mantener al día un antivirus, un antispam y un antispyware; protegerse con un cortafuegos personal y con un analizador de puertos; utilizar sólo programas legales y estar al día sobre nuevos problemas de seguridad. ¿Sirve de algo pedir a los doce millones de usuarios que utilizan Internet en España que respeten estas normas de seguridad?
Según la última encuesta del AIMC, el 85% de los internautas españoles tiene instalado un antivirus en su PC, pero más de la mitad fue infectado por un virus, una o más veces, durante el último año. Muchos profesionales de la informática opinan que los principales culpables de los constantes problemas de inseguridad que padecen los usuarios son los propios usuarios. Algo de razón tienen, porque los internautas deben aplicar las medidas necesarias para vivir tranquilos en Internet. La cuestión a discutir es qué le estamos pidiendo a un usuario para que esté razonablemente protegido. Y le estamos pidiendo demasiado; demasiados conocimientos, demasiada dedicación, demasiado dinero, demasiado esfuerzo en un asunto –la seguridad informática- que le interesa muy poco o nada.

Soluciones inseguras
Quiero imaginar la cara de una persona, ajena a nuestro mundillo, cuando lee los consejos del CATA. Se debe quedar pasmado ante la cantidad de reglas a seguir y la complejidad de algunas de ellas. La primera mala noticia es que esas son las normas básicas de la seguridad en la Red, y quien no las respete – casi nadie lo hace – no debería utilizar Internet. La otra mala noticia es que a corto plazo no parece que esta situación vaya a cambiar, de forma que se solicite un esfuerzo más razonable y asumible para la mayoría de los mortales. Porque, entre nosotros, ¿cree que los usuarios son los culpables de que los sistemas operativos más utilizados, las aplicaciones más vendidas y los servicios más populares de la Red sean inseguros? ¿Se puede cargar en sus anchas espaldas la tarea de cumplir con todas esas pesadas y tediosas normas de seguridad?
Una mirada sincera a la grave situación actual nos muestra, bien a las claras, que la política seguida hasta hoy no funciona, y que la parte más dura de la seguridad informática nunca puede recaer en los usuarios finales. Porque, si seguimos como hasta ahora, sólo conseguiremos aumentar el número de usuarios pasmados.

Jaime Fernández
tnt@idg.es


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