(Opinión) Descolocados, y aguantando el chaparrón

Se confirma que la primavera no acaba de entrar en el sector tecnológico, sumido en el más crudo de los inviernos de los últimos años. Ya lo sabemos: la nueva economía altera los ciclos pero no los elimina, y convierte a la Bolsa, como nunca antes, en la lógica paranoide o esquizoide –según sople el viento- que gobierna los negocios y la evolución tecnológica.


De ahí que, ante el posible enfado de la gran mayoría de los fabricantes afectados –nunca se quejaron de ello en los buenos tiempos (cosas del marketing)- , tengamos que hablar aquí, aunque sea de pasada, de cuestiones económicas. No creemos que tengamos menos derecho a ello que las constantes, masivas, crecientes y tan rentables incursiones de la prensa económica y general en la tecnología pura y dura (también cosas del marketing).

Conocemos también las razones de la crisis (la puñetera coincidencia en el tiempo de la depresión estadounidense, que comienza a infectar a Europa, con el caos financiero provocado por UMTS, que puede que algún día –esperemos que pronto- aporte innovadores negocios y servicios pero que, de momento, sólo ha traído viejos problemas, y con la saturación del mercado GSM....). Sólo nos faltan las soluciones y saber dónde está el final del túnel. “Sólo esperamos un cambio significativo en los gastos de inversión tras un período de racionalización industrial y tras producirse una mejora del entorno económico. Ante la incertidumbre en relación con la dimensión y el calendario de estos acontecimientos no facilitamos ninguna previsión financiera específica para el siguiente trimestre o el ejercicio completo de 2001”, aseguraba recientemente John Roth, presidente de Nortel Networks.

Más trágico, John Chambers, presidente de Cisco Systems, vaticina una catástrofe: “existe la posibilidad de que una vez en cien años suceda una inundación, y esta fatalidad está ocurriendo ahora”. Chambers, que va de gurú por la vida y que ha visto que la crisis no ha respetado ni a su mítica compañía, rectifica así su visión de hace unos meses, cuando describía la situación como una V. ¡Menuda V! Este pesimismo de Chambers se comprende en parte porque para muchos, tanto de dentro como de fuera de los muros corporativos de Cisco, esta firma representaba el límite psicológico de la crisis; de alcanzarlo es que las cosas irían muy mal. Pero también la mala racha ha llegado, por primera vez en sus 17 años de éxito, a la empresa más emblemática del sector.

Y en esas estamos: menos negocio, menos ingresos, caída del valor de las acciones y miles y miles de despidos. En muchos casos, esos despidos masivos pueden recibir el aplauso de la Bolsa –otra incongruencia más de estos tiempos, pero plenamente justificada por la propia naturaleza de la nueva economía y el ciclo de la innovación-, pero no siempre es el camino adecuado para competir con salud; sí la medida más cómoda, claro.

Al igual que antes –y todavía- con las puntocom, y en parte debido a ellas, flotaba en el ambiente la necesidad de una reconducción del sector de las nuevas tecnologías y las telecomunicaciones, mediante un reajuste de expectativas, mercados, objetivos y estrategias para reconciliar la industria con la lógica y la economía real. Pero la fatal causa que finalmente la está provocando, al basarse en una recesión económica general, acrecienta sus consecuencias al mermar la demanda.

Es natural, pues, que en estos momentos todos estemos descolocados, industria, medios y usuarios. Y muy especialmente –aunque nadie se ocupe de ellos- estos últimos, que deben tomar una parte activa en el proceso y aprovechar el paréntesis para replantearse los criterios con los que diseñan las estrategias tecnológicas de sus organizaciones. Decía Jordi Pujol el pasado mes de febrero en su discurso en la Nit de las Telecomunicacions celebrada en Barcelona que cuándo queramos saber qué pasara en la economía no preguntemos a Bill Gates, sino a Greenspan. Puede que también Pujol se equivoque de oráculo, pero suena sensato. Gates, y otros muchos, nos han hecho soñar para aumentar sus ventas; el responsable de la Reserva Federal de Estados Unidos tiene ahora que bregar con las consecuencias. Greenspan, consciente del fundamental papel que juega la Bolsa en la nueva economía, mucho más directo que hace sólo unos años como motor financiero de la innovación tecnológica, motor a su vez del aumento de la producción y del crecimiento económico, parece tener claro lo que el Banco Central Europeo sólo ve como una inmensa duda (de momento): bajar los tipos conduce a la inflación, pero es mejor la inflación que la crisis.

El usuario, sin embargo, no sólo se verá afectado a partir de ahora por criterios económicos a la hora de tomar decisiones, sino por las propias consecuencias de las estrategias tecnológicas que habrán de seguir en el futuro los fabricantes: la convergencia de la industria se verá afectada y la convergencia de infraestructuras replanteada. No sabemos aún cómo, pero ya estamos viendo como, y de nuevo, Cisco pretende refugiarse en sus áreas de mayor negocio, tirando siquiera temporalmente la toalla en la carrera emprendida hace ya años por la compañía por convertirse en la referencia en todos los segmentos del mercado del networking, el de empresa y el de operadores. Es cierto que, por el contrario, Nortel está reforzando su hasta no hace mucho preterida división de productos para empresas, dando una imagen de empresa total, pero ya veremos qué ocurre si las cosas siguen el mismo curso que hasta ahora.
Y más. Esta espiral de malas noticias, como ya hemos sugerido más arriba, está demostrando a los usuarios que nadie es intocable, nadie es invencible, y esa perogrullada, tantas veces confirmada por la historia del sector y por la otra, cobra ahora vigencia y sin duda traerá cola. Dice Kevin Tolly, colaborador de IDG en Estados Unidos y presidente de la consultora The Tolly Group, que la invencibilidad es binaria: se es invencible o no. No hay términos medios. Con una envidiable valentía –habitual en la prensa profesional de Estados Unidos, pero tan carente en la nuestra, a veces poco más que buzón recetor de notas de prensa y mensajes de marketing puro y duro-, Tolly lleva este axioma a los casos concretos de algunas empresas que nosotros, como no somos tan valientes ni tampoco nos gusta la sangre, preferimos omitir.

Aunque operando en diferentes segmentos de la nueva economía, cada una de esas compañías han venido ejerciendo un verdadero poder fáctico y referencial en sus respectivos mercados, bajo el enorme atractivo de sus marcas y muy por delante de su competencia. Cada uno tenía un poder especial sobre sus clientes, que se veía correspondido con un enorme sentimiento de lealtad. Los profesionales sabían que era muy difícil perder sus empleos por comprar sus productos. Con su posición de liderazgo, su loca capitalización de mercado, sus generalmente buenos productos y su aura contra equivocaciones, muchos administradores de redes tomaron la decisión pragmática de seguirles la corriente. Si encima ellos mismos tenían acciones de esas compañías, doble negocio.

Esta cadena convertía a estos fabricantes en, como dicen en ciencias sociales, una profecía que se cumple a sí misma. Pero ahora, con una preocupante situación bursátil, peores resultados y despidos a lo bestia, estos mismos usuarios podrían estar perdiendo –lo están, de hecho- la percepción que tenían de estas firmas. Por fin, les descienden del Olimpo al mundo de los mortales. Y eso, cuando menos, se traduce en mayor libertad de elección para los usuarios y libertad de crítica para los analistas, tantas veces culpables de las distorsiones del mercado. Sin embargo, también hay que reconocer que muy probablemente serán este tipo de empresas las que mejor sepan capear el temporal.

Por suerte, no todos son malas noticias. IBM –que ya tuvo que pasar por su particular campo de rastrojos hace años- crece un 15% en su primer trimestre del año fiscal, Nokia y Microsoft aguantan el chaparrón, y Juniper –cuál Cisco en sus buenos tiempos- aumenta en un ¡420%! sus ingresos durante el primer trimestre en comparación con los obtenidos en el mismo período del año anterior. Y más llamativo: dos firmas tan dispares como Cabletron e Iridium re

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