La hora de la fibra
Ahora que la Comisión Europea ya estudia la forma de abordar la regulación de las redes de acceso de nueva generación y que en España la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT) y el Ministerio de Industria empiezan a considerar la cuestión, la fibra sale de las grandes redes troncales –públicas y privadas– para acercarse hasta el mismo domicilio de los usuarios. En sus variadas formas (hasta el hogar o hasta el edificio, entre otras muchas) y sus múltiples combinaciones con el cobre, la fibra ha dejado de ser la apuesta de futuro de un puñado de expertos para estar en la agenda de todos los implicados en el sector. La reciente celebración en Barcelona del FTTH Council Europe –organización sin ánimo de lucro para promover el uso de la fibra como tecnología de acceso– dejó constancia del cambio que se está produciendo. Como señaló su presidente, Hartwig Tauber, “durante los pasados doce meses se ha producido un incremento significativo en las dinámicas del mercado en torno a la fibra, con proyectos piloto en marcha, y la amplia aceptación de que esta tecnología representa el futuro para Europa. Todavía estamos por detrás de Estados Unidos y Asia pero nos movemos en la dirección correcta”. La propia Telefónica ya ha comenzado la primera fase de un proyecto para llevar fibra a sus redes de acceso.
La regulación o desregulación de estas nuevas redes será ahora el gran debate en las instancias europeas y nacionales. Las autoridades tratarán de allanar el camino a las nuevas inversiones no desactivando su potencial rentabilización por los que se lancen al nuevo mercado, fundamentalmente los operadores dominantes, con una normativa asfixiante. Los operadores alternativos y los reguladores asegurando que la fibra no se convierta en un nuevo régimen en monopolio de facto. El debate promete. En juego están unas inversiones enormes que algunas estimaciones sitúan en una horquilla que va de 1.000 a 7.000 millones de euros sólo para España. Y lo más importante, la supervivencia de un sector que, en otro caso, acabaría con el cobre al cuello, estrangulado por el propio negocio que tan rentable les fue en otros tiempos.