El gran negocio de la década

Ni Mobile Phone 7, ni BlackBerry Enterprise Server Express, ni App Planet, ni los nuevos terminales Android ni los prototipos LTE. El verdadero protagonista del Mobile World Congress 2010 fue el entronamiento de la banda ancha móvil como el objeto de todos los deseos, en medio de una lucha a muerte por controlar el futuro de las telecomunicaciones. Nadie quiere quedarse al margen del que ya emerge como el mayor negocio de la nueva década. Según un reciente estudio de Cisco, la proliferación de dispositivos móviles y la generalización del consumo de contenidos de vídeo impulsarán el tráfico global de datos móviles en 2014 hasta los 3,6 exabytes por mes, o lo que es lo mismo, 40 exabytes anuales, volumen que supone un tráfico 39 veces mayor que el de 2009 y un crecimiento anual del 108%. Son cifras apabullantes cuyo soporte está impulsando a fabricantes y operadores a agilizar el desarrollo de HSPA+ y, a más largo plazo, LTE, que hasta 2012 no se la espera de forma sustancial. Ya hay 294 redes HSPA operativas comercialmente en 123 países –de las que 183 soportan velocidades de datos superiores a 3,6 Mbps– y 37 redes HSPA+, con velocidades de hasta 21 Mbps. A finales de año habrá 342 millones de conexiones HSPA y el tráfico de datos móviles en general crecerá un 108% anual hasta 2014.
Ofrecer aplicaciones, servicios y contenidos que justifiquen tan altos niveles de demanda será por tanto una de las principales fuentes de ingresos para el sector: ya hoy la mitad de las conexiones a Internet se efectúan desde dispositivos móviles, hasta 2015 el número de smartphones se multiplicará por cuatro y el tráfico que generan por 25, y en general habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados en 2020. Así se explica que la adaptación de la Web a los móviles esté creciendo anualmente ocho veces más rápido que hace 10 años a los ordenadores, como sabe muy bien Google. Tanto que Eric Schmidt, CEO de la compañía, aseguró en Barcelona que su verdadero objetivo, lejos de ser –como algunos temen– convertirse en operador, consiste en seguir centrándose en software de empresa y publicidad en búsquedas, pero, eso sí, con un enfoque cada vez más móvil, donde ve el mayor potencial.
Y si Google lo sabe, los operadores también. Cada vez está más claro que no quieren que el mayor trozo de la tarta –la de las telecomunicaciones en general, pero sobre todo la de los móviles– quede en manos de los creadores de contenido y aplicaciones. Se trata de sacar partido a las inversiones que tendrán que afrontar para dar soporte a la previsible explosión del tráfico, que en lo que se refiere sólo a banda ancha móvil ascenderán a 72.000 millones de dólares en 2010. Primero fue César Alierta, presidente de Telefónica, quien amenazó con cobrar a los buscadores –léase Google y Yahoo– por el tráfico –léase especialmente el móvil– que generan en sus redes. Poco después, Vittorio Colao, CEO de Vodafone, y sorprendentemente Miguel Sebastián, ministro de Industria, se unían a la reivindicación.
Con independencia de otras cuestiones, habría que prever las consecuencias directas e indirectas de una medida similar en el modelo del negocio de los proveedores de contenido y en el extremo de la cadena, el usuario final. Si como resultado provocase un menor interés de los proveedores por ofrecer contenido de valor a los usuarios, éstos a su vez no tendrían tanta hambre de banda ancha –ni fija ni móvil– y todo el invento se resentiría. Por si fuera poco, nos habríamos cargado el principio de neutralidad de Internet que, al menos al día de hoy, defienden tanto la FCC de Estados Unidos como la Comisión Europea. Y de nuevo las enormes expectativas de negocio acabarían asfixiándolo.

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