Días de compras

Algo tenían que hacer y, por fin, lo han hecho. La anunciada unión de Alcatel y Lucent puede ser analizada desde múltiples puntos de vista. Uno de ellos es la necesidad acuciante del fabricante estadounidense por ganarse un hueco a escala internacional, que cada vez parecía tener menos garantizado. El fracaso de las conversaciones con Alcatel en 2001 sembró en los clientes, suministradores, socios e inversores de Lucent ciertas dudas sobre su futuro. El simple hecho de que llegase entonces a considerar una venta o fusión –como ahora, de ambas formas se calificó la intentona– ponía en entredicho la viabilidad de los planes de reestructuración emprendidos por la compañía para dirigir la nave hacia el éxito sostenido. Los resultados desde entonces han sido dispares, alternándose los esperanzadores con otros claramente decepcionantes. Volver a intentarlo tenía sentido.
Pero cualquiera que sea la perspectiva elegida para analizar el nacimiento del nuevo gigante, incluida la supervivencia de Lucent, siempre aparecerá al final la necesidad de concentración –cada vez más urgente– que impone un mercado que se globaliza en todos los sentidos y direcciones. Y esto afecta tanto al socio americano como al europeo. Es un proceso que se intensifica y del que nadie quedará a salvo durante los próximos años: pocas opciones deja la necesidad de unir recursos y recortar costes para competir con fuerza con la “amenaza amarilla” de Huawei y ZTE, justo en un momento en que el propio mercado de operadores, buscando sus propias sinergias, gira sobre sí mismo y se autofagocita para que los supervivientes ganen poder y tamaño.
El mundo de los operadores anda obsesionado con los ahorros y el ajuste de costes. De hecho, uno de los objetivos de muchas adquisiciones entre operadores es conseguir sinergias potenciales que, desde el empleo a los procesos de compra, pasando por todas las áreas fundamentales de su actividad, se traduzcan en ahorros para la compañía y en dividendos para el accionista. Y este fenómeno, sin ser ajeno a ella, está teniendo un fuerte impacto en la industria de equipos. Sirva como ejemplo el caso cercano de Telefónica. La compañía asegura –quizá demasiado optimista, eso sí– que las sinergias a conseguir con la compra de O2 ascenderán a 3.300 millones de euros. Más contrastables con los hechos son las obtenidas con la absorción de las operaciones de BellSouth en Latinoamérica, que en 2005 se elevaron a más de 170 millones de euros y en 2008 podrían ascender a 250 millones.
Además de la consolidación de plantillas, recursos corporativos, instalaciones, redes y marketing y publicidad, las sinergias conseguidas por los operadores proceden muy especialmente del nuevo y más fuerte poder de compra que logran con las fusiones. Volviendo al ejemplo de nuestro mayor operador, su filial de Móviles anunciaba recientemente unos ahorros de hasta un 44% en los dos últimos años en la compra global de terminales GSM de gama baja y del 24% en los de gama alta. Y en cuanto a equipamiento, las rebajas son aún mayores, llegando al 55% en estaciones base en el pasado ejercicio.
Ante la contundencia de estos hechos, y al margen de las peculiaridades de la nueva “Lucatel” en cuanto a complementariedad geográfica y de productos, la operación deja con el “culo al aire” al reducido número de competidores globales que aún luchan por permanecer en los segmentos fundamentales del mercado de equipos. Sin entrar en rumores que, una vez publicados, generalmente sólo confirman, a la corta o a la larga, la falta de rigor del medio que los recoge, a día de hoy, casi todas las intentonas de compra o fusión parecen posibles. No sólo “pequeños” consagrados entran en escena sino también los tradicionales pesos pesados del sector, como Motorola, Nortel, Nokia, Ericsson y Siemens. ¿Se dará por enterado Cisco? Más para unos que para otros, pero se prometen días movidos para todos.

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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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