Web services: ¿habrá nueces después de tanto ruido?

Durante los últimos años, los web services se han convertido en uno de esos temas de los que todo el mundo habla, muchos menos entienden y, por supuesto, muchos, muchísimos menos utilizan. Los web services, además, han tenido la desgracia de ser, desde un principio, arma arrojadiza de las campañas de marketing de compañías muy diversas, cada una de las cuales se llevaba el agua a su molino en esta presunta oportunidad que se abría ante las incrédulas bocas de los usuarios que aún no habían salido de la anterior revolución tecnológica cuando ya se les estaba vendiendo la siguiente.
Por si fuera poco, a estos mensajes confusos se suman los cientos y cientos de páginas escritas sobre una tecnología de la que era difícil encontrar un solo usuario en nuestro país, pero facilísimo hallar montones de artículos y reportajes sobre la misma.
Los web services, como tantas otras revoluciones tecnológicas de los últimos años, son una de esas tecnologías con un largo futuro por detrás. Sin embargo, y a diferencia de muchas de estas revoluciones, los web services son más una evolución; son herederos directos de muchas de las iniciativas de desarrollo más utilizadas en los últimos tiempos.
Los web services se definen desde el punto de vista técnico como aplicaciones ofrecidas como servicios que pueden ser integradas con otros web services usando los estándares de Internet. Se trata de componentes software reutilizables escritos en XML que utilizan SOAP para comunicarse entre ellos. Además, pueden ser invocados en el momento de ejecución y no en el de desarrollo como en modelos pasados, permitiendo, así, aplicaciones e integración just-in-time.
Detrás de todos estos aspectos técnicos está la mucho más interesante descripción de los web services como respuesta a la creciente necesidad de una arquitectura de aplicaciones que permita la reutilización, se adapte a las nuevas tecnologías, aproveche el valor de los activos actuales, sea adaptable y, por supuesto, eficiente en costes; o, en pocas palabras, lograr que las TI dejen de ser un limitador del progreso del negocio.
Digo que este objetivo es más importante porque está claro que éste es el fin común que persiguen todas y cada una de las tendencias tecnológicas de los próximos años, el lograr la flexibilidad total y absoluta de las plataformas TI. Y, como en tecnología cada vez es más cierto eso de que el fin justifica los medios, si los web services son la respuesta final al eterno dilema de lograr la siempre ansiada flexibilidad, ¡larga vida a los web services!
De hecho, sinceramente creo que los web services son una realidad y tendrán un impacto enorme en el mercado de software empresarial en los próximos 12-24 meses, pero debemos tener claro que su adopción será gradual. En una primera fase, su ámbito será interno a la empresa, para ir avanzando hacia la disponibilidad externa y finalmente al dominio público y dinámico completo. Probablemente, con los web services será cierta esa afirmación de la ley de Cringley: “La tecnología cambiará a corto plazo menos de lo que esperamos, pero su impacto a largo plazo es mucho mayor del que podemos imaginar.” Pues nada, que así sea. n

Por Jaime García Cantero
Director de Análisis - IDC España

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