La sede en Barcelona, el trabajo en Madrid

Mientras la polémica sobre el destino de la sede de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) sigue, este organismo no se da por aludido. El Gobierno pretende trasladar la sede de la CMT de Madrid a Barcelona, previsiblemente a lo largo del próximo año. Sin embargo, la entidad mantiene íntegros todos sus planes de renovación de instalaciones en el edificio en el que se encuentra actualmente en la capital de España. Indudablemente, una de las ventajas de la tecnología es que elimina barreras geográficas. Pero hay desarrollos tecnológicos que necesariamente están vinculados a un edificio en concreto. Es difícil entender que la CMT, que teóricamente está a la espera de trasladarse con todos sus profesionales a Barcelona antes del verano de 2005, saque a concurso un contrato para el suministro e instalación de sistemas audiovisuales y de conectividad en la sede en la que se encuentra en estos momentos.
Cabría pensar que la CMT sólo tiene intención de trasladarse a la capital catalana de forma testimonial, manteniendo en Madrid el grueso de sus funciones operativas. De hecho, ese contrato audiovisual, valorado en 200.000 euros, no es el único que acaba de sacar a concurso. También está el contrato de los servicios para la renovación tecnológica y funcional de los sistemas de gestión de expedientes y gestión documental, que suponen el grueso de la actividad de la CMT. El contrato está valorado en 260.000 euros, cifra a la que hay que sumar otros 120.000 euros correspondientes a otro concurso tecnológico que el organismo también acaba de sacar al mercado para la contratación de un sistema que garantice la elaboración de la base de datos de ofertas comerciales de las operadoras. En definitiva, la CMT ha sacado a concurso contratos valorados en casi seiscientos mil euros para dar brillo a sistemas que ya tiene, o para poner otros nuevos en la sede que ocupa actualmente. La pregunta es si tiene intención de usarlos en Madrid, y seguir desarrollando en la capital el grueso de la actividad, al tiempo que deja Barcelona como una mera oficina representativa, por muy sede social que sea.
A más de un consejero de la CMT, por no decir al consejo al completo -habida cuenta del comunicado que la entidad emitió en julio, y en el que rechazaba totalmente el traslado a Cataluña-, le gustaría que el Gobierno se olvidara de la polémica del traslado. Pero teniendo en cuenta que ha sido una decisión política, y que la marcha atrás es muy complicada, al menos se buscará una alternativa cómoda para las partes. Traslado sí, pero sólo para salvar la cara. El grueso de la actividad posiblemente seguirá en Madrid, mientras que a Barcelona sólo se irá una mera “expedición” de representación. Eso es lo que aparentemente se trasluce de la avalancha de contrataciones públicas que ha sacado la CMT al mercado para poner a punto sus equipos informáticos y audiovisuales de sus cuarteles madrileños.
En cualquier caso, la fuga de cerebros de la CMT sigue. A la salida del anterior secretario, Jaime Velázquez Vioquen, se ha sumado recientemente la de la directora internacional, Sylvia Alonso Saterain. Ésta ha sido sustituida por Mayte Arcos, que trabajó en el anterior Ministerio de Ciencia y Tecnología dentro de la secretaría de Estado de Telecomunicaciones, a cuyo frente se encontraba Carlos López-Blanco.

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