(Opinión) Apocalípticos e integrados

En la magistral obra Apocalípticos e integrados, publicada en 1965, Umberto Eco hacía una contraposición entre los que se resisten a los cambios (los apocalípticos) porque ven en ellos la aniquilación de los patrones establecidos, y los que los veneran (los integrados), porque perciben en las mutaciones nuevas oportunidades. Umberto Eco se ceñía fundamentalmente a los cambios socioculturales, aunque bien podría haber reescrito la obra para adaptarla a las telecomunicaciones, envuelta desde hace años en el debate existencial entre el Apocalipsis de permanecer impertérrito a las modas, o suscribir a ojos cerrados cualquier permutación estratégica.

Telefónica sacará de bolsa a su filial de Móviles en una operación que tiene mucho de pirueta financiera y comercial. Como otras compañías, Telefónica procede, en el sentido estrictamente financiero, a desandar lo andado, subiéndose a una nueva ola y renegando de la anterior, como ya han hecho otros grupos (France Telecom y Telecom Italia). El operador español sacó al parqué su filial de móviles hace años bajo el lema bursátil de que la suma de las partes valía más que el todo. Es decir, que troceando el negocio que hasta ese momento había estado unido, y haciendo que cada parte cotizara independientemente, se obtendría mucho más valor. En aquel momento, todavía se vivían algunas alegrías de la burbuja financiera de los negocios tecnológicos, y el lema bursátil de las partes y el todo era asumido por los llamados analistas y expertos como un dogma. Es curioso hasta qué punto la opinión de los que se consideran gurús bursátiles es veleidosa.
Hoy, aquel dogma se ha borrado de sus mentes como por arte de magia, y se ha transformado en un anatema.

Igual de tornadizo fue el argumento empresarial y comercial que se utilizó hace años desde el punto de vista de negocio para que Móviles (como Terra o TPI) empezara a cotizar en bolsa. Se dijo que cada empresa (la del fijo, la del móvil, la de las Páginas Amarillas, la de Internet…) debían ir por separado comercialmente e incluso hacerse la competencia entre sí, de manera que Móviles, llegado el caso, pudiera plantearse ofrecer telefonía fija (como efectivamente empezó a hacer en un momento determinado). “Es mejor canibalizarse a uno mismo a que llegue otro y nos canibalice a todos nosotros”, llegaron a decir los directivos que estaban al frente de Telefónica, muchos de los cuales siguen hoy.

Por entonces ya existía el concepto de la convergencia, y todo el mundo, en aquel momento, intuía como una premonición que Internet, las comunicaciones de voz, el móvil, y el audiovisual terminarían convergiendo, a modo de ofertas integradas para el usuario, o por la utilización de las mismas infraestructuras, cada vez más híbridas desde el punto de vista tecnológico. Lo único que había que determinar era cómo se materializaba en la práctica esa convergencia. Es decir, conceptualmente, la idea existía desde hace años. Lo que siempre ha faltado ha sido llevarla a la práctica y hacerla comercialmente viable y rentable.
Como argumento estratégico, para sacar su filial de Móviles de bolsa ahora, filosóficamente Telefónica ha recurrido por tanto a una idea que no es ni original ni nueva, y que antes se utilizó para hacer justo el movimiento contrario (sacar a cotizar la filial). Lo único que ha cambiado es la semántica, más afinada ahora, con el término integración (quizás por el poso que ha dejado Umberto Eco, experto en ese campo). Telefónica busca la integración para permitir “la comercialización de ofertas combinadas de telefonía fija y móvil, banda ancha y servicios audiovisuales”, además de aprovecharse de “las economías de escala” que puede comportar unir en un mismo saco a la matriz y a su filial de Móviles.

Realmente da igual si uno es apocalíptico o integrado. Porque las modas, se sigan o no, siempre son variables y susceptibles de usarlas para lo que más convenga. Lo que realmente importa es que los que dirigen las empresas tengan claro donde van, y sean capaces de pergeñar una oferta de productos y servicios que realmente agrade a los usuarios. Telefónica tiene por delante ahora, como lo tenía antes, la difícil tarea de llenar su escaparate comercial, y hacer que éste encandile al cliente, al que seguramente no le importa si Móviles cotiza o no.




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