El software del futuro

Las aplicaciones tradicionales han muerto; larga vida al software como servicio. Las aplicaciones de empresa convencionales, demasiado caras, inflexibles y monolíticas, no se adaptan al mundo “webificado”, siempre conectado, on-demand y en tiempo real de hoy. Pero ¿qué está ocupando su lugar? En este análisis tratamos de acercarnos a los nuevos modos en que las aplicaciones serán escritas, suministradas, desplegadas y gestionadas. La red será fundamental.

Como los zombis, las aplicaciones de empresa tal como hoy las conocemos todavía deambulan por los entornos TI corporativos, pero no hay dejarse engañar: están muertas. En el clima actual de constantes cambios, las grandes aplicaciones monolíticas –una para todo tipo de circunstancias– no ayudan a las empresas a hacer negocio de un modo efectivo. Y una nueva generación de software, mucho más flexible en cuanto a arquitectura, costes y formas de uso, va ocupando su espacio. Adentrarnos en este software del futuro que ahora apunta es el objetivo de este análisis, en el que han colaborado con IDG cuatro destacados expertos y analistas.


SOA
Los nuevos retos del negocio
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La rigidez de las aplicaciones actuales impide a las organizaciones adaptarse a los nuevos retos del negocio. Surge así el concepto de arquitectura orientada a servicios (SOA).

La complejidad y rigidez de los sistemas tradicionales no favorecen el alineamiento de las TI y el negocio, una exigencia ineludible de la empresa de hoy. Los entornos TI están empantanados en sistemas y procesos del siglo XX que se han vuelto demasiado molestos e ineficientes para dar respuesta a las demandas impuestas por los entornos de negocio del siglo XXI. En muchas organizaciones, sólo las tareas de mantenimiento representan el 80% del presupuesto total de TI. Todo esto no es ninguna novedad para los profesionales, que llevan años sufriendo las consecuencias de la escasa o nula automatización de los procesos de negocio críticos. Pero ahora pueden empezar a sacar partido de SOA, creando aplicaciones formadas por componentes de software modulares interconectados mediante estándares de servicios Web abiertos y bien definidos.
Al igual que las empresas evolucionaron de los mainframes a los modelos cliente-servidor, las TI deben pasar de las aplicaciones monolíticas a una matriz de servicios Web estrechamente relacionados que haga posible la composición y recomposición de los procesos de negocio. Por ejemplo, el chequeo de cuentas es una función común en las aplicaciones de banca. En una arquitectura tradicional, cada nueva aplicación de este tipo podría incluir código para realizar tal función. En un entorno SOA, sin embargo, esa funcionalidad podría existir como un servicio Web, disponible para cualquier aplicación que la requiera.
El mayor beneficio de SOA es la flexibilidad. Una SOA permite a la empresa adaptar rápidamente su infraestructura a los cambios que se produzcan en el entorno de negocio, puesto que la mayoría de los procesos básicos ya están disponibles como servicios Web. Y las nuevas funcionalidades pueden ser desplegadas como servicios Web para unirse a otros procesos necesarios. En definitiva, los negocios pueden adaptarse y prosperar.
Aunque el valor e inevitabilidad de construir SOA son generalmente reconocidos por los profesionales de TI, no todas las organizaciones logran cambiar con éxito el enfoque de diseño del software. Casi todos comprenden la importancia de la disponibilidad de una arquitectura de servicios para conseguir ahorros de costes y más agilidad. Pero estamos en la parte de la curva de adopción donde cada uno parece seguir su propio camino, entre muchas dudas y con metodologías dispares. En una reciente mesa redonda sobre SOA y los servicios Web, después de que cuatro profesionales de TI detallaran los intríngulis tecnológicos de las nuevas arquitecturas, el comentario realizado por el directivo de marketing que completaba el panel, confesando no estar seguro de haber comprendido ni siquiera parte de lo expuesto, pero reconociendo que debía de ser muy importante, fue interrumpido por los aplausos de los allí asistentes.
Pero no hay que engañarse: SOA es algo más que otra tendencia TI sobrevalorada por los medios y la industria. Las empresas que ya la han desplegada adecuadamente están consiguiendo enormes ganancias en ahorros de costes y flexibilidad de infraestructura. Sin embargo, hay que reconocer que demasiados departamentos de TI se lanzan a la creación de servicios Web con la mentalidad del pasado. Estas organizaciones deben eliminar los silos de desarrollo, pues los servicios Web son por naturaleza interdependientes, capaces de conectarse con componentes de middleware, sistemas heredados, aplicaciones de e-business y otros activos de software del entorno TI. Y a menos que los equipos de desarrollo se comuniquen y colaboren estrechamente, una SOA acabará incrementando los costes y la complejidad.
Las empresas deben asegurarse, además, de que el desarrollo de servicios Web se adhiere a la arquitectura proyectada. No centrarse en este punto provoca una arquitectura más inutilizada que integrada, que duerme en documentos Word o PowerPoint inertes raramente revisados. Los líderes del proyecto deben establecer prácticas de gobierno y sistemas que garanticen el seguimiento de la arquitectura, la adhesión a los estándares y la adecuación de los servicios Web a la SOA. Finalmente, también es crítico crear un registro o repositorio central que descubra, identifique y mapee servicios y sus relaciones para su reutilización. Sin tal repositorio, los servicios Web y las aplicaciones serán desarrolladas aisladas y no alineadas con la arquitectura.
La aplicación convencional está muerta, y la infraestructura TI monolítica de ayer está siendo deconstruida en una matriz dinámica de servicios interrelacionados. La transición a SOA no será fácil; debemos aprender nuevas formas de crear y gestionar el nuevo software. Pero el resultado será una empresa ágil adaptada al modelo on-demand.

Charles Stack, CEO de Flashline


Software on-demand
Hacia la consolidación de ofertas
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Los actuales entornos de negocio son cada vez más distribuidos. Hoy se requiere un espacio de trabajo disperso, donde oficinas, trabajadores, socios y clientes se reparten por todo el mundo.

Hasta ahora, la mayoría de los negocios se dirigían desde una oficina física. Sin embargo, la actividad de las empresas tiende rápidamente a desenvolverse en un entorno más “atomizado” y distribuido a lo largo de comunidades globales de trabajadores estrechamente relacionadas. Y a media que se expande esta tendencia, más negocios se llevarán a cabo en la red fuera de los confines del cortafuegos corporativo, de forma instantánea y desde cualquier lugar. Para seguir el ritmo de esta evolución del espacio de trabajo, los fabricantes de software tendrán que moverse con agilidad y estar preparados para adoptar nuevas formas de aportar valor a sus clientes.
Durante 2005, muchos expertos de la industria aventuraron la dirección que el software tomaría en los próximos años, coincidiendo buena parte de ellos en la disponibilidad del software on-demand y la muerte del modelo de entrega cliente-servidor convencional. Sin embargo, el futuro del mercado de software no dependerá sólo del modo en que el software será suministrado y so

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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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