Las inquietudes de la banda ancha

El espectacular crecimiento de los servicios de banda ancha en Europa, donde en 2005 se han producido 20 millones de nuevas altas, hasta sumar 53 millones de usuarios, es el mejor termómetro de que las telecomunicaciones vuelven a estar en forma. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer.

La penetración media de la banda ancha en Europa con tecnologías como ADSL o el cablemódem alcanzó en octubre de 2005, últimos datos disponibles de la Comisión Europa, el 11,5%, es decir, cuatro puntos porcentuales más que en octubre del año anterior. Sí sólo se consideran los quince miembros de la UE previos a la ampliación, las cifras se elevarían al 13%, en comparación con el 8,4% del otoño de 2004. A estos datos hay que sumar el crecimiento de más del 8% experimentado por el negocio obtenido por los operadores de telefonía fija por los servicios de banda ancha. Es decir, este segmento se ha convertido en el gran maná de estos operadores, que están viendo como el conjunto de sus servicios está retrocediendo año tras año. En 2005, el grueso de los servicios de los operadores fijos (la voz) disminuyó un 1,6%, situándose en un valor de 85.000 millones de euros.
Pero debajo de los buenos datos que presenta la banda ancha subyacen dos inquietudes. Por un lado, el estrechamiento de márgenes; por otro, las disparidades en cuanto a distintos niveles de desarrollo tanto de cada mercado geográfico como de cada tecnología. Un simple vistazo a las cifras hace comprender que los márgenes de los operadores en el mercado de banda ancha, cuando todavía está por desarrollar en toda su plenitud, se estrechan a toda velocidad. Si el mercado ha crecido en casi un 60% en cuanto a número de abonados, y los ingresos han crecido en torno a un 8% en cuanto a volumen de negocio, eso quiere decir que los abonados están pagando ahora precios infinitamente más baratos que hace un año por los mismos servicios o incluso mejores, con más velocidad y capacidad de transmisión. Si bien la competencia siempre es buena, en un sector en el que todavía quedan muchas redes por construir y servicios que implementar, las súbitas bajadas de precios pueden convertirse en una barrera de entrada para nuevos desarrollos y nuevos operadores.

Bajo el dominio de DSL
Aunque el avance europeo en materia de banda ancha ha sido espectacular, si se mira al resto del mundo, se comprueba que hay países que van mucho más lejos. Corea del Sur sigue liderando el ranking de países por penetración de banda ancha, con más del 25%, según datos de OCDE a junio de 2005. Canadá llega a tasas de casi el 20%, y Japón y Estados Unidos se sitúan en cifras de entre el 14% y el 16%. Es decir, los países más desarrollados del mundo están por encima de la media europea. No es ningún consuelo que la tasa de incremento de penetración de la banda ancha en Europa, con más de cuatro puntos porcentuales en el último año, sea superior que la de otros países. Japón y Estados Unidos también crecen a tasas elevas –más de tres puntos porcentuales al año en ambos casos–.
Pero quizás lo más preocupante de la banda ancha sea el excesivo peso que tienen algunas tecnologías, en detrimento de otras. Las tecnologías DSL, como ADSL, acaparan más del 80% de los accesos de banda ancha a través de líneas fijas (distintas del móvil de segunda generación y media, o de tercera generación). En cambio, el cable sólo dispone del 16,8% de los accesos, a pesar de haber sido, en algunos países, el verdadero impulsor de la banda ancha. Otros sistemas, como el acceso vía satélite, o los accesos inalámbricos y el PLC, apenas llegan al 3%.
El dominio de los sistemas DSL, además, va en aumento, a juzgar por su crecimiento. Los accesos de este tipo aumentaron casi un 62% en el último año, mientras que los accesos por cable crecieron “sólo” en un 39%. En cualquier caso, dentro de los accesos de banda ancha alternativos a las tecnologías DSL, el cable sigue siendo el rey, con una cuota superior al 85%, frente a sistemas como PLC, que todavía son muy poco significativos, con apenas un 0,2%.
A pesar de que el sistema de DSL parece una apisonadora que se come el mercado, todavía queda mucha batalla por delante en cuanto a tecnologías. En realidad, la carrera se podría decir que no ha hecho más que empezar. Muchos operadores han iniciado desarrollos con WiMAX, igual que han venido haciendo con su antecesor, Wi-Fi. A priori, estos sistemas de banda ancha inalámbrica parecen más predispuestos a convivir y a hacer frente común con los móviles, frente a DSL. De hecho, algunos de los desarrollos más significativos de WiMAX y Wi-Fi están siendo llevados a cabo por operadores celulares, como Vodafone. Por su parte, además del esfuerzo comercial que está realizando la saga de DSL, ésta sigue innovando para no quedarse obsoleta frente a los sistemas inalámbricos. Algunos operadores en determinados países de la UE ya han empezado a hacer pruebas o incluso a desarrollar las campañas precomerciales de sistemas como ADSL2+ o VDSL.
La preponderancia de DSL parece deberse más a la estructura del mercado que a las razones puramente técnicas y de calidad. De hecho, ha sido la tecnología sobre la que se han volcado los antiguos monopolios de telecomunicaciones como vía para rentabilizar las redes ya instaladas. En cambio, parte del éxito de los nuevos operadores se debe a que han sabido sortear la dependencia del bucle de abonado de los ex monopolios utilizando tecnologías alternativas. De este modo, el poder de DSL es el que le proporcionan los operadores dominantes, cuya práctica totalidad de clientes en banda ancha lo son con esta tecnología. Sin embargo, las alternativas de banda ancha de los nuevos operadores se reparten más proporcionalmente. Algo más de la mitad son de DSL, casi un tercio son de cablemódem y el resto de otras tecnologías.

Se amplía la brecha
Igual que hay auténticos abismos entre el amplio desarrollo que están adquiriendo unas tecnologías frente a otras, también hay enormes diferencias entre países. Cuando se habla de Europa, sea de los 15 o de los 25, se mencionan las medias estadísticas, que esconden una dura realidad: dentro del mismo mercado conviven países con penetraciones muy elevadas –tanto o más que Corea del Sur–, como países donde la banda ancha es casi un artículo exótico. Así por ejemplo, frente al casi 24% de penetración que hay en Noruega, en países como Portugal no se sobrepasa ni el 2%. En total, una brecha del 22% que, en lugar de estrecharse, cada vez se agranda más. En parte, la existencia de países con escasa penetración de banda ancha puede plantearse como una oportunidad de negocio siempre que se creen los mecanismos necesarios para que los usuarios empiecen a conectarse.

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