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Hacia la TV Digital Interactiva (2)

En esta segunda entrega de la serie sobre la TV Digital Interactiva que se comenzó a publicar en el número anterior, se aborda el estándar MHP (Multimedia Home Platform). La nueva norma podría ser capaz de modificar la estructura vertical que este mercado ha adoptado, y modelar nuevas reglas de negocio de las que todos saldrán beneficiados.

MHP es una plataforma que trata de estandarizar las aplicaciones interactivas, permitiendo una elevada portabilidad e interoperatividad entre descodificadores y plataformas. Sus aportaciones se basan en la experiencia tecnológica acumulada en el campo de la Televisión Digital durante los últimos años, y en ningún caso, la base de su funcionamiento se basa en principios ocultos. MHP es una verdadera revolución.
En 1997 nació DVB-MHP, una actividad lanzada por el Proyecto DVB (Digital Video Broadcasting) con el objetivo de estandarizar los elementos que conforman una plataforma en el hogar, clave para el éxito de las aplicaciones multimedia. Y aunque inicialmente esta plataforma fue pensada para todo tipo de aplicaciones multimedia, rápidamente se produjo una evolución lógica en el proceso de estandarización que provocó que el principal foco de atención se centrase en las aplicaciones interactivas para los sistemas de Televisión Digital.
En febrero de 2000, en el vigésimo octavo encuentro del DVB-Steering Board se presenta la primera especificación del estándar, MHP 1.0. Este grupo asume la responsabilidad de tomar las decisiones finales sobre todos los problemas referentes a la norma, y participa en las discusiones con los poseedores de las tecnologías clave relacionadas con la plataforma. Poco más tarde, en el mes de junio del mismo año, esta especificación es adoptada por el ETSI (European Telecommunications Standars Institute) con la referencia TS 101 182. Sin embargo, el esfuerzo de estandarización no se detuvo, y continuó evolucionando a través de los diversos profiles que DVB-MHP define, y como resultado, en noviembre de 2001 la ETSI publica la especificación DVB-MHP, con la referencia TS 102 812, que corresponde a lo que se ha denominado MHP 1.1 y que cubre todos las áreas indicadas en el estándar.
Pero, ¿qué es lo que define este estándar para convertirse en clave del éxito de las aplicaciones multimedia en el hogar? ¿Acaso no existían ya otras plataformas en el mercado? La tecnología que hay detrás de un sistema de Televisión Digital, junto con la distinta naturaleza de los actores y subsistemas que intervienen en todo el proceso, hace que actualmente el nivel de complejidad de estos sistemas sea todavía elevado. Por ello, en 1993, surge el Proyecto DVB a partir de la firma de un acuerdo entre organizaciones europeas relacionadas con la televisión a través del cual se comprometían a trabajar juntos en la creación de un estándar para la difusión de datos digitales. Con este afán, los componentes del Proyecto DVB comienzan a definir y estandarizar los diversos procesos implicados: satélite, cable y terrestre.

El cambio ha llegado
La falta de normalización ha provocado que cada proveedor desarrolle su plataforma de servicios interactivos de forma independiente, cumpliendo con las normas existentes, pero implementando de un modo propietario las API que luego utilizarán los proveedores de servicios interactivos (y obviando por supuesto los problemas derivados del uso de distintos medios de transmisión).
Ante esta situación nace el trabajo realizado por DVB – MHP, que se puede interpretar desde un punto de vista global, como un intento de estandarización de las API que van a utilizar los proveedores de aplicaciones interactivas en sus desarrollos. La clave del éxito reside en conseguir un aislamiento de estas aplicaciones respecto de los recursos de los descodificadores. Si, además, la API utilizada para desarrollar las aplicaciones se adopta por todos los implicados, estas aplicaciones serían compatibles con cualquier plataforma del mercado. El resultado de este esfuerzo de estandarización sería la obtención de una plataforma digital, compatible DVB, que presenta una API de programación unificada y con la que la que las aplicaciones serían intercambiables. Es lo que se conoce como aplicaciones interoperativas, es decir, basadas en MHP y capaces de ser ejecutadas en la plataforma de cualquier operador.
Este hecho tiene unas implicaciones enormes. En primer lugar, además de la disminución de los costes de desarrollo de los proveedores de servicios interactivos, se conseguiría ofrecer una gran movilidad a los usuarios finales, que libremente podrían acudir a un punto de venta a seleccionar un descodificador digital, en función de sus preferencias. Con este descodificador único, los usuarios podrían abonarse a cualquiera de las ofertas existentes en el mercado, y en el caso de querer estar abonado a otro operador no necesitarían disponer de una pila de descodificadores en su hogar. En definitiva, el mercado adquiere una estructura horizontal. Aunque bien es cierto, que esta nueva estructura se deberá enfrentar a los diferentes medios de transmisión existentes, a los distintos sistemas de acceso condicional etc. La situación deberá evolucionar, y quizás acabe en un punto, en el que se disponga de una fuente común de contenidos (de todos los contenidos) que podrá ser recibida en la ciudad a través de cable, en el campo a través del satélite, y cuando uno se va de camping y playa, a través de la televisión terrestre.
Además, como consecuencia a largo plazo, esta nueva estructura horizontal, puede provocar grandes cambios en el flujo de relaciones que se establecen en el modelo de negocio de la TV Digital, en el que el operador es el cliente de los proveedores de los equipos de cabecera e infraestructura, de los proveedores de la plataforma de servicios interactivos y de los proveedores de aplicaciones interactivas, lo que produce una gran concentración de las inversiones y de la toma de decisiones en un mismo punto.

Mercado horizontal
La estructura horizontal que adoptaría el mercado con MHP, y la interoperabilidad conferida a los servicios interactivos, provocaría que éstos pudiesen ser desarrollados independientemente del operador que los va a emitir, favoreciendo que organizaciones ajenas deseasen disponer de un servicio interactivo en un canal de televisión. Una compañía de comida rápida a domicilio podría decidir que desea disponer de una aplicación de venta en la televisión durante la emisión de un programa determinado. En lugar de acudir a un operador, esta compañía, acudiría a una central de medios o a los proveedores de servicios interactivos, que desarrollarían la aplicación según los gustos y preferencias de su cliente. Cuando la aplicación hubiese sido terminada, se acudiría a cualquiera de los operadores que ofrecen servicio, y pactaría un coste por el ancho de banda ocupado por la aplicación. Finalmente la aplicación sería emitida en los horarios pactados.
Este nuevo flujo de relaciones ofrece claras ventajas para el impulso y la penetración en el mercado de la Televisión Digital, que finalmente acabarían beneficiando a todos. En primer lugar, el motor de aplicaciones interactivas, y en definitiva, el impulsor económico de estos desarrollos sería cualquier entidad que desease poner en emisión una aplicación, sin estar condicionada por las decisiones y circunstancias particulares d

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