El difícil camino hacia la competencia

El año 1998 marca el principio de la liberalización de las telecomunicaciones en España, una fecha esperanzadora que el año siguiente (1999) se traduciría en el comienzo de una competencia generalizada, favoreciéndose la implantación de nuevos precios y servicios y la aparición de nuevas redes de telecomunicaciones.
En este momento, se inició en nuestro país un proceso de creciente competencia en todos los ámbitos de actuación, desde las telecomunicaciones fijas y de cable a las móviles, desde el mundo de Internet hasta los servicios de nuevas tecnologías de radio o bucle inalámbrico. Por primera vez en la historia de las telecomunicaciones desde la década de los años veinte, los usuarios españoles tenían a su disposición distintas compañías y servicios sobre los que elegir, y los resultados de este proceso son, sencillamente, espectaculares.
Así, en los últimos tres años (1998-2000), y según los datos del último Informe Anual de la CMT, el tamaño del mercado en España pasó de 2,4 billones de pesetas a 4,1 billones de pesetas, aumentando el sector su participación en el PIB del 3,5% al 4,1%. En paralelo, este esfuerzo de creación de mercado ha sido posible gracias a un enorme aumento de la actividad inversora, que pasó de 762 mil millones de pesetas en 1998 a 1,7 billones el pasado año.
A su vez, esta evolución del sector se ha traducido en una mejora directa de las posibilidades de consumo por parte de los usuarios. Hemos asistido a un importantísimo aumento del tráfico, tanto en telefonía fija como móvil, y, además, a una reducción generalizada de los precios: así, la facturación media por minuto, que representa el coste para el usuario, ha caído un 36% en telefonía fija y un 40% en telefonía móvil.
Los datos anteriores no son sino ejemplos de lo que la competencia ha representado para el sector de las telecomunicaciones. Existen múltiples datos más que podrían utilizarse, pero todos ellos refuerzan la tesis de que la entrada de la competencia y, muy especialmente, la actividad de los nuevos operadores, es la fuerza que ha generado todos estos cambios. Además, lo relevante es que no sólo este esfuerzo se ha representado en menores precios o mayor inversión (hay que destacar que el pasado año de cada tres pesetas invertidas en el sector dos fueron resultado de la actividad de los nuevos operadores), sino también en la introducción de nuevos servicios o tecnologías que, de haber pervivido el monopolio, difícilmente habrían alcanzado la importancia que ahora tienen.
Fenómenos como la aparición del acceso gratuito a Internet, la tarifa plana, el prepago en telefonía móvil, los paquetes integrados de voz y televisión, el acceso a Internet de banda ancha vía cable o tecnología radio,…, son el resultado directo de esta acción de los nuevos operadores. En definitiva, la competencia está haciendo aquello que esperaban los autores del proceso de liberalización: aportar toda su fuerza creativa, su capacidad de innovación y su esfuerzo inversor a la tarea de crear un nuevo mercado y nuevos servicios, con elun único objetivo deposible: satisfacer una demanda que, hasta el año 1998, se veía en múltiples ocasiones insatisfecha y sin opciones alternativas.

REGULACION Y BARRERAS
En este sentido, ASTEL, como asociación representativa de los nuevos operadores, con 37 miembros en la actualidad, ha sido y continúa siendo un actor destacado en este proceso de liberalización. La Asociación, entre cuyos objetivos fundacionales figura la defensa y promoción de la libre competencia en el mercado, ha participado y participa activamente en todos los debates en torno a la evolución del sector, contando para ello con un activo inigualable e inexistente en otros ámbitos: el compromiso claro de todos sus miembros en defensa de la competencia.
Ahora bien, debemos ser conscientes de que los buenos resultados que hemos visto hasta ahora podrían no mantenerse en el futuro si la actual situación del sector se mantiene. En efecto, no debemos olvidar que el sector de las telecomunicaciones es, sin duda alguna, uno de los tres sectores económicos más regulados en su actividad, y donde los desequilibrios entre los distintos agentes son más importantes. Tales desequilibrios no derivan más que de la propia historia económica, que confirió el carácter de monopolio a un operador, y de ahí que la regulación actual del sector deba ser muy activa para evitar un abuso de tal posición, que pondría a riesgo los logros conseguidos por la competencia. Este principio, sancionado en la normativa nacional y comunitaria como “regulación asimétrica” es fundamental, precisamente, para garantizar la simetría y la igualdad de oportunidades.
Pues bien, la experiencia reciente demuestra que la efectiva apertura a la competencia sólo ha sido posible superando continuas barreras que, sin duda, han hecho que los resultados del proceso se hayan demorado y, lo que es más relevante, que de continuar pueden poner a riesgo lo desarrollado hasta ahora.
Situaciones como las políticas seguidas sobre tarifas, descuentos y precios de interconexión del operador dominante, que han deteriorado la situación del modelo de negocio de numerosos operadores, especialmente de acceso indirecto; los problemas encontrados en el despliegue de redes y en su interconexión; las trabas al desarrollo de la preselección y del acceso al bucle del abonado o el notabilísimo incremento de la tasa de uso del espectro por parte de los operadores de móviles y de acceso radio han sido, y son, objeto de preocupación para los operadores entrantes. Para no hacer demasiado larga esta reflexión me ocuparé más ampliamente de dos de ellos: la política de descuentos y el bucle del abonado.

POLiTICA DE DESCUENTOS
Desde ASTELstel hemos defendido siempre la necesidad de trasladar a los ciudadanos las reducciones de precios de una forma generalizada, ya que es la única manera de garantizar la competencia. Una reducción selectiva de precios, mediante bBonos o descuentos, por parte del operador dominante, en aquellos segmentos de mercado que intentan abrirse a la competencia o en los que se intenta ampliar la competencia, en la práctica puede acabar anulando cualquier actuación de los operadores alternativos. Desde ASTELAstel, por tanto, apostamos por una política estricta de precios máximos, que reequilibra las tarifas y produce disminuciones generalizadas de precios que alcanzan a todos los usuarios.
La CMT ha sido la destinataria de nuestras posiciones relativas a los efectos anticompetitivos de los descuentos del operador dominante, en especial los conocidos como País 30, Europa 15 y los bonos metropolitanos, los cuales están provocando un pinzamiento de precios en relación con los precios de interconexión. Solicitamos que se realice un control previo al lanzamiento de tales bonos.

A VUELTAS CON EL BUCLE DE ABONADO
El presente año está siendo extremadamente difícil para lograr la competencia efectiva en el proceso de apertura del bucle del abonado. La actitud del operador dominante -con el que resulta más que imposible lograr acuerdos razonables en negociaciones bilaterales-, nos ha obligado como Asociación a solicitar que la CMT apruebe dos medidas cautelares contra Telefónica, una para que reduzca los precios de coubicación en las centrales del operad

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