La salida de Abril-Martorell da a Alierta todo el poder en Telefónica

Reorganización de la compañía

El 24 de septiembre, Telefónica lanzó la bomba: Fernando Abril-Martorell, consejero delegado de la compañía, dejaba la operadora. El puesto de Abril-Martorell desaparecerá y todas las funciones ejecutivas pasarán a César Alierta, presidente de la empresa.

Para muchos, la bomba que Telefónica lanzaba hace pocos días era una bomba de relojería interna instalada desde hacía tiempo en la compañía y que algún día tenía que estallar. Las relaciones de Abril-Martorell y Alierta se habían ido deteriorando desde hacía tiempo, por mucho que ellos se empeñaran en intentar demostrar que eran fluidas y excelentes. Distintas visiones sobre cómo manejar el área de los medios de comunicación, distintas formas de entender cómo se articulan los esquemas de poder y organización dentro de una compañía, distintos estilos de dirección, y sobre todo, un consejero delegado demasiado eficaz y listo como para que pudiera convivir con un Alierta que progresivamente necesita, cada vez más, sentirse arropado por sus directivos-centuriones frente al Gobierno, el mercado, los inversores y, quizás, próximamente también los jueces.
La salida de Abril-Martorell abre lo que para Alierta es la tercera reorganización que hace en la cúpula en tres años, desde que asumió la presidencia de Telefónica, en julio de 2000. Entonces, en un golpe de efecto, y para marcar diferencias con el anterior presidente, Juan Villalonga, decidió crear la figura de consejero delegado, que otorgó a Abril-Martorell, un profesional con amplio prestigio en el mundo de las finanzas y muy bien visto por BBVA y La Caixa, el núcleo duro del operador. Ahora, tres años después, Alierta suprime el cargo de consejero delegado y resucita el estilo presidencialista que tanto se criticó a Villalonga.

Adiós a Telefónica Data
La reorganización supone que algunas líneas de negocio, como Telefónica Data y Atento, se diluyen. Data se trocea y se integrará en las filiales de telefonía fija de cada país. Aunque Eduardo Caride sigue al frente del negocio de Data, en lugar de estar a la misma altura que Linares, o cualquier otro presidente de filiales, como estaba en el anterior esquema, tendrá que reportar a los presidentes de las filiales de telefonía fija.
Atento, que antes era una filial más que reportaba a Abril-Martorell, ahora dependerá de Santiago Fernández-Valbuena, que mantiene el cargo de director financiero. Atento, claramente en venta, ocupa así un lugar ideal como escaparate. También quedan perfectamente delimitados los negocios de telefonía fija y móvil, con Linares y Antonio Viana-Baptista al frente, respectivamente.

En el aire
Pero si por algo se caracteriza el nuevo organigrama de Alierta es por lo que no aclara y por lo que deja en el aire. De hecho, el nuevo organigrama de Telefónica rezuma una sensación de provisionalidad. Como si quedaran cosas muy importantes por hacer. Por ejemplo, nada se dice de los activos de contenidos. Aunque Luis Abril sigue figurando como director de mártketing, medios y contenidos, nada aparece de su teórica presidencia de Telefónica Contenidos. Técnicamente, Telefónica Contenidos asumirá todos los activos de medios de Telefónica, entre ellos Endemol, y los que deja Admira, que ahora se liquida. En teoría, Telefónica Contenidos es una pieza clave de Telefónica. Sin embargo, no aparece en el organigrama.
También en una situación imprecisa se sitúan TPI y Terra. En lugar de haber hecho colgar a estas filiales al mismo nivel que móviles, fijo, la dirección de regulación y planificación, y la dirección financiera, Terra y TPI se sitúan cercanas a Alierta, como si quedara pendiente algo con estas subsidiarias. Ambas, en su día, dieron lugar a todo tipo de rumores sobre una posible fusión, algo que ahora chocaría totalmente con los deseos de TPI. Esta filial ya hizo los deberes y limpió gran parte de sus negocios de Internet, integrándolos en Adquira, que ha ajustado al máximo sus activos. Terra, por otra parte, tiene pendiente aún la prometida integración y extracción de sinergias con Telefónica de España y otras filiales. Ese era el objetivo de la opa, que aunque ya finalizó, aun no ha traído los frutos deseados.


Plan de adelgazamiento
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En líneas generales, lo que ha hecho Alierta en esta ocasión es un adelgazamiento con respecto al organigrama que estableció hace apenas un año, cuando acometió su segunda reforma de Telefónica. En julio de 2002, Alierta estableció una estructura matricial, en la que las funciones horizontales del grupo (finanzas, legal, regulación y otras de este tipo) estarían en sus manos, mientras que las líneas verticales de negocio (fijo, móvil, Terra, páginas amarillas, etc.), quedaban en manos de Abril-Martorell. Ahora, sin él, Alierta asume tanto las funciones horizontales como verticales, en una compleja mezcla donde algunos directores generales de funciones horizontales, como Luis Lada, que permanece al frente de Regulación pero que también asume Planificación y Control de Gestión, estará a la misma altura dentro del organigrama que Julio Linares, que mantiene el cargo de presidente de Telefónica de España.

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