¿Dónde está VOIP?

Como sucede casi siempre, al bombardeo marketiniano y mediático sobre una nueva tecnología suele seguirle –cuando las aguas vuelven a su cauce– un largo silencio. No es de extrañar que muchos usuarios se estén preguntando dónde está hoy la voz sobre IP (VoIP): ¿es real?, ¿está siendo instalada?, ¿está dando todo lo que prometió? Y parece que, a la vista de las iniciativas en marcha, la cosa va, despacio, pero va. Al menos en Estados Unidos, como casi siempre, incluso ahora. Sirva de ejemplo, la última reunión anual de la National Association of State Telecommunications Directors (NASTD), que recomen- daba valorar esta tecnología a sus miembros.
Los máximos responsables de las redes administrativas estatales de USA, que cada una de ellos soportan cientos de instalaciones gubernamentales, debatieron sobre los problemas a los que se enfrentan sus infraestructuras actualmente, y las redes convergentes fue uno de los principales. La mayor parte de los miembros de NASTD mostraron interés por la convergencia de voz y datos como medio de mejorar sus redes y ahorrar dinero. Muchos ya han iniciado el camino, pero no sin inconvenientes.
Algunos de los asuntos clave tratados giraron sobre si el equipamiento estaba lo suficiente maduro para soportar los servicios y a cerca de la fiabilidad y la calidad de la voz IP. También se debatió sobre la necesidad de adoptar esta tecnología para satisfa- cer las demandas de los usuarios. Una cuestión que preocupó a más de uno era la necesidad de que VoIP cumpla con el nivel de disponibilidad de los cinco nueves (99,999%), hoy día el estándar de las redes telefónicas. Tres nueves puede no ser bastante.
El ahorro potencial de costes puede animar a los responsables de redes a considerar la convergencia, pero deben ser cautos sobre su rendimiento real en redes de producción: ¿quién pone el cascabel al gato? Ser pionero e ir solucionando luego los problemas según se van planteando puede ser una medida emprendedora, pero quizá también temeraria.
Con todo, no faltan los atrevidos en la Administración estadounidense. El grupo Enterprise Network Services del estado de Connecticut, por ejemplo, reemplazó su sistema de telefonía tradicional por voz IP aprovechando el cambio oficinas, y la experiencia parece positiva. Según su responsable, se ahorró dinero en cableado al unificar en uno solo el de datos y el de voz, y se ganó en movilidad de los empleados, que ahora se pueden desplazar por toda la oficina y seguir recibiendo llamadas: sólo hay que conectar el teléfono IP en el nuevo puesto y esperar que las direcciones IP lo localicen.
Aunque muchos miembros de NASTD se han centrado en IP como el protocolo común para sus redes, lo cierto es que el tráfico de este tipo puede viajar sobre distintas tecnologías de transporte, como ATM o Sonet/SDH. La clave está en el rendimiento, no en el transporte subyacente, y algunos estados acabarán adoptando la que se incluya en la mejor oferta que le presenten los fabricantes y suministradores.
El caso de Nueva York es ciertamente innovador. El estado neoyorquino está cambiando su troncal ATM sobre Sonet a Gigabit Ethernet, más facil de gestionar según sus promotores. Las preocupaciones sobre la provisión de circuitos virtuales permanentes con suficiente ancho de anda desaparecerá –dicen- si todo es Ethernet de extremo a extremo.
Y también los hubo escépticos. Un miembro de NASTD aseguró que disponer de redes de voz y de datos por separado no presenta, digan lo que digan, ni problemas de coste ni de rendimiento. Entonces ¿por qué, para qué cambiar?

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Fernando Rubio Román, CTO de Microsoft España. TECNOLOGÍA
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