¿Hacia dónde van los fabricantes?

Compras, fusiones y reestructuraciones

Megafusiones, compras, desinversiones, deslocalización, externalización de la producción, lanzamiento de productos a precios irrisorios, recortes brutales de plantilla, cambios directivos… Los proveedores siempre han estado en permanente transformación, pero ahora los cambios son tan numerosos, tan radicales y simultáneos que la situación no tiene precedentes. Es una reconversión industrial en toda regla. Porque los retos también son inmensos. Los operadores se han hecho mayores a golpe de fusiones. Y también son más exigentes. Todo ello en un entorno que cambia minuto a minuto. Cuando no es la amenaza de la Voz IP, son las oportunidades de los colosales mercados emergentes como China y la India, o la presión de sus fabricantes. No es una reconversión industrial más. Es sin lugar a dudas la de mayor dimensión de toda su historia. Tan enorme como incierto su destino. ¿Hacia dónde van los proveedores?

Cuando Serge Tchuruk y Patricia F. Russo, máximos responsables de Alcatel y Lucent, respectivamente, anunciaron oficialmente la fusión de sus dos compañías, a comienzos de abril, la noticia no sorprendió al mercado. Ya se venía especulando con ella desde semanas atrás. E incluso, si se apura, desde años antes. De hecho, los dos fabricantes ya mantuvieron negociaciones en 2001 encaminadas a su matrimonio, que descarrilaron en el último momento por problemas mal entendidos de proteccionismo económico entre Francia y Estados Unidos, la respectiva cuna de las dos empresas.
No son pocos los que, ya a comienzos de abril, vieron en ese nuevo intento de enlace de Alcatel y Lucent –que tal como parece, es el definitivo–, el punto sin retorno hacia un proceso de consolidación imparable en la industria de los fabricantes. Y los que pensaban así se sorprendieron porque ese proceso de consolidación, que esperaban para la vuelta del verano como muy pronto, llegó apenas pasadas unas semanas. El día 19 de junio, el grupo finlandés Nokia y el alemán Siemens anunciaban la fusión de sus negocios de redes para dar lugar al tercer fabricante del mundo, con unas ventas de 15.800 millones de euros, sólo por detrás en su segmento de Alcatel/Lucent (17.200 millones de euros) y el gigante sueco Ericsson (16.200 millones). Quizás, Nokia ya venía preparándose para dar un paso así. La operación ha sido la primera gran decisión que ha tomado el recién estrenado Olli-Pekka Kallasvuo, que sustituyó al mítico Jorma Olilla como primer ejecutivo de la empresa a lo largo del primer semestre del año.
A simple vista, la fusión de proveedores parece una respuesta lógica, y en idénticos términos, a la cadena de fusiones que se ha producido entre los operadores, sus principales clientes. Sólo en Estados Unidos se han cerrado en los últimos dos años operaciones de fusión entre operadores valoradas en 200.000 millones de dólares (Verizon con MCI, SBC con BellSouth primero, y después éstas con AT&T, etc.).
En los procesos de megafusiones, de hecho, las empresas muchas veces actúan por inercia. No tanto ya por la lógica del negocio y las economías de escala, sino porque, una vez que “la moda” está en marcha, y el vecino se ha subido al nuevo tren, se eliminan todos los reparos para que otros sigan la ola. La fusión de Nokia y Siemens posiblemente no se hubiera producido si no se hubiera engendrado la de Alcatel y Lucent. Y éstas, a su vez, no se hubieran dado si no se hubieran fusionado los operadores de telecomunicaciones. Pero es más: si Nokia y Siemens no se hubieran unido, y Alcatel y Lucent tampoco, el mercado ahora no estaría especulando con quiénes serán los próximos: ¿Motorola y Nortel? ¿Nortel y Ericsson? Depende de las quinielas. Tampoco se estaría siguiendo todos y cada uno de los movimientos que hace Cisco, dando por hecho que no permanecerá impasible ante tal aluvión de matrimonios.

Otra vuelta de tuerca
Pero por mucho que las modas importen, bajo la fusión de Alcatel y Lucen primero, y de la de Nokia y Siemens después (y debajo de todas las que puedan venir a continuación, que seguro que habrá más), se respira algo más que una mera y repentina suma de fuerzas empresariales para conseguir sinergias, economías de escala o más poder de negociación frente a suministradores y frente a clientes.
En la industria de los proveedores, históricamente siempre ha habido fusiones encaminadas a conseguir esos efectos. La propia Alcatel, en su configuración actual, es fruto de décadas de sumas y restas empresariales. Basta un recorrido a la historia de su nombre para darse cuenta de lo mucho que se ha quitado y se ha puesto en esta empresa (primero se llamaba CGE, después fue Alcatel Alsthom, y luego sólo Alcatel). Otros rivales también se han ido forjando a golpe de adquisiciones desde hace años, aunque esas operaciones ya queden muy lejos en la memoria. Ahí está Motorola, que en 1999 tiró de talonario para hacerse con General Instruments, o Cisco, con la compra de Stratacom en 1995, por ejemplo.
Más recientemente, Cisco invirtió más de 10.000 millones de dólares para posicionarse en el segmento de la transmisión de vídeo, al hacerse con grupos como Scientific Atlanta y SyPixx Networks. Ericsson, por su parte, desembolsó no hace mucho 2.200 millones de dólares por los activos de Marconi. Y ésta, a su vez, fue una empresa que en su día fue comprada por British Aerospace y vendida por General Electric. La propia Nokia se gastó 400 millones de dólares en la compra de Intellsic. E incluso el grupo Lucent también estuvo muy activo durante todo el último año en el mercado, hasta tal punto que cuando acudió a su fusión con Alcatel, previamente había adquirido al fabricante de routers Riverstone Networks, en un intento desesperado por plantar cara a Cisco a solas. No sólo ha habido compras.
También reorganizaciones. Quizás el caso más significativo en estos momentos sea el de Siemens, que en 2005 traspasó el área de fabricación de terminales móviles al grupo asiático BenQ. Además, tras la fusión de una parte de su negocio con Nokia, sigue buscando alternativas para desprenderse de otros activos, fundamentalmente las redes corporativas.
Estos ejemplos ponen de manifiesto que las fusiones, adquisiciones o desinversiones entre proveedores no son nuevas. Lo que marca la diferencia con el proceso desencadenado por la fusión de Alcatel y Lucent es que ahora ya no se trata de compras puntuales realizadas por los más grandes para posicionarse en un nicho de mercado concreto y así ampliar horizontes poco a poco. Ahora son los megagrupos los que se comen unos a otros. Eso sí, bajo la siempre discutible fórmula de fusión entre iguales. Debajo de este banquete, lo que trasluce no es más que un replanteamiento total de sus esquemas de negocio.

Huida hacia adelante
La gran pregunta es hacia dónde van. ¿Qué viene después de la comilona? Para muchos, las megafusiones entre proveedores no son más que una huida hacia adelante. Lo difícil es saber en qué dirección. Bajo esta perspectiva, las fusiones de Lucent/Alcatel y Nokia/Siemens son una reacción radical a la gran metamorfosis que ha ido experimentando la industria de los proveedores en los últimos años. En especial en los dos últimos ejercicios, cuando se han acumulado una serie de retos qu

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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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