Mitos y falacias de las telecomunicaciones

Con un mercado de telefonía fija en el que el ex monopolio aún mantiene una cuota en torno al 80% y con unos precios en telefonía móvil que se han reducido de forma muy limitada tras más de una década de competencia en este segmento, tradicionalmente se ha pensado que la liberalización de las telecomunicaciones en España ha sido un proceso de relativo éxito, escasos resultados y más incertidumbres que frutos reales. ¿De verdad es así o todas estas afirmaciones no son más que algunas de las muchas falacias que se han creado en torno al sector?

El último informe de Implementación de las Comunicaciones Electrónicas (el número 11), elaborado por la Comisión Europea, ofrece un rosario de estadísticas que ponen de relieve los mitos y leyendas que el proceso de apertura del mercado de telecomunicaciones en España, a pesar de su corta edad, ha sido capaz de engendrar. En telecomunicaciones, no todo lo que parece a simple vista es cierto, ni todos los dogmas son infalibles.

El sector está creciendo de nuevo con vigor en el conjunto de la economía europea (ver la primera parte de este informe en el número 210 de Comunicaciones World, correspondiente al pasado mes de abril). De los 614.000 millones de euros que alcanzó en 2005 el macrosector de las TIC, tras un crecimiento que se sitúa en torno a tasas próximas o superiores al 4% anual, 273.000 millones correspondían exclusivamente a las comunicaciones electrónicas. De puertas afuera, el sector vive una especie de segunda juventud, en la que no falta la alegría de decenas de operaciones corporativas, de nuevas inversiones, y de fusiones y adquisiciones con ambiciosos planes de futuro. Pero ¿qué ocurre de puertas adentro? ¿Cómo se las componen las empresas para lidiar con el día a día comercial, con los clientes? ¿De verdad han encontrado un nuevo paraíso? ¿Qué operadores se están llevando la mayor porción de esa tarta? ¿Es esa porción la mejor, la que tiene más crema?

Con una abundante liquidez en el mercado –capaz de financiar todo tipo de proyectos–, y unas estructuras de gestión muy profesionalizadas –fruto de la experiencia de los ajustes que siguieron al estallido de la burbuja tecnológica–, los problemas de las empresas ahora ya no son financieros o de costes. En estos momentos el reto es mucho más complejo: la relación con un cliente que día a día tiene un aspecto más poliédrico.

La competencia ha hecho que proliferen como hongos todo tipo de compañías, desde operadores con más o menos red hasta los puramente virtuales. Se calcula que, en la Europa de los 15, el número de operadores notificados en telefonía fija alcanzó la cifra de 1.534 en 2005, 300 más que un año antes, y todo un récord que supera el conseguido en 2001, cuando el boom de las telecomunicaciones elevó el número hasta los 1.352. No todos los operadores que son notificados están realmente activos en la práctica, pero esas estadísticas son un buen barómetro de las expectativas que existen, porque, tarde o temprano, la mayor parte de las compañías notificadas terminan ofreciendo servicios. De hecho, en el conjunto del mercado europeo, se estima que más de la mitad de los operadores que fueron notificados antes de 2000 están ya ofreciendo servicios plenamente.

Ante tanto aluvión de compañías dispuestas a competir y disputarse el mercado, es normal que los usuarios se hayan vuelto más selectos, más susceptibles, más exigentes. En definitiva, más difíciles de contentar y mucho más volátiles ante las ofertas. Ahora, más que nunca, las telecomunicaciones han pasado de ser un negocio en el que eran las compañías las que determinaban la configuración del mercado, a un negocio en el que es el cliente y sus exigencias quienes marcan las pautas y las tendencias. El problema de retener a los clientes se intensifica si, además, las facilidades para que puedan migrar de uno a otro operador aumentan, tanto desde el punto de vista puramente tecnológico –con sistemas como la portabilidad del número y la preselección– como desde el punto de vista de las ofertas con precios cada vez más agresivos y paquetes integrados cada vez más suculentos.

España es diferente

Aunque la portabilidad y la preselección han estado disponibles desde casi los albores del proceso de liberalización, ha sido entre 2004 y 2005 cuando realmente estos sistemas, que permiten a los usuarios mantener su número de teléfono aunque cambien de operador, se han desarrollado en toda su intensidad, tal como muestran las estadísticas de la Comisión Europea.

En telefonía fija, varios países ya han superado la barrera del millón de números portados, y en móviles, al menos tres ya han sobrepasado los cuatro millones. Pero de entre todos los mercados analizados destaca uno: España. En telefonía fija, y según los últimos datos recogidos por el informe de Bruselas, a fecha de octubre de 2005 había en España más de 1,71 millones de clientes que habían cambiado de operador llevándose consigo su número. Es una cifra que casi duplica la de agosto de 2004, y que supone casi el triple de la del mismo mes de 2003. Ninguno de los países analizados ha experimentado un desarrollo tan extraordinario en un espacio tan reducido de tiempo. Tan sólo serían comparables los casos de Italia y Holanda, los únicos mercados que, además de España, han superado en telefonía fija la cifra mágica del millón de abonados con el número portado.

La Comisión Europea reconoce que elaborar datos con respecto al volumen de números portados –es decir, de clientes que en definitiva cambian de operador– es muy laborioso, debido a las distintas métricas utilizadas en cada país y a la confusión que esas estadísticas puede acarrear. Por ejemplo, de Alemania (uno de los países donde siempre se ha considerado que la competencia de los nuevos operadores ha llegado más lejos) no existen datos. En otros estados, como Hungría y Portugal, el regulador realiza una labor previa de depuración de las estadísticas para determinar el volumen real de portabilidades que existe. En estos países, si un usuario se cambia dos veces o más veces de operador en el mismo año, sólo se contabiliza como uno, ya que de otro modo daría una imagen inflada del nivel de competencia que realmente hay.

La rotación del mismo usuario varias veces de operador a operador no es un fenómeno infrecuente. De hecho, un gran volumen de las portabilidades realizadas se consideran en realidad ficticias, en el sentido de que están provocadas por los mismos usuarios, lo que de algún modo resta calidad a estos datos para calibrar de forma precisa el grado de competencia. En cualquier caso (sean o no los mismos usuarios los que roten una y otra vez), lo que de verdad importa es el mensaje que transmiten: mientras haya alternativas y además estas sean crecientes, los usuarios cada vez serán más infieles a un solo operador y serán más proclives a irse con la mejor oferta a la primera de cambio.

En el caso español, este mensaje se ha convertido casi en lema. Además de en telefonía fija, España también se ha colocado a la cabeza de Europa en números portados en telefonía celular, con más de seis millones a octubre de 2005. Según los datos de la Comisión Europea, a esa fecha en España ya habían cambiado de operador llevándose su número un total de 6,17 millones de clientes, el triple de los que lo habían hecho a fecha de agosto de 2004. Es decir, en poco más de un año ha habido cuatro millones de cambios de operador, lo que supone una tasa de rotación de aproxi

Contenido Patrocinado

Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
Forma parte de nuestra comunidad

 

¿Te interesan nuestras conferencias?

 

 
Cobertura de nuestros encuentros
 
 
 
 
Lee aquí nuestra revista de canal

DealerWorld Digital