Assessment, el primer paso para encontrar la solución

  

“Lo que bien empieza, bien acaba” se puede aplicar también al mundo de las tecnologías de la información. Si se empieza por analizar detalladamente las necesidades, será más fácil acabar encontrando la solución adecuada. El assessment, un análisis inicial exhaustivo, es prioritario a la hora de realizar una implantación tecnológica o un proyecto de consultoría. Los datos recopilados en este análisis son datos reales en lugar de estimaciones y, por tanto, permitirán dimensionar y diseñar infraestructuras de forma precisa.

La práctica del assessment permite medir y dimensionar mejor los recursos necesarios para un proyecto. De esta forma, se ahorran costes al no tener que sobredimensionar la plataforma, se acorta la fase de implantación  y, en definitiva, se consigue una mayor satisfacción del cliente. Lógicamente esta fase de análisis se aplica también a los proyectos de virtualización (servidores, escritorios y aplicaciones) aunque existen matices diferenciales en función del tipo de proyecto.

En el caso del assessment para proyectos de virtualización de servidores (consolidación de infraestructura), es también conocido como capacity plan. En este análisis se hace inventario de todos los activos (fundamentalmente servidores y almacenamiento) involucrados en el proyecto para, posteriormente, evaluar las cargas de trabajo y medir la utilización de los recursos de computación (memoria, CPU, disco, etc.). El objetivo es analizar la capacidad actual, el nivel de utilización y las necesidades futuras para modelizar y dimensionar el escenario final.

En el assessment para proyectos de virtualización del desktop y también en el caso de las aplicaciones, el usuario final tiene un papel fundamental. Es crítico que la solución que se vaya a implantar preste especial atención a la percepción del usuario y a la usabilidad. Para ello es importante evaluar el impacto en los usuarios y establecer una adecuada gestión del cambio.

Este tipo de assessment analiza pormenorizadamente el modo en el que los usuarios utilizan su puesto de trabajo y las aplicaciones, teniendo en cuenta que el dispositivo físico (PC, portátil, etc.) es un medio para ejecutar las aplicaciones y no un fin en sí mismo.

Partiendo de estas premisas, se realiza el inventario de los recursos utilizados, que en este caso incluyen el tipo de desktop físico, los periféricos, aplicaciones, etc. y se procede a la categorización de los usuarios en función del tipo de escritorio y aplicaciones que utilizan. Una vez realizada la identificación de estos recursos, se mide el uso de dichos recursos para definir las plantillas que se ajusten a las distintas categorías. Por último, con toda esta información  se hace el modelo de desktop final y el dimensionamiento de la infraestructura necesaria para implantar la solución diseñada.

Puesto que las comunicaciones juegan un papel importante en un proyecto de virtualización del puesto de trabajo, han de estar presentes también en el análisis inicial. Los parámetros que han de tenerse en cuenta son el ancho de banda, la latencia y la calidad de la línea. Cruzando esta información con las necesidades de cada tipo de usuario (como multimedia, VoIP, movilidad, etc.) se obtendrá la información necesaria para elegir el protocolo (y al final, el producto) más adecuado para la puesta en marcha de un entorno de desktop virtual.

En el actual escenario de cambios en la plataforma cliente (nuevos sistemas operativos como Windows 7, las nuevas arquitecturas 64 bits, etc.) es muy habitual (y recomendable) aprovechar la implantación de un entorno de puesto de trabajo virtual para migrar el sistema operativo cliente. En este caso, se analizarán también en el assessment la compatibilidad de las aplicaciones entre el entorno actual y el escenario final deseado.

Como conclusión, el assessment es siempre el primer paso hacia el éxito de un proyecto de virtualización. Evitemos empezar a construir la casa por el tejado.

Marcos Paredes, Director de Tecnología de Ozona Consulting