La jerga que nos une

Hace un tiempo escuché la siguiente frase a un vendedor de ordenadores: “Tenemos estocadas cientos de máquinas en nuestras oficinas”. Como el verbo ‘estocar’ significa “herir con el estoque”, imaginé a sus técnicos ensartando un ordenador tras otro, hasta formar una especie de enorme pincho moruno de chatarra. Pero no, aquel hombre sólo quería decir que su empresa almacenaba las computadoras para reducir los plazos de entrega de la mercancía a sus clientes. La jerga del mundillo informático, con su abundancia de siglas y acrónimos, resulta complicada para el profano, y la notable influencia del inglés la hace más difícil de entender que otras jerigonzas con raíces latinas, como la utilizada por los galenos. A éstos se les critica por emplear un lenguaje críptico, lleno de palabras y giros propios de su profesión pero muy alejados del habla llana de su paciente, que no sabe bien si su médico le quiere ocultar algo o, sencillamente, le menosprecia. Una situación parecida sufren las muchas personas que se acercan a las nuevas tecnologías y se encuentran con unos señores que hablan otro idioma, un dialecto bastante similar al empleado en el manual de su nuevo PC. El uso indiscriminado de la jerga informática tiene graves consecuencias para los usuarios, que, con frecuencia, ni siquiera llegan a entender los aspectos esenciales de su máquina, de sus programas o de la Red. ¿Dónde resulta más peligrosa y dañina esta situación? En el ámbito de la seguridad, por supuesto.
Mi padre me preguntó hace unos años qué era un backup, una palabra que había escuchado varias veces a su secretaria. Cuando le expliqué que se trataba de una copia de seguridad de los datos del ordenador sonrió y dijo “esta chica es boba”. El paso del tiempo ha agravado este problema de comunicación. No se puede informar y, por tanto, educar a los usuarios sobre el phising o el spam. No con esas palabras, que no significan nada para ellos y que resultan difíciles de pronunciar y de recordar. A los andaluces el phising les debe sonar a compadreo, porque en el sur se utiliza mucho el término pisha (en lugar de, por ejemplo, colega o tío), cuando se trata casi de lo contrario: un timo, un fraude, un engaño con fines delictivos; en fin, picaresca en Internet. La protección pasa por la información, qué duda cabe, pero los anuncios de un nuevo caso de pharming perpetrado por phishers que hicieron spam a millones de personas no evitará ni un solo caso de fraude en la Red. Las personas que entiendan esa frase ya están más que advertidas y resabiadas. Al resto, como si les hablan en chino cantonés.
Advierta que muchos de los estafadores que trabajan en Internet maquillan sus mentiras con la cosmética de la jerga informática, la misma que utiliza IBM, Microsoft o Terra para comunicarse con sus clientes. Los internautas han asumido que ese lenguaje endiablado es propio de las nuevas tecnologías, y pasan por un aro que les lleva a una situación muy peligrosa, donde es difícil discernir quién les dice la verdad y quién les miente. ¿No le parecen burdos muchos de los timos que triunfan en la Red? Un internauta que cae en estos engaños es sinónimo de un usuario mal informado y peor formado, y buena parte de culpa reside en no haberle explicado las normas básicas de la seguridad empleando la jerga que nos une a todos: el castellano.

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