Miquel Huguet, director del CESCA: "Promocionamos los servicios pensando en la sociedad, no solamente a la comunidad científica"

El Centro de Supercomputación de Cataluña (CESCA), uno de los tres existentes en España, ha cumplido una década. Con Miquel Huguet, su director, hemos hecho un repaso de los orígenes, el presente y, sobre todo, las líneas de futuro de este complejo de cálculo, cuyas aplicaciones no están tan lejos de la sociedad como podría pensarse.

Cómo y con qué objetivos nació el Centro de Supercomputación de Cataluña (CESCA)?
- Nació en 1991 como iniciativa de la Fundación Catalana para la Recerca y el Gobierno de Cataluña, y contó con la colaboración de las cuatro universidades públicas existentes en aquel momento (UB, UPC, UAB y UPF) y del CSIC. En los inicios el objetivo social era gestionar un gran complejo de sistemas de cálculo. Se seleccionaron dos líderes en el mercado vectorial, IBM y Cray, y las dos máquinas que teníamos en 1993 estaban consideradas entre las 500 más potentes del mundo. Aquellos sistemas se fueron renovando a medida que la tecnología evolucionaba. En 1991 teníamos 1 Gflops de potencia y ahora tenemos 134 Gflops.

¿Qué aporta la supercomputación?
- La supercomputación permite a los grupos de investigación realizar proyectos que sin esta gran capacidad de cálculo realmente serían inabordables. Ciencias de la Tierra es un área cuyos resultados son particularmente perceptibles por el ciudadano. Por ejemplo, se ha realizado el proyecto de predicción meteorológica que comenzó con una fase de investigación en 1996 y, hoy en día, es un servicio estable que proporciona el Departamento de Medioambiente a través del Servicio de Meteorología de Cataluña.

Otra de las actividades fundamentales del Cesca es la gestión de la Anella Científica que conecta una serie de instituciones. ¿Cuál es su misión y hacia dónde va?
- En 1991 había una necesidad de dotar a Cataluña de herramientas muy potentes y se vio enseguida que éstas tenían que ser accesibles para toda la comunidad científica catalana. Para ello necesitábamos tener una gran red de comunicaciones. El proyecto de Anella Científica nació en 1993, también impulsado por la Fundación Catalana para la Recerca, y dotó a Cataluña de una red que era pionera en velocidad en toda Europa. En aquel momento la troncal funcionaba a 34 Mbps y las diferentes instituciones estaban conectadas a 2 ó a 10 Mbps. La red ha sido utilizada no sólo para la conexión las máquinas del CESCA sino también para su apertura al mundo de Internet. El contenido de las redes es uno de los objetivos más importantes y recientemente estamos en la fase piloto de un proyecto que supondrá la puesta en la Red de todas las tesis doctorales.

Recientemente se han modernizado las comunicaciones de la Anella Científica. ¿Qué modificaciones ha supuesto este hecho?
- Se ha cuadruplicado la velocidad de la troncal, sobre todo, para que no haya ninguna retención dentro de la Anella. El anillo proporciona además una serie de nuevos servicios, como conexión remota; se han incorporado así mismo la tarifa plana y el servicio ADSL. El año que viene se pondrá en marcha la videoconferencia. Queremos tener una gran capacidad de comunicaciones y de ancho de banda para poder desarrollar unos proyectos. Para 2002 también estamos evaluando un servicio de voz sobre IP entre universidades (VeU).

La labor en comunicaciones contempla también la creación del punto neutro CATNIX. ¿En qué consiste este proyecto?
- En el momento en que se liberalizó el mercado de las telecomunicaciones observamos que la información que los diferentes operadores privados intercambiaban se realizaba entre puntos demasiado remotos y eso dificultaba la calidad del servicio. Por ello impulsamos la creación del punto neutro de Internet de Cataluña, CATNIX. La ventaja para el usuario es que los mensajes y el acceso se intercambian y realizan localmente. Para los operadores supone una reducción de los costes de troncal. En este ámbito, participan Al-pi, Retevisión, Menta, Colt, Airtel y Jazztel y algunos ISP.

¿Qué valoración le merecen los diez años de existencia del Cesca?
- Vemos con satisfacción que el proyecto está plenamente consolidado, no tan sólo en el objetivo inicial de la supercomputación, sino también en lo que a comunicaciones se refiere. También hemos conseguido crear un centro de servicio para la investigación y la universidad donde intentamos fomentar el uso de las TIC en toda la comunidad universitaria.
Con nuestra estructura jurídica de un consorcio de universidades públicas estamos impulsando otros proyectos que proporcionan ciertos beneficios o precios ventajosos para toda la comunidad. A la tarifa plana y al ADSL, hay que añadir el software de Microsoft y un acuerdo con Toshiba para proporcionar ordenadores portátiles a precios ventajosos para profesores y alumnos. Además ofrecemos servicio de alojamiento a algunas de las instituciones científicas conectadas a la Anella.


La supercomputación, necesidad insaciable de capacidad de cálculo
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Los centros de supercomputación son potentes máquinas, cuyos procesadores se cuentan por decenas y su memoria en terabytes, combinadas con una robusta infraestructura de comunicaciones. En España existen tres, ubicados en Andalucía, Galicia y Cataluña; todos ellos fuertemente vinculados a la comunidad científica.
El primero fue el CICA (Centro Informático Científico de Andalucía), creado en 1989. Después se fundó el CESCA (Centro de Supercomputación de Cataluña), que acaba de celebrar su décimo aniversario. Y el último en aparecer, en 1993, fue el CESGA (Centro de Supercomputación de Galicia). La misión de estos centros es proporcionar soporte de cálculo intensivo y comunicaciones avanzadas a la comunidad científico-académica. Pero además, como señala Miquel Huguet, director del CESCA, “también desarrolla el papel de promotor de las tecnologías de la información y comunicación en el panorama científico”.
Los investigadores tratan de simular eventos de la naturaleza, de la vida; por ello es necesaria esta enorme capacidad de cálculo. “Un superordenador es el ordenador que está una generación por detrás de las necesidades de cálculo para los proyectos de investigación, que necesitan una capacidad de cálculo ilimitada”, señala Javier García Tobío, director del CESGA. “Las exigencias de los usuarios en el centro son cada vez más sofisticadas. Aunque disponemos de múltiples plataformas de cálculo siempre es poco. Ahora nos encontramos en una situación de colapso y estamos en fase de duplicar la capacidad del centro”.
Actualmente no es posible dar respuesta a la demanda de cálculo, ni siquiera uniendo la capacidad de los centros españoles, según García Tobío. Por ello existe un proyecto europeo, GRID, en el que participan 23 centros y que pretende unir la capacidad de todos ellos durante los picos de demanda.

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