NFC va en serio

Visto el entusiasmo con que los operadores se van implicando en pilotos de NFC en los mercados desarrollados donde el pago móvil es hoy prácticamente inexistente –es decir, casi todos menos Corea del Sur y Japón–, este y el que viene pueden ser considerados como los años del verdadero despegue de este tipo de servicios móviles. Su desarrollo tecnológico lleva años cociéndose a fuego quizá demasiado lento, pero parece haber conseguido ya la madurez, estabilidad e interoperabilidad necesarias para triunfar a lo grande.
Hay firmas de investigación de mercados que, como Yankee Group, consideran tanta verborrea y tanta actividad precomercial en NFC como meros instrumentos de marketing para atraer la atención de expertos y usuarios. Pudiera ser -nada menos raro en este sector- pero si, como parece, por fin se van creando modelos de negocio capaces de aportar valor a todos los agentes de la cadena de NFC, no atacar este mercado potencial en serio no tendría sentido. Si comercios, entidades financieras y operadores consiguen acordar el reparto del valor –pequeño pero voluminoso en número de transacciones– de los pagos por el móvil, y si sigue aumentando el número de smartphones con soporte de NFC disponibles en el mercado, nada más natural que satisfacer la demanda latente por converger la billetera, la tarjeta de crédito y el móvil. Dada la comodidad y versatilidad de estas soluciones de pago, en un momento en que los consumidores y profesionales ven en el móvil una herramienta multiaplicación para casi todo, si se logra conseguir una experiencia de usuario rápida y simple, y un nivel de seguridad satisfactorio, el éxito parece asegurado. Y así lo prevén las firmas de investigación: uno de cada cinco móviles estará preparado para operar con NFC en 2014, año en que el volumen de este tipo de transacciones ascenderá a 175.000 millones de euros en todo el mundo.
Dos tendencias relacionadas con todo lo anterior constatan el enorme potencial de NFC no sólo para los pagos móviles sino, como demuestran la distinta naturaleza de los numerosos pilotos nacionales e internacionales en marcha, para otras muchas aplicaciones. Una es la formación de acuerdos de colaboración y alianzas entre operadores para atacar unidos este mercado y animar así su adopción masiva. Es el caso de la reciente alianza entre Telefónica, Vodafone y Orange en España. O el de Telefónica, a través de O2, con Vodafone en Reino Unido, que contempla incluso la formación de una joint venture para explotar comercialmente estos servicios desde una plataforma común abierta también a la publicidad móvil.
Otra tendencia clave es el interés manifestado por NFC por parte de los pesos pesados del mercado de móviles que sustentan las principales plataformas de smartphone. Google no sólo ya ha incluido soporte de la tecnología en su sistema operativo sino que, con el carácter pionero que le caracteriza en casi todo, ha abierto un piloto en Estados Unidos con su Nexus S, la red de Sprint y la colaboración de MasterCard en el que participan 150.000 comercios. Y Microsoft ya ha prometido incorporar NFC a su Windows Phone, algo que podría suceder este mismo año, sin esperar a la próxima gran actualización de sus sistema operativo móvil. Sólo Apple mantiene el silencio sobre sus planes para los pagos móviles, dejando una vez más que sean los rumores y las especulaciones las que alimenten la posibilidad de una hipotética actualización a NFC de su iOS. En cualquier caso, casi todos los expertos en iPhone lo dan por seguro porque lo contrario no se entendería. Meterse en aventuras ‘propietarias’ por una vez podría salirle caro si, como señalan algunos expertos, la presencia de NFC irá bajando incluso hasta los dispositivos de gama baja para convertirse en algo radicalmente cotidiano.

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