"Hay que permitir que los usuarios participen en la innovación y el desarrollo del sector público" Michael Schrage, co-director del MIT Media Lab

En el marco de la jornada sobre “Administración y Sociedad Digital: el reto del siglo XXI”, organizada por ASTIC, Asociación Profesional del Cuerpo Superior de Sistemas y Tecnologías de la Información de la Administración del Estado, profesionales del mercado de TIC han debatido sobre la innovación en tecnológica a cargo del sector público y la empresa privada, así como los motivos que ralentizan su adopción definitiva.


“La verdadera innovación no es tener buenas ideas, sino saber cómo implementarlas”, una premisa a la que aludía Michael Schrage, co-director del MIT Media Lab, quien ha analizado las razones por las que algunas empresas no tienen en cuenta la tecnología como una vía de desarrollo. En ese sentido, reconoce que “se aprende mucho más del desarrollo que del diseño”, en referencia a los modelos operacionales puestos en marcha por directivos de compañías, ante una realidad de mercado o de negocio que “es diferente en función de cómo la utilicemos”. Asimismo, ha ahondado, en lo que realmente suponen beneficios, ya no sólo para las compañías como tal, sino también para sus clientes y empleados. Se trata de la simplificación en la gestión y de la mejora de la experiencia del usuario ha indicado en clara referencia a focalizarse en “el factor humanos, que es la clave”. Por otro lado, ha acuñado un concepto interesante: ROU (Retorn f Uncertainty), es decir, el retorno de la incertidumbre, una idea que barajan a diario los CIOs de las compañías y en la que se basan a la hora de tomar decisiones, siempre y cuando se tenga en cuenta el “grado de participación” externo. Así, el responsable se ha referido a la “obligación de los CIOs del sector público de testear las soluciones y contar con la participación de los usuarios, un aspecto que es especialmente relevante en la Administración Pública”

Mantenimiento de la reticencia
Hay que tener en cuenta la patente resistencia al cambio, a los nuevos retos en materia de TIC que protagonizan no pocas compañías, y especialmente del sector público. Ante ello, el responsable del MIT explica que el verdadero motivo es porque “no lo consideran valioso”. Por su parte, Aníbal Figueiras, secretario general de la Real Academia de Ingeniería, alude a la potencial pérdida de autonomía que teme la Administración a la hora de justificar esta “incomprensible” tendencia. “El miedo de los políticos ante lo desconocido” es la razón, que, por su lado, apunta Rafael Chamorro, presidente de ASTIC, quien añade: se trata de un problema generacional. Cuando dentro de 20 años, estén en el poder los jóvenes de hoy en día, las cosas serán diferentes”.
En cuanto a la incertidumbre que genera apostar por determinadas tecnologías sin conocer con certeza su potencial desarrollo y evolución en el mercado, Schrage explica que “hay que oír al mercado, dejar que los usuarios y potenciales clientes colaboren en el diseño, que ayuden a innovar, siendo ésta la garantía para acertar”.

Denominador común: simplificación
En ocasiones, “hay profesionales que están más interesados en conseguir que algo funcione, que en el mero hecho de que sea sencillo y utilizable para todos”, en opinión de Schrage. Un aspecto que influye y desincentiva a los usuarios, que encuentra difícil de utilizar complejos dispositivos electrónicos, especialmente desarrollados para el mercado de consumo, lo que aún resulta más paradójico.
Por su parte, Figueiras se refiere a otro aspecto: la insatisfacción de los clientes que, en ocasiones, no ven sus necesidades cubiertas. “Y es que se sigue pensando que atracción y uso significan convencimiento y no es tanto así”, expone. El co-director del MIT concluye: los profesionales que diseñan tienen motivaciones que no se basan en la sencillez”.
En el capítulo de diferencias entre Estados Unidos y Europa en materia de innovación y desarrollo TIC, Schrage se ha mostrado diplomático, refiriéndose a que “si bien casi está siendo superado por China, el avance de Estados Unidos se basa en responder a las necesidades mirando de abajo a arriba y no al revés cómo se hace en Europa, donde existen instituciones que están más constreñidas”.




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