Los precios de la discordia

Determinar si los precios de las telecomunicaciones son bajos o altos, o son adecuados o no, siempre ha sido motivo de polémica. Especialmente si se analizan con respecto a la evolución en el tiempo o sometiéndolos a la comparación entre países. Además, hay opiniones divididas en cuanto a si la competencia debe medirse sólo en función del comportamiento de los precios.

En la evolución del mercado de servicios de telecomunicación, uno de los datos que más llama la atención es que el precio medio del alquiler de línea fija ha ido constantemente al alza desde los inicios del proceso de liberalización, lo cual podría resultar contradictorio. ¿Cómo es posible que se abra el mercado a nuevas compañías y los precios suban? Esto se explica porque los precios del alquiler de línea estaban artificialmente bajos, y necesariamente tenían que subir para que los bajos márgenes no se convirtieran en una barrera de entrada de nuevos operadores.

En cualquier caso, en 2005, se produjo un fenómeno novedoso. La subida en la cuota mensual por la línea fija, en el conjunto de la Europa de los 15, se frenó bruscamente, y en el sector de clientes empresariales incluso bajó por primera vez. Así, el alquiler subió en el mercado residencial entre 2004 y 2005 apenas 0,3 euros, mientras que el año anterior se había incrementado en casi un euro. En el segmento de empresas, el alquiler pasó de los 14,4 euros de 2004 a los 14,3 de 2005.

Al margen del alquiler de línea (un componente de los precios con connotaciones muy específicas, como se ha visto) lo que verdaderamente importa son las tarifas en conjunto de todos los servicios, incluyendo las llamadas. Es entonces cuando el análisis se complica por la variedad de situaciones que existen, según el país que se estudie o el segmento de llamadas que se analice. España podría ser un ejemplo paradigmático. Tal como se desprende de los datos de los nuevos informes trimestrales que desde el pasado ejercicio elabora la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), en nuestro país las grandes rebajas en los precios de los servicios fijos se produjeron a comienzos del proceso de liberalización del mercado, para después estabilizarse e, incluso, en algunos casos, subir recientemente. Así, por ejemplo, en 1999, el precio del minuto en llamadas internacionales era, de promedio, 0,461 euros. En 2000 se situó en 0,305 y en 2002 ya estaba en 0,241. A partir de ahí, las variaciones a la baja eran mínimas, hasta llegar al segundo trimestre de 2005 a una tarifa de 0,156 euros. Las llamadas de fijo a móvil también sufrieron fuertes rebajas entre 1999 y 2002, pero a partir de ahí se han mantenido en una horquilla de entre 0,16 y 0,15 euros por minuto. En llamadas provinciales, interprovinciales y locales, los precios del segundo trimestre de 2005 eran incluso más caros que en algún momento anterior. Especialmente notable, en este sentido, ha sido la evolución de las llamadas locales, que costaban 0,023 euros por minuto en el segundo trimestre de 2005, un precio relativamente alto comparado con la situación que se vivía en 2002, cuando esos precios llegaron a situarse en 0,017 euros.

Una cesta de la compra diversa

¿En qué situación se encuentra España con respecto a otros mercados? Hay muchas formas de comparar los precios en telecomunicaciones, y una es analizar cuánto gastaría un cliente con un consumo equivalente en un país y otro. Es lo que se llama cesta de consumo compuesta. Según los datos de la Comisión Europea, nuestro país no sería de los más caros para los clientes, tanto residenciales como para los empresariales. Pero tampoco de los más baratos.

Mensualmente, un cliente residencial en España se gastaría una media de 37 euros en teléfono fijo, mucho más que la media europea, en la que se han considerado también algunos mercados de fuera de la UE, como Estados Unidos y Japón, para ampliar la perspectiva. El país más caro del mundo para hablar por teléfono, de entre las economías desarrolladas, sería Japón, con un gasto mensual para el cliente residencial de 50 euros. Estados Unidos también sería más caro que España, con 39 euros. De los 37 euros que supondría la factura mensual en nuestro país, la mayor parte (21 euros) sería por el uso, mientras que el resto procedería de la cuota fija mensual.

España no es igualmente competitiva en todos los apartados que componen esa cesta. A pesar de que los precios de las llamadas locales han sufrido grandes variaciones al alza en España, seguimos siendo muy competitivos en este apartado. Aquí, una conexión local de tres minutos, según los datos que maneja la Comisión Europea, costaría 8,9 céntimos, frente a los casi 13 de media que costaría en Europa. Sin embargo, en las llamadas interprovinciales y provinciales, perdemos atractivo. La Comisión engloba en el mismo epígrafe las llamadas provinciales e interprovinciales, haciendo los ajustes necesarios para poder comparar. La conclusión es que, en España, una llamada nacional de tres minutos (excluyendo las locales) costaría 32,1 céntimos, frente a los 25 que costaría una llamada equivalente de media en Europa.

A diferencia de lo que ocurre con el alquiler de las líneas, el precio de las llamadas fijas en el conjunto de los países europeos ha ido bajando, o se han mantenido muy estables, sin subidas notables. Una llamada nacional de tres minutos desde el fijo costaba de media en Europa 42 céntimos en 2000. En 2004 el precio se había situado ya en 30 céntimos, pero en 2005 siguieron bajando, hasta colocarse en 25,4 céntimos. Una llamada local de tres minutos costaba en 2000 12,5 céntimos, prácticamente lo mismo que el año pasado, con una cifra de 12,4 céntimos.

Móviles, diferencias abismales
Hacer una comparación de precios en telefonía móvil con la casi infinita variedad que existe en el mercado es una labor titánica. A pesar de lo difícil que resulta, la Comisión Europea ha intentado realizar una aproximación. Igual que ha hecho con la telefonía fija (tomar como referencia una cesta de servicios que un usuario consumiría de media al mes), en el informe de Implementación Bruselas ha elaborado tres escenarios para la telefonía móvil: cuánto gastaría un usuario con bajo consumo, cuánto gastaría uno de consumo medio, y cuánto gastaría otro de consumo elevado. En los tres casos, con la oferta teóricamente más apropiada de cada operador para ese volumen de consumo.

Los resultados son dispares. Por ejemplo, un usuario de consumo bajo gastaría hasta 37,8 euros al mes con la oferta Relax 50 de T-Mobile en Reino Unido, pero tan sólo 5,5 con el servicio Mano de Omnitel en Lituania. ¿Y en España? Telefónica Móviles le ofrecería la oportunidad de apuntarse al Contrato Elección y su consumo mensual le saldría por 15,8 euros. El mayor competidor de Telefónica Móviles en España, Vodafone, le ofrecería el Contrato Tarde, muy parecido en precios, ya que ese mismo usuario se gastaría con esta oferta 15,1 euros. Como se ve, los precios de la telefonía móvil en España estarían en la media de lo que cobraría T-Mobile en Reino Unido y lo que cobraría Omnitel en Lituania para un usuario de consumo reducido.

¿Y que pasaría para otro tipo de usuario? Vayamos al consumidor con un consumo relativamente alto, por ejemplo, un autónomo. En Holanda, lo que parece más apropiado para este tipo de cliente de entre todo lo que puede ofrecer KP

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