La industria del móvil apuesta por un sistema operativo universal

En el dinámico y cada vez más desintegrado mercado de los móviles, el software que controla los dispositivos se ha convertido en un factor clave. Así lo ha entendido un grupo de operadores de telefonía móvil líderes en sus mercados, entre los que se encuentra Telefónica, que se ha fijado como meta desarrollar un sistema operativo universal que podría poner en peligro la supervivencia de Symbian, así como los intereses de Microsoft en este negocio.

Hace diez años, los teléfonos móviles eran tan grandes y pesados como un ladrillo, tenían pequeñas pantallas en blanco y negro, y sólo servían para hablar. Hoy, los modelos más modernos tienen prácticamente las capacidades de un ordenador de bolsillo de atractivo diseño, una gran pantalla a color y una cámara incorporada, envían y reciben mensajes de texto y pueden funcionar como un despertador, una consola de videojuegos, un reproductor de música o una radio. Pero también empiezan a disponer de funciones de posicionamiento por satélite, cámaras de alta resolución y graban y reproducen vídeos musicales. Además, algunos teléfonos para hombres de negocios se han convertido virtualmente en PDA y pueden enviar y recibir correos electrónicos, o trabajar con procesadores de texto u hojas electrónicas. Estos teléfonos inteligentes o smartphones empiezan a suponer una parte importante del mercado: en 2005 se venderán 31,7 millones de unidades frente a los 11 millones de 2003, según la consultora Gartner Dataquest.

Crecimientos espectaculares
Los teléfonos móviles son los aparatos digitales más ubicuos del planeta. Cada año se venden más de 500 millones de unidades y la cifra continúa creciendo, debido en gran parte a la demanda espectacular de los mercados emergentes de Asia. En el mundo desarrollado, en el que los mercados están muy saturados, el crecimiento se debe a la gran tasa de renovación de modelos antiguos por aparatos más modernos. Actualmente, en el mundo hay alrededor de 1.400 millones de teléfonos móviles en uso, y en 2003 el número de móviles superó al de teléfonos fijos. El mercado mundial de estos dispositivos alcanza un valor de 70.000 millones de dólares (58.400 millones de euros), mientras que el volumen de ingresos de los servicios prestados por los operadores móviles es muy superior, y seguirá creciendo a un ritmo acelerado de al menos el 7% anual durante los próximos años.
Para la consultora Idate, los ingresos globales por servicios móviles alcanzarán los 580.000 millones de dólares en 2007, y aun cuando la voz seguirá siendo el primer mercado, los servicios de datos (SMS, mensajes multimedia, descargas, juegos, chats) seguirán creciendo en importancia hasta alcanzar los 100.000 millones de dólares. Cuando el pastel del mercado ha alcanzado unas proporciones tan espectaculares, no es sorprendente que haya tantas empresas que quieran una parte de él.

Desintegración
En paralelo a la transformación que están experimentando tanto los terminales como los servicios móviles, también la industria está cambiando, de forma que el modelo anterior, muy integrado verticalmente –los fabricantes cubrían todo el proceso–, está dejando paso a un modelo desintegrado con empresas especialistas en cada área, mucho más parecido a lo que ocurre en la industria del PC.
En el pasado, fabricar un teléfono móvil solía ser tan difícil que era un terreno exclusivo de unas pocas compañías especializadas. Hacía falta experiencia en muchos campos, como el diseño de chips de radio y de software, la integración de los componentes electrónicos y el diseño externo del modelo. Además, para garantizar que todo funcionara correctamente, las compañías también tenían que fabricar las estaciones base que proporcionan la cobertura a los móviles. Debido a todos estos requisitos, el sector estaba dominado por grandes compañías verticalmente integradas, como Nokia, Motorola, Ericsson o Alcatel. En estas circunstancias, la barrera de entrada era demasiado alta para muchas firmas de productos electrónicos de bajo coste. Pero la situación ha cambiado en los dos últimos años. Los chips de radio, el hardware y el software ahora se pueden comprar hechos.
La fabricación se puede contratar a una empresa de “servicios de fabricación electrónicos”, como Flextronics o Sanmina. Algunas de ellas ya diseñan y fabrican móviles; estos “fabricantes del diseño original” venden sus teléfonos terminados a otras firmas, las cuales a su vez los revenden con sus propias marcas.
En otras palabras, las barreras de entrada han desaparecido. El antiguo modelo vertical del sector se ha debilitado. Y es probable que el sector de móviles pase de la integración vertical a una serie de niveles horizontales: chips, software, fabricación, diseño y marca. Pero a diferencia del sector de los PC, ninguna compañía domina por ahora claramente ningún nivel. Los especialistas proliferarán y muchas empresas competirán en más de un nivel a la vez, dependiendo de cuáles sean sus ventajas competitivas.

La clave está en el software
En este contexto de crecimiento explosivo de la demanda, sobre todo de sofisticados servicios de datos, y desintegración de la industria, el desarrollo del software que controla los teléfonos se ha convertido en un elemento clave. Y ahí hay pocos competidores. Hasta ahora existía Symbian, una iniciativa de la industria de fabricantes de móviles que nació como mecanismo para evitar que Microsoft acabara dominando también este mercado, como ha hecho con el de sistemas operativos, procesadores de textos, hojas electrónicas, bases de datos personales, navegadores de Internet o reproductores multimedia. Pero el hecho de que Nokia se haya hecho con la mayoría del capital de Symbian ha cambiado el modo en que la industria lo contempla, tanto los fabricantes como los operadores, al igual que la creciente legión de desarrolladores independientes de aplicaciones y servicios. Mientras tanto, Microsoft va logrando algunos éxitos notables, como los acuerdos alcanzados con Motorola y Samsumg, que le permiten continuar su estrategia de penetración en el mercado.
En esta situación, algunos de los principales operadores de telefonía móvil de Europa y del mundo (Telefónica Móviles, Vodafone, Orange, Deutsche Telekom, Telecom Italia, mmO2 y la asiática Smart) han empezado a estudiar la posibilidad de adoptar un sistema operativo propio de uso común para todos ellos, y destinado a equipar en el futuro los teléfonos que comercialicen entre sus clientes. El objetivo principal de este proyecto es conseguir un software desarrollado a la medida de las necesidades y requerimientos de los operadores, frente a los diseñados y concebidos desde el punto de vista de los fabricantes o los desarrolladores de software. El proyecto es complicado, puesto que no resulta sencillo que estos feroces competidores entre sí alcancen un acuerdo en algo tan estratégico como los sistemas operativos. Pero si finalmente se lograra, sus consecuencias podrían ser enormes para la industria digital.

Seguridad ante todo
El interés de los operadores en este caso, es el de poner el acento en lograr un sistema operativo con grandes elementos de seguridad. El desarrollo tecnológico del proyecto podría involucrar

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