Cloud Computing

La nube en el mundo real

La arquitectura cloud computing permite a los clientes y usuarios disfrutar de una serie de ventajas ya conocidas, pero al tratarse de un concepto tecnológico está sometido a una evolución permanente.

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Existe mucha información al respecto, pero si hablamos de infraestructura, finalmente la utilización que hará el usuario de los servicios de voz y datos ha de traducirse en recursos de cálculo (CPU), almacenamiento en forma de bloques o unidades lógicas presentado a los servidores mediante un protocolo conocido, y el software de gestión correspondiente, combinados entre sí y que se apoyan en elementos físicos, virtuales o una combinación de ambos.

 

La arquitectura de los elementos de red de la empresa también ha seguido esta tendencia. Además de los propios servidores, las centralitas hace tiempo que dejaron de ser equipos dedicados ubicados en un rincón de la oficina y pasaron a ser servidores con software diseñado ad hoc y a integrarse en la red de la empresa. Los equipos de comunicaciones y seguridad de la red empresarial (routers, balanceadores, cortafuegos, IDS/IPS) tienen desde hace tiempo en común el uso del mismo protocolo (IP) pero también que en su interior son un conjunto de procesadores, software y almacenamiento, y quizá alguna tarjeta Ethernet de más hacia el mundo exterior. Por supuesto, los servidores de aplicación y de BBDD se han diseñado de origen con ese criterio. Esta tendencia también se ha extendido en la red exterior (WAN), simplificando y unificando la arquitectura de forma que la interdependencia entre las plataformas y la tecnología y los terminales de acceso a las mismas es cada vez menor, independientemente de que hablemos de nubes públicas, privadas o híbridas.

 

Si observamos las aplicaciones que empleamos en nuestro trabajo y ocio, existen tendencias aparentemente contradictorias. Por una parte, cada vez empleamos más aplicaciones Web y menos programas instalados en nuestros ordenadores, en parte gracias a nuevos estándares como WebRTC, que permiten la comunicación multimedia en tiempo real desde un navegador. Sin embargo, los terminales móviles y las tabletas tienen un gran número de aplicaciones instaladas, cuyo coste es mucho más reducido o incluso es gratuito. En realidad se está produciendo, de forma transparente para el usuario, una convergencia de plataformas que tienen como nexo común las redes y los servicios que éstas soportan y el papel de las aplicaciones se está reduciendo cada vez más al nivel de presentación de la información al usuario según el modelo OSI.

 

Para permitir la creación de nuevas aplicaciones y modelos de negocio de forma proactiva, evitando con ello que sean siempre los clientes quienes tengan que salir a comprar, la arquitectura, además de flexible, ha de ser fiable, modular y redundante. Esto significa que debe soportar la demanda de forma distribuida y que el impacto en los servicios en caso de avería u operaciones de mantenimiento de los componentes o las redes debe tender al menor valor posible. Los objetivos de RTO y RPO (tiempo y punto de recuperación) indican en este caso la tolerancia para la continuidad de la actividad de negocio de la empresa a estos sucesos una vez se han producido y han de estar soportados por una plataforma que permita replicar la infraestructura de la forma más adecuada, incluyendo la sincronización de información distribuida en diferentes ubicaciones geográficas sin perdidas de datos (RTO y RPO igual a cero) si así se requiere, para las aplicaciones definidas en el plan de recuperación ante desastres.

 



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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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