3G y las medias Ges

Entre GPRS y la 3,5G - El factor precio - El tiempo corre

Puede que las medias Ges acaben imponiéndose, por arriba y por debajo, a la 3G. Dijeron muchos, hace tiempo, en los años de la fiebre, que UMTS, entonces considerada inminente, acabaría por asfixiar a la 2,5G, que tenía y tiene a los servicios móviles de datos GPRS como estrella. Luego, el peso de la realidad se dejó sentir en toda su crudeza y, al día de hoy, es esta última tecnología la única que permite a las empresas utilizar servicios móviles de datos avanzados mientras UMTS apenas acaba de asomar la nariz más allá de las fases de pruebas. Y dadas las estrategias –explicadas con cuentagotas- de los operadores, podría seguir siéndolo, casi en exclusiva, mucho tiempo aún. Lo curioso es que el fenómeno podría volver a repetirse con la 3,5G, no precisamente respecto de la 4G (con tantos años por delante, aventurar qué pasará es poco más que una simple temeridad), sino de la propia 3G, quedándose ésta en un tímido paréntesis de casi nada. No es por molestar, ni por reventar la fiesta, pero podría pasar, al menos en Europa, que en Japón van a su bola, y muy por delante, por cierto.
Atando cabos, hay analistas que no ven mucho empeño en la experiencia precomercial de servicios UMTS puesta en marcha recientemente con diversas empresas por Telefónica Móviles, ni en los anuncios en el mismo sentido de Vodafone y Amena. Xfera es otro cantar con su propio repertorio, si bien los actuales intentos por reactivar la empresa con mercados muy segmentados como objetivo comercial y las alianzas como estrategia prometen mucho, teniendo en cuenta el retraso con que entrará en el negocio. El caso es que los tres operadores de móviles en activo se han comprometido a lanzar UMTS el próximo año, pero parece que con reparos, pues todo indica que antes de apostar fuerte por la tercera generación tratarán de sacar el máximo partido a GPRS.
Lo que en otros se sospecha ante la ausencia de declaraciones contundentes, en el caso concreto de Vodafone se confirma. Su CEO, Arun Sarin, dejó claro hace un par de meses que la compañía no lanzará UMTS hasta que esta tecnología sea capaz de superar a los servicios 2,5G actuales. Más rotundo aún, aseguró que “a menos que podamos ofrecer algo radicalmente mejor a nuestros clientes, tenemos poco incentivo en migrarles a 3G”. Eso sí, pintó a la tercera generación como una tecnología que, cuando llegue, cambiará radicalmente el modo en que las empresas hacen negocios y en que los consumidores realizan sus comunicaciones y reciben contenidos. Pero quizá tampoco, según un sector de la opinión, será para tanto. Entre otras conclusiones, un estudio de Telenium y Giga Group, señala que, pese a las posibilidades de ancho de banda que ofrecerá la 3G, la capacidad de las tecnologías actuales, como GPRS y EDGE, son suficientes para desarrollar multitud de servicios que permitan mejorar procesos o implantar nuevos modelos de negocio. Y esto por abajo.
Por arriba, aprietan las soluciones 3,5G. NTT DoCoMo ya ha anunciado que en la primera mitad de 2005 lanzará servicios basados en High Speed Downlink Packet Access (HSDPA), que ofrecen velocidades teóricas de hasta 14 Mbps, frente a los 384 Kbps que, hoy por hoy, permiten los teléfonos 3G. Es decir, se complica el panorama y se estrecha el margen vital de la 3G, teniendo en consideración que el operador japonés piensa en 2010 como el año en que entre en acción la 4G, con velocidades máximas de 100 Mbps. Será en Japón, claro, pero si en los próximos años Europa no recupera el terreno perdido en cuanto a la vanguardia en móviles, mal vamos. Y habrá retrasos, pero también tendrán su efecto hacia atrás en toda la cadena de lanzamientos comerciales.
Otro hecho que da que pensar es que los operadores de móviles españoles no creen, como NTT DoCoMo, que sea conveniente poner los servicios de datos UMTS más baratos que los de la 2 y 2,5G para animar el mercado. De hecho, consideran que las mejoras que recibirán los usuarios justificarán precios más caros. Pudiera ser, pero todo indica que las empresas tendrán que esperar bastante tiempo aún para disfrutar de ese valor añadido en masa –por volumen y por disponibilidad– que compense los altos precios. Y el tiempo corre.

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