Lucha de titanes en el cable

Que Ono y Auna quieran fusionar sus actividades de cable no es ninguna novedad. Ya son casi cuatro años los que llevan flirteando en ese juego adolescente de “me quiere, no me quiere; le quiero, no le quiero”. La única alteración en ese juego es la forma que acaban de idear para consumar el matrimonio. Hasta ahora, siempre ha sido Auna el pretendiente (el chico) y Ono la novia deseada (la chica que se hacía rogar). Pero en las últimas semanas los papeles han cambiado. Ono ha tomado la iniciativa y es ahora la parte que se impone, y Auna la presa que caerá en sus manos.
Desde el punto de vista técnico, el cambio de roles no altera el producto. Al final habrá matrimonio, y será bueno para la competencia. Juntos ganarán en economías de escala y sumarán más de un millón de clientes. Desde el punto de vista financiero tampoco se altera el producto final. Lo único que cambiará es en qué medida las plusvalías de la operación van a unos accionistas más que a otros. Si Auna compra Ono, los grandes beneficiados serían grupos como Multitel y Spaincom. En el caso contrario, serían las eléctricas Unión Fenosa y Endesa. Santander, al estar en ambos bandos, gana en cualquier caso.
Pero analizando la operación desde el punto de vista estricto de las repercusiones para el sector de telecomunicaciones en su conjunto, no es lo mismo que el enlace sea Auna-Ono, que si se produce en sentido inverso. Que sea Ono el que adquiera Auna es la confirmación de que el modelo de negocio del comprador ha conseguido imponerse al de Auna Cable. Allí donde opera (por ejemplo, Valencia y Albacete), Ono ha conseguido arrebatar a Telefónica importantes cuotas de mercado. Auna, que disfrutaba de las demarcaciones de Madrid y Barcelona (las más suculentas para el cable), sin embargo no ha conseguido situar a esta tecnología como una alternativa al ex monopolio. Que Ono tome las riendas de un futuro grupo integrado de cable es posiblemente una garantía.

Personalismos
¿Qué es lo que ha tenido que ocurrir para que finalmente la operación se plantee con Ono como protagonista? Al margen de condicionamientos financieros, la relación amorosa que mantenían ambas compañías desde hacía cuatro años ha estado fuertemente influenciada por los personalismos de sus jefes. Eugenio Galdón, máximo responsable de Ono, ha sido una de las figuras más destacables del proceso de liberalización de las telecomunicaciones en España. Ha intentado en repetidas ocasiones hacerse un hueco de honor en ese proceso, acudiendo a los concursos de licencias de móviles (que nunca consiguió) y creyendo en el proyecto de Ono, a pesar de que esta entidad no consiguió las mejores demarcaciones del cable en España.
Por su parte, Joan David Grimà, el máximo responsable ejecutivo de Auna, ha hecho de este grupo su gran baluarte. Llegado del grupo Santander cuando este banco asumió la gestión de Auna, Joan David Grimà ha hecho del holding su propia bandera. Grima siempre ha aspirado a sacar a bolsa el holding en su conjunto y mantenerse de máximo responsable.
Los proyectos de Galdón y Grimà, dos titanes de la gestión, eran incompatibles no porque no existan sinergias de negocio, sino porque, una vez unidas sus respectivas compañías, habría demasiados gallos en el mismo corral. Con la venta de Auna Cable a Ono, triunfa Galdón, mientras Grimà ve desmontarse sus planes. Auna, sin el cable, sólo tiene una joya: Amena. La pregunta es cuánto tardará Santander en vender también esta pieza.

TE PUEDE INTERESAR...

Contenido Patrocinado

Forma parte de nuestra comunidad

 

¿Te interesan nuestras conferencias?

 

 
Cobertura de nuestros encuentros
 
 
 
 
Lee aquí nuestra revista de canal

DealerWorld Digital