Comunicaciones

El rol de la Generación Y en el cambio tecnológico

Artículos, columnas de opinión y todo tipo de documentos coinciden insistentemente en repetir una verdad que solo lo es a medias: el fenómeno de la ‘consumerización’ de las TI está siendo impulsado y modelado por la Generación Y, es decir, por aquellos que nacieron entre 1982 y 1994, y que ahora están llegando masivamente a la empresas.

Es cierto que la Generación Y está incorporando sus propios hábitos y expectativas tecnológicas a los puestos de trabajo, pero si se planifica la estrategia TI corporativa dejándose llevar por ciertos mitos sobre este grupo demográfico y su rol en el proceso de consumerización que viven las empresas, se corre el riesgo de acabar adoptando soluciones con poco valor para el negocio.

Mito de las reglas sociales. El mayor de los mitos está relacionado con el networking social. Según esta creencia, la Generación Y no utiliza el correo electrónico ni el teléfono por lo que será necesario definir una estrategia de ‘negocio social’ para comunicarse con el interior y el exterior de la organización. Pero esto solo es verdad en parte: se debe poner en marcha una estrategia que contemple el uso de las herramientas sociales pero sin eliminar el teléfono y el email.

Las herramientas sociales son esenciales para determinadas interacciones, especialmente las asíncronas, que se caracterizan por entradas permanentes en el tiempo con comentarios o contestaciones susceptibles de ser clasificados por relevancia. Sin embargo, a la hora de la verdad, para una gran parte de las actividades diarias esto resulta menos eficiente que una llamada de teléfono o una reunión cara a cara entre distintas personas, y además mucho menos gestionable que el email: para comprobarlo basta con intentar encontrar tweets de hace dos semanas o determinados items mencionados en ellos.

Generación YEs cierto que la Generación Y se siente muy cómoda con el modelo asíncrono de mensajes cortos en cascada, pero también la generación anterior, la llamada Baby Boomer, se curtió en foros y chats, que no son en esencia muy diferentes del ‘muro’ de Facebook y de Twitter. Pese a ello, dicha generación se adaptó perfectamente a los canales de comunicación de la época (el teléfono y los mensajes impresos, el email no había arrancado aún), aunque sin renunciar a las más nuevas herramientas en sus relaciones de ocio o con grupos reducidos de compañeros de trabajo. Lo único que sucedió es que los Baby Boomer adoptaron antes el email que sus colegas de más edad, de la misma forma que la Generación Y ha adoptado las herramientas sociales antes que ellos, pero sin que se produjera ninguna disfunción laboral.

De la misma forma, la Generación Y utilizará el email porque todavía es fundamental para las comunicaciones de negocio. Puede ser que un día las herramientas sociales ocupen ese papel, pero hasta que eso se produzca los empleados más jóvenes se adaptarán sin problemas a las formas estándar de trabajo actuales, así como los de más edad adoptarán las herramientas sociales para aquellas actividades donde añaden valor. De hecho, los empleados de más edad se muestran tan dispuestos a sacar partido de las herramientas sociales corporativas como los más jóvenes en actividades que vayan más allá de ‘pasar el rato’.

Pero hay otras razones además para no obsesionarse con el ‘imperativo de lo social’. Nuevas investigaciones muestran que la Generación Y –cuyos miembros están acostumbrados a ser el punto central de atención de sus padres- es menos solidaria y más egoísta que las generaciones previas. Su activismo social va más en la dirección de conseguir ventajas personales que en contribuir a alcanzar un mayor bienestar social.

Por supuesto, tales conclusiones no son indicativas del comportamiento futuro. Después de todo, el estereotipo de ‘apática’ e ‘indiferente’ que se atribuyó a la generación previa, la X, se demostró no ser cierto. Y los anteriores, los Baby Boomers –los contraculturales de los 60-, acabaron con el tiempo formando, por un lado, la base de la cultura del consumo de masas, y, por otro, la generación con el mayor nivel de tolerancia social ante la diversidad y la más preocupada por la protección del planeta. Parece claro que la Generación Y, como antes lo han hecho todas, irá evolucionado y la sociedad con ella, interactuando entre sí.

Mito de las reglas móviles. Otro gran mito es que la Generación Y no usa los ordenadores, si es que los tienen. Todo empieza y acaba en el smartphone. Sin embargo, los Baby Boomers fueron usuarios activos de smartphones antes de que los más jóvenes salieran de los institutos. ¿Quiénes compraban si no aquellos dispositivos BlackBerry y Windows de los últimos años 90 y de la siguiente década? ¿Quiénes si no han liderado la adopción del iPhone y de los smartphones Android?

Los más jóvenes se sienten cómodos con la tecnología más moderna porque han crecido rodeados de ella. Pero los Baby Boomers crecieron en los primeros días del PC e Internet. La Generación Y están, por supuesto, muy familiarizados con algunas tecnologías que sus antecesores, pero no son radicalmente diferentes de la generación anterior en cuanto a ‘apertura de mente’ ante lo tecnológico. Es más, se podría decir que es falso que sean los más jóvenes los que han abierto las puertas a la ‘Era Post-PC’: han sido sus predecesores los que han formado la capa ejecutiva que adoptó antes que nadie el iPad y los smartphones en la empresa. Han sido ellos los que demostraron que esos dispositivos valían para algo más que el ocio y el entretenimiento. Y en este punto ambas generaciones se complementan. La Generación Y está impulsando la tendencia a abandonar el PC como principal herramienta de negocio que los Baby Boomers iniciaron.

Mito de la inseguridad. Se suele afirmar que los empleados más jóvenes no respetan ni la privacidad ni la protección de la información, pero esto solo es una percepción errónea de la realidad. Los trabajadores siempre han utilizado la información fuera de las áreas permitidas. Hace ya algunos años la tecnología dominante para intercambiar información era la fotocopiadora y el fax, y ambas herramientas fueron utilizadas para filtrar secretos a la competencia o a la prensa.

Hoy muchas compañías se muestran paranoicas con la seguridad, pero no por motivos generacionales sino por la historia reciente. Las series de escándalos económicos de los años 2000 han llevado a leyes como la Sarbanes-Oxley, y han causado que algunas compañías endurezcan sus medidas de protección. Igual efecto ha tenido el 11S. En un entorno de este tipo es difícil confiar en nadie para mantener a salvo los datos, especialmente a la luz de los provechosos resultados de los ataques de ingeniería social.

La tendencia de llevar la información allí donde es más útil es un comportamiento humano con independencia de generaciones. Solo ahora se dan dos circunstancias diferentes: ahora hay más información electrónica, lo que facilita su manipulación y distribución; y ahora los usuarios pueden controlarla más mediante una amplia variedad de dispositivos. Ello hace imposible volver a las duras condiciones policiales de los años 50 en plena Guerra Fría.

Esa naturaleza electrónica que hoy tiene la información supone un serio riesgo cuando se almacena y transmite por Internet. Es muy difícil mantener secretos en la Red y mucha gente joven desconoce todavía la gran exposición de sus datos y cómo pueden ser utilizados contra ellos. Pero, sin duda, con el tiempo aprenderán a protegerse más y mejor en el nuevo contexto electrónico global en el que vivimos. También la sociedad se adaptará y acabará sabiendo establecer diferencias entre una simple indiscreción y un comportamiento realmente problemático.

De lo mencionado hasta aquí sería una simpleza sacar como conclusión que, a la hora de diseñar estrategias tecnológicas, lo mejor es no tener en cuenta las características propias de la Generación Y y esperar a que acaben actuando como los empleados de mayor edad. Como sería una torpeza planificar exclusivamente con este segmento de edad en mente. Los más jóvenes, como siempre ha sucedido, están más familiarizados con las últimas tecnologías y sabrán sacar todas sus posibilidades al máximo: seguirán siendo líderes de las nuevas tendencias y fuente de inspiración para encontrar nuevas formas de pensar. Y la estrategia en TI de las organizaciones debería tenerlo en cuenta.

Traducción libre del artículo “Millennials aren´t the villains or drivers in consumerization”, publicado por Galen Gruman en Infoworld (IDG).



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