En la "nube"

Como una más de esas tecnologías “rompedoras” que cíclicamente los principales expertos del sector añaden a su visión del futuro, el concepto de cloud computing lleva ya algún tiempo moviéndose libremente entre el ruido mediático de una industria claramente en proceso de cambio. Al reciente lanzamiento de App Engine por Google, el auge del servicio EC2 de Amazon, la plataforma como servicio Force.com de Salesforce y la amplia iniciativa Blue Cloud de IBM se une ahora el cambio de rumbo –clarificación de principios, más bien– de Microsoft hacia este nuevo modelo de computación que, sin ser realmente original, promete abrir nuevas vías de flexibilidad para las empresas. Sus beneficios son obvios al permitir a los negocios escalar a un nivel de rendimiento antes sólo reservado a las grandes organizaciones sin tener que añadir equipamiento, software ni personal. Las empresas pueden acceder por Internet –o de un modo muy similar– a un gran número de recursos informáticos dotándose así de una enorme capacidad de procesamiento sin necesidad de instalar máquinas localmente, lo que se traduce en considerables ahorros de todo tipo, incluso de consumo energético. Hasta las grandes corporaciones están sintiendo el atractivo de estos beneficios para llevar a cabo proyectos determinados.
Pero la nueva posibilidad todavía en estos primeros inicios del nuevo modelo también tiene sus riesgos, como la falta de acuerdos de nivel de servicio (SLA) y de una base probada de casos de éxito de clientes, además de los nuevos retos de seguridad que añade, de los que los relacionados con el cumplimiento normativo podrían ser de peso en determinados sectores de actividad. Uno de ellos –ahora en esta etapa de difusión de cloud computing– tiene su raíz en algo que suele suceder con los nuevos modelos: la falta de acuerdo en su propia definición. La mezcla de intereses con que las compañías del sector suelen acercarse a las tendencias que más prometen acaban por añadir confusión donde debería primar el conocimiento. Una confusión que acaba por llevar a las empresas usuarias –carentes de las herramientas necesarias para realizar sus propios análisis de necesidades y sacar las mejores conclusiones para su negocio– a quedar en manos de los mensajes comerciales.
Cloud computing no es utility computing, ni grid computing, ni software-as-service ni servicio gestionado. Pero lo contrario tampoco es radicalmente falso. De todos estos conceptos más familiares para el usuario toma alguno o muchos principios, aunque con dinámicas propias que hay que saber comprender. Se trata de una tendencia al alza y muy pronto tanto algunos grandes establecidos como otros nuevos emprendedores que siempre salen al calor de un nuevo negocio querrán llevarse el gato al agua haciéndolo pasar por liebre. El engranaje ya se está poniendo en marcha. Los enablers del modelo suministran la infraestructura virtualizada y automatizada que lo hace posible, plataformas que los proveedores ofrecen como servicio. Y no faltan los grandes fabricantes que se acercan a este mercado con un juego global, sacando partido a su ya larga experiencia en servicios. Los operadores y proveedores de servicios afilan también sus propuestas. Es la hora de empezar a comprender la “nube”, con sus ventajas e inconvenientes.

TE PUEDE INTERESAR...

Forma parte de nuestra comunidad

 

¿Te interesan nuestras conferencias?

 

 
Cobertura de nuestros encuentros
 
 
 
 
Lee aquí nuestra revista de canal

DealerWorld Digital