La fibra, a debate

Nuevas redes de acceso: ¿regulación o vía libre?

Los responsables de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) reconocieron públicamente a finales del pasado año que este organismo, máxima autoridad en el sector, se planteaba regular las redes de telecomunicaciones del futuro, que estarán basadas fundamentalmente en fibra óptica. Trasladaban así a España uno de los debates más intensos que existen ahora en el sector de telecomunicaciones en Europa.

Como un tsunami, la cuestión sobre si se debe o no regular a priori cualquier nuevo despliegue de redes que se vaya a producir ha provocado gigantescas olas de polémica. Y eso que la discusión no ha hecho más que empezar. Aun quedan muchos meses por delante en los que lo más espinoso está por venir. La CMT, presidida por Reinaldo Rodríguez, diseña ahora un plan de acción, todavía por definir. Mientras tanto, la tormenta en Europa arrecia, con iniciativas dispares por parte de cada país. En juego hay miles de millones de inversión, que algunos expertos estiman que podrían superar ampliamente los 6.000 millones de euros solamente en España.

La nueva fase evolutiva
Para entender la importancia del debate hay que situar el contexto y sus protagonistas: las denominadas redes de nueva generación, o redes del futuro, y sobre todo las fijas, basadas en fibra óptica o híbridos de ésta con otras tecnologías. Este tipo de infraestructura puede dar velocidades de transmisión muy superiores a las actuales. En concreto, hasta 100 Mbps, mientras que las redes más rápidas actuales, basadas en las líneas telefónicas de cobre, ofrecen en el mejor de los casos hasta 20 Mbps. ¿Por qué ahora de repente surge el debate sobre la fibra óptica cuando esta tecnología lleva años en el mercado sin ningún impedimento para instalarla? De hecho, Telefónica tiene enterrados cientos de kilómetros de fibra óptica después de una fiebre inversora en la década de los años noventa que fue paralizada por Juan Villalonga, que presidió la operadora entre 1997 y 2000.
Para comprenderlo hay que aplicar una cierta lógica económica. Hasta ahora, el par de cobre y sus sucesivas renovaciones –como, por ejemplo, las tecnologías DSL, que exprimía sus capacidades–, habían sido suficientes para cubrir las necesidades del mercado en servicios como la conexión a Internet. Aparte de que hasta hace poco tiempo había pocos usuarios de Internet en términos relativos, las velocidades demandadas eran también reducidas. No había lugar –al menos desde el punto de vista económico– para dar el siguiente paso tecnológico, creando una red totalmente nueva y, por supuesto, muy costosa. Pero a medida que se incrementa la demanda, también lo hacen las capacidades requeridas, especialmente con la aparición de los nuevos servicios (doble play, triple play, televisión digital, etc.). Ante esta avalancha, el par de cobre ya no resulta suficiente para soportarlo todo. Sencillamente, las carreteras comarcales de la Sociedad de la Información se han quedado pequeñas, por mucho que en estos últimos años se hayan ido ampliando los arcenes. Ahora, más que nunca, se necesitan verdaderas autopistas de tres o cuatro carriles en cada sentido.
Para algunos, como el propio Reinaldo Rodríguez, la trascendencia del próximo cambio tecnológico, y de la regulación o no de la fibra, es inmensa. Según declaraba Rodríguez en unas conferencias ofrecidas en una escuela de negocios a finales de enero, “nos estamos jugando el futuro de los próximos 15 ó 20 años según las decisiones que tomemos”. La modernización que supone sustituir la red de cobre de acceso telefónico clásica por una de cable de fibra óptica, comentó, “es necesaria, ya que la actual red se empezó a construir en los años 50”. Y aunque se realizó “una actualización a finales de los años ochenta”, dijo el presidente de la CMT, ha llegado el momento del cambio: “ahora estamos en la siguiente fase evolutiva”.

Abrir el melón
España, que en términos de banda ancha ocupa un lugar relativamente modesto en el ranking europeo, ha aterrizado en el debate sobre la posible regulación de la fibra ni demasiado tarde, ni demasiado temprano. La verdadera polémica empezó cuando, el pasado año, la Comisión Europea abrió el melón de la discusión acerca de la idoneidad del modelo de desregulación del sector diseñado hace años, a juzgar por los resultados, dudosos en muchos países. Ni corta ni perezosa, la Comisión, con Viviane Reding a la cabeza –su comisaria de Sociedad de la Información–, lanzó la idea de empezar a definir un nuevo modelo de regulación en el sector. En definitiva, un nuevo modelo de liberalización de las telecomunicaciones.
El proceso de redefinición hacia un nuevo modelo, en todo caso, será lento. La UE se ha marcado el año 2009 como plazo para tener totalmente definidos los objetivos. Pero Reinaldo Rodríguez no quiere esperar hasta entonces viéndolas venir. Entre otras cosas, su mandato como presidente vence antes, y nadie sabe, por otro lado, qué será de la CMT y de su puesto cuando, en 2008, se celebren elecciones generales en nuestro país. Un vuelco electoral sacaría del Gobierno al partido que estableció la actual estructura del regulador. Por eso, el presidente de la CMT se ha anticipado anunciando una consulta pública que estará lista a lo largo de 2007. Sin embargo, Reinaldo Rodríguez tampoco quiere pecar de premura. Las prisas, según la entidad, no son buenas consejeras nunca. Es algo que el regulador nunca ha perdido de vista, independientemente de qué presidente está al frente.
Otros países, puenteando de algún modo a Bruselas, ya han empezado a tomar decisiones, convencidos de que el plazo marcado por la Comisión Europea es excesivamente amplio. De hecho, una idea muy extendida en el sector es que carece de sentido empezar a aplicar el nuevo modelo de telecomunicaciones a partir de 2010 como muy pronto. No habría mercado que aguantara tanta incertidumbre durante tanto tiempo. Las iniciativas que se han empezado a tomar en algunos países son en ciertos casos drásticas y divergentes. Por ejemplo, mientras en Reino Unido se ha procedido a separar las redes de acceso de los operadores de lo que son los servicios, en Alemania, el Gobierno ha decidido otorgar al antiguo monopolio, Deutsche Telekom, lo que se ha venido a denominar “vacaciones regulatorias”. Es decir, a Deutsche Telekom se le va a eximir durante un tiempo de cualquier obligación regulatoria en cuanto al despliegue de fibra óptica para que la desarrolle libremente.
De momento, en España, y a pesar de que el despliegue masivo de fibra óptica todavía es una entelequia, nadie quiere quedarse fuera del debate. Así, unos y otros han empezado a lanzar la que será su postura en los próximos meses, calentando el mercado con todo tipo de argumentos, recorriendo los pasillos (en términos anglosajones hablaríamos de hacer “lobby”) para que sus ideas prevalezcan e iniciando una batalla dialéctica para hacer que sus argumentos circulen por el sector y calen en la opinión pública.
Reinaldo Rodríguez es consciente de que entre manos tiene posiblemente uno de los mayores retos desde que fue nombrado presidente de la CMT. Como él mismo dice, en un pa

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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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