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¿Podremos permitirnos el Internet de las Cosas?

Quién no ha oído alguna vez la frase: "vivimos en el futuro", cuando nos asombramos de los artefactos futurísticos que aparecen al hacer alusión al Internet de las Cosas.

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Casas inteligentes, coches smart, o smart lo que sea...  Si, vamos hacia allí, al Internet de las Cosas. No obstante, existen dos factores que podrían ralentizar el advenimiento triunfal de esta tendencia: los estándares (o, más bien, la falta de ellos) y el precio. El primero de ellos es evidente: todo el mundo quiere entrar en la rueda del IoT pero los consumidores estamos cautivos en la confusión cuando nos aproximamos a la oferta de productos y de ecosistemas. Un ejemplo de ello son las plataformas de wellness que, no solo cuentan nuestros pasos, controlan nuestro pulso, y nos proporcionan información personal relacionada con otros aspectos sino que utilizan esta información para activar o desactivar la iluminación y la climatización en nuestros hogares, además de otras cosas. Esta plataforma, propiedad de LG, que emplea lenguaje hablado para controlar sus productos, está en proceso de compatibilizar su sistema con los productos de Nest, uno de los fabricantes de IoT más destacado en la actualidad. Pese a todo, Nest no es un estándar hoy en día (por ahora).

Al igual que ocurre con Nest, un gran número de productos “smart” que se están presentando cada día no pueden trabajar junto con otros, pocos de ellos se complementan con sistemas de otros fabricantes, algunos incluso resultan totalmente incompatibles- lo cual es sorprendente-, y operan con un número muy limitado de partners. Cuando hablamos de lo que cuesta vivir más inteligentemente la respuesta la tiene nuestro presupuesto si nos permite pagar los 6000 dólares que cuesta el último modelo de refrigerador inteligente de Samsung.

Aunque también hay excepciones para los consumidores de sistemas de seguridad en el hogar,que ya pueden encontrar productos IoT que se comercializan con la etiqueta “affordable”, como es el caso del Canary Home Security Device, el cual se lanzará al mercado a partir de febrero por menos de 250 dólares. Y es que casi todas las tecnologías que utilizamos hoy empezaron como productos de lujo que han ido convirtiéndose en elementos cotidianos, como los teléfonos móviles, por ejemplo. En cualquier caso, al Internet de las Cosas le queda todavía un largo recorrido para ver si sus elementos se convierten en populares, o sigue la trayectoria de aquellos lujos que no nos podemos permitir.

 



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