No habrá regulador paneuropeo

Una vez más, la contradicción permanente con que se mueve el proceso de creación de un mercado único europeo ha vuelto a aparecer en relación con las telecomunicaciones. En un encuentro celebrado en Luxemburgo el pasado junio, los ministros de los 27 estados miembros de la Unión Europea descartaron finalmente –y como se preveía– la propuesta de la comisaria Viviane Reding para crear un único regulador con competencias en todos los mercados de la UE. La propuesta era parte del plan de reforma presentado por Reding, en el que se incluían otras medidas que sí han recibido un mayor apoyo, como la aplicación a los operadores de un sistema de penalizaciones que garantice la separación funcional entre sus infraestructuras y los servicios que sobre ellas prestan. Con tal sistema se pretende presionar a los ex monopolios para que abandonen algunas prácticas de dudoso respeto a la competencia. Reding también recibió el apoyo a su idea de emitir una serie de directrices dirigidas a la industria de telecomunicaciones para garantizar el “justo” retorno sobre la inversión y a la propuesta relacionada con la compartición de la infraestructura de redes de próxima generación.
La creación de un gran regulador europeo era, en cualquier caso, uno de los puntos más importantes del plan de Reding. La comisaria defendía que este organismo debía tener un poder en Europa equivalente al de la FCC (Federal Communications Commission) en Estados Unidos respecto de todo lo relacionado con la supervisión supranacional del mercado de las telecomunicaciones. Asumiría además las funciones de ENISA, la agencia de seguridad en red europea. Pero lo cierto es que las actitudes contrarias a esta medida han ido aumentando progresivamente en intensidad, especialmente entre las autoridades de telecomunicaciones nacionales, cuyo poder, lógicamente, hubiera quedado eclipsado por el de una agencia central de tales características.

El lamento de Reding
Los reguladores nacionales de los 27 países de la UE defendían, como alternativa a la propuesta de Reding, impulsar la coordinación a través del Grupo Europeo de Reguladores (ERG), donde las relaciones entre ellos se mueven en un plano meramente informal. Motivo por el que la comisaria no confiaba en la viabilidad de esta solución, ya que, en su opinión, el ERG no tiene la suficiente fuerza para llevar a cabo la tan esperada reforma del sector de las comunicaciones. De hecho, este organismo ha sido completamente incapaz de rebajar los precios y de aumentar la competencia en el sector.
“He comprendido que todos los ministros prefieren una entidad de menor importancia que la propuesta”, declaró Reding tras el encuentro en Luxemburgo, refiriéndose también al rechazo prácticamente general a la fusión de ese nuevo cuerpo de telecomunicaciones europeo con ENISA. “Lo lamento, porque creo que existen muchas sinergias en la combinación de la regulación de la red con su seguridad. Sigo opinando que hubiera sido mejor contar con una sola agencia que con dos cuerpos separados”.

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