¿Crisis en el IEEE?

El grado de adopción de soluciones tecnológicas por las empresas españolas nos sitúa en una posición media-baja en comparación con los países de la UE, según un estudio realizado por e-Quatium para @asLAN. La pérdida de posiciones en innovación tecnológica, pese al considerable esfuerzo inversor realizado por la Administración, pone en peligro nuestro crecimiento económico.

El objetivo es que los usuarios móviles puedan disfrutar de acceso a Internet de banda ancha mientras se desplazaban a grandes velocidades. Pero el grupo de trabajo que intenta desarrollar el estándar 802.20 que lo haga posible sufre desde su inicio una travesía tormentosa, hasta el punto de que el IEEE acordó la suspensión de sus actividades en junio de 2006. Sólo después de un proceso de depuración y replanteamiento de métodos y objetivos, el grupo volvió a ponerse en marcha el pasado enero.
Después de casi cuatro años de deliberaciones, el comité ejecutivo de la Standars Association del IEEE decidió disolver el grupo de trabajo dedicado a la banda ancha móvil al haberse convertido en “excesivamente polémico”, haber mostrado evidencias de la posición de “dominio” ejercida por algunos fabricantes y estar sufriendo “otras potenciales irregularidades”. Según Craig Mathias, miembro del IEEE y directivo de la firma de consultoría e integración Farpoint, “se estaban produciendo muchas acusaciones de comportamientos políticos hostiles. Y alguien tenía que poner fin a esta situación y volver a una posición de partida completamente diferente”. El pasado noviembre, en una reunión celebrada en Dallas, el IEEE invalidó las decisiones del grupo y aprobó la formación de uno nuevo totalmente renovado y bajo la coordinación de un nuevo presidente.
El caso del estándar 802.20, que podría competir con la versión móvil de WiMAX (802.16a) e incluso HSDPA (la 3,5G), no es un incidente aislado. Las fuertes controversias –e incluso escándalos– que rodearon la actividad del grupo, en las que no faltaron incluso los sobornos, es, al decir de los más críticos, sólo el más reciente y dramático ejemplo de un proceso de desarrollo de estándares torpedeado por los intereses comerciales, la falta de participantes neutrales y, a veces, de un claro liderazgo.
En 2005, los enfrentamientos en el seno del grupo de trabajo encargado del desarrollo del estándar UWB (Ultra WideBand) pusieron en peligro su objetivo. Y si 2006 era el año previsto para la finalización del largamente esperado 802.11n para LAN inalámbricas a 100 Mbps, la lucha entre fabricantes por las distintas alternativas tecnológicas a adoptar ha retrasado esa fecha dos años más, prolongando una situación que en nada beneficia a los usuarios. Es tal la presión del mercado por disponer de redes wireless 802.11n que los fabricantes ya están lanzando soluciones pre-n, creando en los clientes el dilema de si esperar al estándar definitivo o desplegar los productos actuales, que podrían requerir actualizaciones dentro de un año.

El parto de la burra
Según los expertos, uno de los principales problemas que están contribuyendo a que se produzcan estas anomalías en el proceso de estandarización del IEEE es el elevado número de participantes en los grupos de trabajo. Si antes las decisiones se tomaban por más o menos una docena de miembros, ahora es frecuente la participación de cientos de integrantes con derecho a voto, dificultando enormemente la dificultad de llegar a acuerdos. “El último comité en el que participé estaba formado por 15 personas”, afirma Joe Skorupa, analista de Gartner que trabajó durante más de ocho años en el desarrollo del estándar Ethernet original y presidió 802.3 Network Management Task Force durante otros cuatro. “Ahora, sin embargo, hay comités con cientos de participantes. El número de miembros de uno de los comités dedicados a estándares wireless incluso se ha acercado a mil. Y es muy complicado cerrar cuestiones con tanto gente”.
El gran tamaño de los grupos de trabajo ralentiza el proceso de creación y revisión de borradores, así como la ratificación final de los estándares, que requiere el voto favorable del 75% de los asistentes. Cualquiera puede participar en las reuniones y plenarios de los grupos de trabajo y conseguir el derecho a voto con sólo pagar una cuota de registro, generalmente no más de unos pocos cientos de dólares. En el caso de 802.11n, cuyo grupo de trabajo ha llegado a contar con hasta 500 miembros, el borrador inicial no consiguió ese 75% de los votos en la reunión de mayo de 2006. El lento progreso de los desarrollos del grupo de trabajo llevó a la creación a finales de 2005 del Enhaced Wireless Consortium por Intel, Cisco, Broadcom y otras 24 compañías, a fin de intentar romper el bloqueo creado por las facciones en contienda.
Todos los participantes, incluidos los oficiales del IEEE 802 LAN/MAN Standards Committee (comúnmente conocido como Project 802) y los ejecutivos del IEEE Standards Board, son voluntarios que, por lo general, trabajan como ingenieros en las compañías del sector. Y aunque algunos donan su tiempo y esfuerzo desinteresadamente en beneficio de la industria, la mayor parte cuentan con el apoyo financiero de sus empresas para costearse la asistencia a las reuniones que los grupos de trabajo celebran en cualquier parte del mundo.
Otro factor que ralentiza el proceso es que, de acuerdo con las normas en vigor, el IEEE ha de dar una respuesta formal a cada uno de los comentarios que los participantes envían cuando votan contra un borrador o propuesta específicos. Y cuando hay muchos votos negativos se genera un enorme volumen de esa clase de réplicas. Así, cuando hay muchas facciones en liza lanzando objeciones a una propuesta concreta, se puede crear una situación que acabe ahogando el proceso. Siguiendo con el ejemplo de 802.11n, la derrota del borrador final sometido a votación provocó nada menos que 12.000 comentarios.

Rivalidad y abusos de poder
Muchos observadores atribuyen la gran dimensión de los grupos de trabajo a la enorme rivalidad entre los fabricantes competidores, que intentan influir en su favor con la presencia del mayor número de miembros. Tal fue el caso bien conocido del grupo 802.20, en cuyo seno se enfrentaban dos facciones lideradas por Intel y Motorola, por un lado, y, por otro, un amplio número de votantes alineados con Qualcomm y Kyocera. Desde un primer momento, al decir de los observadores, Qualcomm intentó hacer fracasar el desarrollo del estándar, basado originalmente en la tecnología Flash Orthogonal Frecuency Division Multiplexing de Flarion Technologies. Incluso después de la adquisición de Flarion por 600 millones de dólares el pasado agosto, Qualcomm siguió en el ojo del huracán cuando el entonces presidente del grupo de trabajo, Jerry Upton, reconoció haber recibido pagos por parte del fabricante.
Aunque muchos expertos y observadores aseguran que los enfrentamientos no son nuevos en el IEEE, reconocen que el problema está yendo a peor. Para Franz Dzubeck, consultor que ha seguido el proceso de estandarización desde antes de la creación del Project 802 en 1980, “los fabricantes siempre han intentado manipular los procesos de estandarización”. Una opinión que comparte Bob Metcalfe, inve

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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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