Mañana se espera la dimisión voluntaria de Villalonga

Lo más predecible tras la reunión del último Consejo de Administración antes de las vacaciones, previsto para mañana miércoles, 26 de julio, es que se produzca la dimisión de Juan Villalonga, Presidente de Telefónica por las continuas presiones que está recibiendo.


La crónica de esta muerte anunciada comenzaba cuando la Comisión del Mercado de las Valores (CNMV) emprendió las investigaciones por la presunta utilización de información privilegiada por parte del Villalonga en 1998, cuando ya ejercía como Presidente de la entidad. Aunque la CNMV no ha resuelto aún el expediente sancionador, las crecientes presiones sobre su persona están impulsando la posible marcha de Villalonga.

Si bien el pasado viernes fuentes de la compañía desmentían los rumores acerca de las negociaciones que estaba llevando a cabo su presidente para salir de la empresa. Si finalmente su salida se produce, Villalonga, de 47 años, dejaría atrás 4 intensos años como cabeza visible de la entidad, donde ha contribuido a la expansión del grupo telefónico que ha logrado situar entre las diez principales operadoras de telecomunicaciones mundiales. Aunque no todo ha sido esplendor durante su reinado. El plan de opciones de acciones que este ejecutivo lanzó hizo correr ríos de tinta. Tampoco se olvida el fallido proyecto de fusión de Telefónica con la holandesa KPN en el mes de mayo.

Para la salida de Villalonga, los principales accionistas de la entidad (de entre BBVA y La Caixa), se han comprometido a no acometer investigaciones internas a instancia propia, aunque manifestaron no oponer resistencia al mandato de un juez o a las peticiones de la CNMV. En cuanto a la indemnización que recibiría el actual Presidente de Telefónica por abandonar la entidad, ésta ha sido cifrada en 4.500 millones de pesetas. Su contrato blindado contempla una cláusula por la que recibiría ante un despido improcedente, el equivalente al sueldo de siete años de trabajo (3.710 millones de pesetas), a lo que habría que sumar la liquidación anticipada de las opciones sobre acciones que le corresponden del programa Top (alrededor de 820 millones de pesetas); cláusula que aunque no refleje la situación, sería de aplicación en este caso.

Y ante él se abre un futuro prometedor, posiblemente al otro lado del Atlántico, pues se especula acerca del fichaje de este personaje por parte de alguna importante empresa norteamericana. Futuro que se verá empañado por el fallecimiento de su madre, Pilar Navarro, en el día de ayer, tras una larga enfermedad.
Pero lo que no está nada claro es la figura del sucesor que deberá reemplazar a Juan Villalonga.

Según declaraciones realizadas a la agencia de noticias Reuters, “es difícil predecir quién lo reemplazará, pero podría ser una persona que lleve más de tres años en el consejo o que se modifiquen los estatutos para nombrar a una persona ajena al mismo”. Así, las apuestas sitúan al actual presidente del grupo tabaquero hispano-francés Altadis, César Alierta, como el candidato idóneo. Alierta cumple con los estatutos al ejercer desde hace tres años la condición de consejero de la compañía y además dispone de buenas relaciones políticas.
Anteriormente se habían barajado los nombres del ex ministro de Defensa, Eduardo Serra, el del copresidente del BBVA, Francisco Gonzáles; o el del Jaime Castellanos, presidente del grupo editorial Recoletos.

De producirse la salida de Villalonga, sería necesario encontrar a una persona que contara con su perfil y talante para que el buque insignia de la Bolsa española vuelva a navegar con rumbo certero, y romper con la tendencia a la baja que viene experimentando durante tres jornadas consecutivas, al carecer el mercado de una valoración acerca de su sucesor.

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