¿Modas pasajeras o negocios reales?

El primer reto que debe afrontar un directivo de telecomunicaciones es distinguir el grano de la paja. Puesto en términos empresariales, lo que tiene que hacer es afinar en el diagnóstico de si lo que se presenta como un nuevo maná económico es un negocio real o simplemente una moda pasajera.

En tecnología, se da la circunstancia de que las promesas de negocios fabulosos están a la orden del día. Así ha ocurrido desde que Internet, una de las revoluciones técnicas más importantes del siglo XX, empezó a convertirse en un medio de comunicación de masas en la primera mitad de la pasada década. Desde el surgimiento de Internet, el concepto de Sociedad de la Información se ha convertido en motor de cambios económicos y sociales. El problema es que bajo ese paraguas, al que también se le conoce con el sobrenombre de Economía Digital o Nueva Economía, ha empezado a caber de todo, desde cámaras digitales hasta reproductores MP3, pasando por las agendas electrónicas y teléfonos multimedia con conexión Bluetooth. Cada vez es más difícil determinar qué tipo de artilugios y tecnología ha venido para quedarse y cuál es una mera moda pasajera que se irá tan rápido como ha llegado. No sólo la tecnología se ha reinventado. Con ella también el lenguaje. Un adolescente que hoy en día no sepa el significado de la palabra “esemese” posiblemente sea un joven con problemas, y una persona que siga haciendo fotos con carretes de toda la vida, en lugar de con una cámara digital, de seguro es contemplada como un fósil.
Son ejemplos de lo que pueden dar de sí los cambios tecnológicos, en cuyo epicentro casi siempre aparece una palabra: telecomunicaciones. Aunque aparentemente en los últimos años ha habido toda una avalancha de siglas y nuevas tecnologías, en realidad no son tantos los negocios realmente rompedores que han aparecido, dado que unos y otros están imbricados, tienen relación entre sí, o se pueden considerar como meras derivaciones, bien de la telefonía fija, bien de la telefonía móvil.
Cualquier ejecutivo debe tener en cuenta sólo cuatro conceptos: Internet, banda ancha, móviles y electrónica digital. Simplificando mucho, para entenderlo mejor, cualquier oportunidad de negocio que está surgiendo para las telecomunicaciones sienta sus raíces en al menos uno de esos cuatro conceptos.
El año 2004 fue el del despegue de la banda ancha como fórmula para acceder a Internet desde el fijo. Solamente en España, ya se han superado ampliamente los dos millones de líneas de ADSL, con un crecimiento en el último año del 50%. Si a ADSL se le suman otros sistemas de banda ancha, como el cable, la cifra supera ampliamente los tres millones de conexiones. Según la Asociación de Internautas, en 2004 se lograron 3,36 millones de conexiones de banca ancha.
También fue el año de la victoria del móvil frente a las comunicaciones tradicionales fijas en términos de ingresos por servicios finales. Y por supuesto, fue el año de la masificación de la electrónica digital de consumo (aparatos MP3, cámaras digitales, pantallas de plasma…). Todo está interrelacionado. Las cámaras digitales alimentan de contenidos Internet, que a su vez necesita cada vez de mayor velocidad de conexión para enviar esos contenidos, lo que necesariamente lleva al desarrollo de la banda ancha, cuyo mayor uso no sólo no frena el desarrollo del móvil, sino que a su vez lo incentiva, con servicios web estrechamente ligados a los teléfonos celulares, como las melodías polifónicas, el envío de mensajes cortos y la descarga de logos.
Sobre estos cuatro pilares –Internet, banda ancha, móviles y electrónica digital– pivota todo lo demás, con más o menos peso o con mayor o menor futuro. Estos son los principales terrenos abonados para la implantación de nuevos negocios independientemente de que al final consigan florecer o no por la implícita incertidumbre del mercado, siempre caprichoso.

Voz IP, entre dos mundos
La Voz IP, o VoIP, como se la conoce más técnicamente, ha sido una de las grandes revelaciones durante el pasado año. Este sistema une dos mundos con más de un siglo de distancia entre ellos. La Voz IP usa lo mejor de Internet (su tecnología IP), y lo mejor de la red convencional de telecomunicaciones de toda la vida (la enorme capilaridad del par de cobre). El resultado de esta combinación de dos universos aparentemente dispares es que el coste de la comunicación de voz es infinitamente inferior y por lo tanto los precios que se pueden ofrecer a los usuarios son prácticamente ridículos, por no decir gratis o casi gratis, comparados con los del teléfono fijo de siempre.
De la voz sobre IP se lleva hablando desde hace más de ocho años, pero ha sido en los dos últimos cuando la tecnología ha conseguido depurarse y mejorar hasta el punto de que ya es una alternativa válida en el mercado. Especialmente para aquellas personas que hacen un uso intensivo de comunicaciones internacionales y que quieran abaratar su coste. El pasado año el fenómeno estalló con nombres como Skype, una empresa que ha diseñado el sistema del mismo nombre que agiliza las comunicaciones sobre IP. Resulta extremadamente llamativo que su creador sea el sueco Niklas Zennström, el mismo que creó Kazaa, el programa de intercambio de música entre particulares y que hoy en día es el más amplio del mundo. El software de Skype lo usan 23 millones de usuarios y se calcula que en Europa este sistema, que cuenta apenas con 735.000 usuarios de pago, ha robado hasta un 25% de ingresos a las operadoras tradicionales en algunos nichos.
En Estados Unidos -el país puntero en este tipo de aventura tecnológica- se calcula que ya hay más de 14 millones de personas que usan habitualmente VoIP en sus comunicaciones. En España, donde el reclamo IP ha servido para que se empiecen a posicionar empresas como Peoplecall, Yophone y 4Gphone, algunos grupos prevén que 2005 será el verdadero punto de inflexión. Los especialistas calculan que las ventas de tecnología IP alcanzarán los cien millones de euros durante este año.
Hasta ahora, en nuestro país la implantación de la tecnología IP se ha ido haciendo de forma tímida y a modo de híbrido. Tan sólo como un sistema que empaqueta las comunicaciones de voz (las transforma en datos), y esos paquetes a su vez se envían a través de las redes convencionales para después volver a desempaquetarse. Sin embargo, 2005 será el año de la implantación de la tecnología IP dura, con un proceso de empaquetamiento más sencillo y equipos más sofisticados específicos para este nuevo tipo de comunicaciones. La gran pregunta es, una vez que la tecnología está perfectamente testada y rodada, quién tirará del mercado. ¿Quiénes serán los clientes? Parece que no hay duda. No serán los particulares, sino las empresas. Según el grupo NextiraOne, alrededor de un 32% tendría pensado implantar la tecnología IP a partir de 2005, y el 26% de ellas estarían dispuestas, cuando menos, a probarla para luego decidir.
La voz sobre IP se ha convertido en lo que parece uno de los nuevos paraísos de las operadoras de telecomunicaciones. Según los estudios de algunas consultoras, hacia 2007 esta tecnología podría mover más de 4.000 millones de dólares a

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