Sacar el máximo partido a big data
Sin las infraestructuras adecuadas de information governance (IG), las empresas están abocadas a la pérdida de valiosa información para sus negocios.
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La inevitabilidad de la llegada de big data fue determinada casi 30 años atrás, cuando Retail Link acumulaba sofisticada información de los consumidores empleando productos con códigos de barras. Este procedimiento convirtió a Walmart en pionera en gestión orientada a los datos lo que le reportó importantes ventajas competitivas y de negocio.
A día de hoy, Facebook, Google y Amazon confían en las ventajas que reporta la acumulación de información, en la agregación, y en el de análisis de los datos como procedimientos estratégicos de gran trascendencia para sus respectivos negocios. Gracias a los procesos de big data, estas grandes organizaciones justifican fácilmente ingentes inversiones en aquellas tecnologías y procesos que les puedan ayudar a incrementar la comprensión temprana de patrones de compra y estados emocionales de los consumidores y usuarios.
Con esta información, las compañías tienen la posibilidad de optimizar sus campañas promocionales, mejorar las experiencias de los consumidores, avanzar en la incorporación de nuevos productos, y descubrir otro tipo de ventajas de gran valor a nivel competitivo. Con estos beneficios a incorporar, muchas compañías se habrían lanzado a la aventura de desarrollar sus propias iniciativas de big data tiempo atrás, a excepción de que, hasta hace poco tiempo, pocas empresas hubiesen contado con los recursos necesarios para crear una “organización dirigida por datos”.
A día de hoy, sin embargo, la extensa oferta de soluciones big data que existe en el mercado permite que organizaciones de todo tipo y tamaño, incluido el sector público, estén sacando partido a los procesos de analítica que proporciona big data. Esto significa que ha dado comienzo la era de sacar el máximo partido al valor tangible que proporcionan los datos y ganar, de esta manera, valor que mejore la competitividad de las empresas. Pero la pregunta que se plantean muchas compañías ante esta tendencia es si están preparadas para la entrada de un aluvión de información. La penosa realidad es que, probablemente, no lo estén.