La empresa sin límites

Bases para el e-business de próxima generación

La “empresa extendida” representa la próxima fase del e-business, abriendo nuevas formas de integrar los procesos de negocio más allá de las barreras corporativas. Enraizado con el objetivo último del e-business y del comercio electrónico, se trata de un nuevo concepto de organización en la que la infraestructura se integra con los sistemas de los suministradores y de los clientes, convergen las cadenas de negocio digitales y la red soporta a los usuarios en función de reglas en vez de su localización física. En este informe nos acercamos a este nuevo modelo de empresa, que comienza a derivar por ampliación de horizontes en lo que será, algunos años por delante, la “empresa en tiempo real”.

Ahora que buena parte de las empresas ya se han introducido en algunos o en todos los aspectos del e-business, los responsables de TIC más visionarios están empezando a dirigir sus organizaciones hacia la próxima fase. ¿Cómo? Convirtiendo en realidad lo que hace unos pocos años, pese a toda la literatura sobre la materia y el marketing agresivo de una industria entonces inflada de expectativas, no pasaba de buenas intenciones: construyendo infraestructuras realmente integradas con los sistemas de aquellos que en un tiempo fueron considerados como “extraños” a la organización.
Estos pioneros han dejado de hablar –y sólo hablar– sobre las ventajas que supone crear una estructura unificada del negocio para pasar a la acción. Las islas de tecnologías “webificadas” están dejando de tener sentido. Disponer por separado de sitios Web, procesos de e-commerce, intranets y extranets no es práctico. ¿Qué lo es? Construir un entorno donde converjan todas las corrientes digitales que dan vida al negocio, desde los empleados fijos y los empleados móviles y remotos a los clientes, los canales de venta y los suministradores. El interés se centra hoy en los servicios de negocio basados en el rol personal que juega cada agente del negocio –cliente, empleado y suministrador–, con independencia de su localización física.

Uniendo lo heterogéneo
La “empresa extendida”, como se suele conocer a esta clase de organización, permite a todos los agentes del negocio trabajar en tiempo real –o casi– a través de entornos heterogéneos, y a través de redes públicas y privadas para conseguir la información que cualquier persona o aplicación necesita en cada momento. Aunque los detalles arquitectónicos varían de organización a organización, el modelo conceptual genérico de empresa extendida representa un gran cambio arquitectónico hacia diseños más abiertos, transformando radicalmente el viejo modelo hub-and-spoke del mainframe o el más reciente de cliente/servidor, en los que se sustentaron los primeros sistemas de e-business.
Utilizando como símil una diana, los recursos TI centrales, como el hardware, el software de misión crítica y los datos, estarían justo en el anillo central, mientras que las aplicaciones relacionadas con el e-business para clientes, socios y empleados móviles residirían en el anillo próximo. Un perímetro de seguridad restringiría los accesos a y entre ambos anillos. Siguiendo con el ejemplo, los datos públicos o las aplicaciones de consumidores, si es que existen, irían en el tercer anillo. El perímetro de seguridad que le protegería sería menos rígido que el de los anillos internos, ya que su objetivo sería proteger contenido, no restringir accesos. Y sólo con los permisos necesarios las aplicaciones residentes en los niveles público o de e-business podrían acceder a las conexiones de red y los datos centrales.

“Corazón” complejo
A simple vista, el modelo parece simple, pero definir qué ha de residir en él “core” puede resultar complicado porque, en la empresa extendida, no todos esos recursos TI son propiedad de la corporación. La propiedad se desborda sobre los perímetros definidos entre clientes, suministradores, socios comerciales y, en algunos casos, dominios de empleados.
Cuando nos acercamos a los recursos TI centrales, aparecen cinco elementos que son propiedad compartida de estos cuatro grupos de usuarios. Primero surgen las aplicaciones de negocio críticas, como las de contabilidad o las de control de la producción, que frecuentemente están “webificadas”. Una aplicación de entrada de pedidos residente en el anillo del medio o más exterior podría solicitar datos procedentes de, o rellenar datos en, la aplicación de contabilidad. Pero los clientes no tendrían acceso directo a la aplicación central, que estaría fuertemente protegida de accesos externos a la empresa, e incluso de muchos empleados internos.
El middleware une las aplicaciones y actúa como el elemento intermedio entre los datos y la interfaz de usuario o las tareas de gestión de red. Los servidores y el almacenamiento contribuyen, por su parte, a la potencia de procesamiento y a la gestión de los datos, utilizando el hardware de red para transportar la información. Y todo ello reposa en los métodos de conexión que hacen posible la empresa extendida.
Estas relaciones TI simbióticas crean en su conjunto un ecosistema orientado al negocio que podría funcionar de la siguiente manera. Un cliente (o un sistema automatizado vía servicios Web) introduce un pedido de un determinado producto en una aplicación basada en la Web que verifica la existencia de dicho producto en el stock, calcula el coste total añadiendo los gastos de entrega (por cuenta de un tercero) y lanza una factura electrónica. Si la orden deja el stock del producto por debajo de un umbral predeterminado, la aplicación se encarga además de enviar a los suministradores una petición de oferta de materias primas. Pero eso no es todo. La aplicación consulta el sistema CRM de la empresa para comprobar si el cliente precisa un número de orden de compra. En caso afirmativo, solicita dicho número, que desencadenará la creación de una orden de compra en el extremo del cliente. Se intercambian los números de confirmación, se recibe el pago y se envía a la aplicación de contabilidad.

Problemas de “propiedad”
Este mismo servicio de entrada de órdenes podría ser utilizado por el personal fijo del servicio de clientes residente en la empresa, así como por los empleados móviles, además de por el personal encargado del cobro de cuentas para validar los datos, los socios comerciales (los encargados de efectuar las entregas, por ejemplo) a fin de crear sus propias facturas, y el personal de pagos del cliente para verificar los débitos.
No cabe duda de que la propiedad compartida de un sistema de este tipo causa algunos problemas. ¿Cómo se codificarán los datos para que los sistemas de cualquier agente de la cadena pueda comprenderlos fácilmente? ¿Cómo garantizar la identidad y el rol de las personas que intervienen si la localización deja de ser un factor determinante?
Hay otras muchas cuestiones en el aire, pero, aún así, el modelo de empresa extendida aporta evidentes ventajas. Compartir un ecosistema resulta más eficiente que cada agente de la cadena tenga que valerse por sí mismo. Y para resolver los inconvenientes que conlleva compartir datos, hardware y software la industria trabaja, desde diversos frentes (cierto que a veces antagónicos, al menos

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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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