La escopeta nacional

El día 25 de abril, en unas jornadas sobre telefonía móvil y operadores virtuales, Joaquín Osa, director general de Instrucción de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), aseguró, dentro de un tono jocoso y en el ámbito de lo personal –matizó–, que si Telefónica, Vodafone y Amena no firman acuerdos con los virtuales “tendremos que sacar la escopeta”. Los que conocen a Osa saben que a veces es dicharachero y tiene cierta chispa cuando cuenta las cosas. Y los que le conocen también saben que otras veces, sin variar de tono ni de registro léxico, va en serio. Lo difícil es averiguar cuando pasa de uno a otro ámbito. Decir cosas como las que dijo, públicamente, la última semana de abril, sobre un tema tan delicado como la telefonía móvil virtual, está fuera de lugar. Sobre todo porque los tiempos de la escopeta nacional en España, donde los acontecimientos se regulaban por los espurios intereses de algunos y a machetazos, ya han pasado.
Se calcula que en la actualidad hay una treintena de compañías interesadas en negociar con los operadores móviles para poder usar sus infraestructuras y dar servicios celulares. No es ninguna novedad; nombre arriba nombre abajo, siempre ha existido el mismo número de grupos interesados en entrar a operar en el negocio celular. O al menos dicen que están interesados, a ver qué pasa (otra cosa es que llegado el momento, y ante la perspectiva de que pocas o muchas tuvieran que hacer inversiones, realmente se atrevieran). Ya en tiempos de Ana Birulés como ministra de Ciencia y Tecnología existía el mismo número de empresas interesadas: una treintena. Y además, estaban oficialmente registradas y esperando en la cola a ser atendidas (se les concedía una especie de autorización virtual). Eran aquellos tiempos en el que el otrora ministerio de Ciencia y Tecnología dictó una orden ministerial para impulsar medidas que facilitaran el despegue de los móviles virtuales, que, por supuesto, pasó sin pena ni gloria, muriendo antes incluso de ver la luz.
Desde entonces, el mercado español sigue esperando móviles virtuales que no llegan. Y posiblemente no llegarán. Se ponga como se ponga Osa, al que por cierto, alguien debería recordar que él no es la CMT, un organismo que en última instancia está gobernado por el consejo y en el que no todos sus miembros están de acuerdo y son tan admiradores de las bondades de los móviles virtuales.
La situación de los móviles virtuales en otros países, y sus supuestos beneficios, no son comparables con la estructura de mercado en España. En este país, los operadores han establecido un modelo de negocio, desde el principio, que se basaba en invertir, y controlar, prácticamente toda la cadena de valor del negocio, desde la red técnica que soporta las llamadas hasta la red comercial que soporta las ventas. Nadie puede decir que la telefonía móvil no haya sido un éxito en España. De hecho, se han alcanzado cuotas de penetración altas a mucha más velocidad que en otros países donde supuestamente había operadores virtuales. Una figura alrededor de la cual, además, gira mucha demagogia, ya que está muy extendido el convencimiento de que sólo aquellas compañías que ofrezcan teléfonos y servicios de voz al margen de los tres operadores con red pueden ser consideradas como tales. La virtualidad puede llegar por otras vías, como por ejemplo el negocio de la mensajería corta, con desarrollo de todo tipo de productos en torno a la modalidad premium. De hecho, en estos momentos hay decenas de operadores virtuales de mensajería corta premium que han conseguido posicionarse en el mercado sin ningún tipo de enfrentamiento con los operadores de red.

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