Los responsables de TI desconfían de la eficiencia de las nuevas aplicaciones

Un estudio realizado por Compuware, entre los directores de TI de más de 150 empresas europeas, muestra la desconfianza a que las aplicaciones funciones completamente cuando son puestas en marcha y que esto repercute en el negocio directamente.

Según el estudio realizado por Compuware, un 52% de los responsables de TI de Europa cree que las probabilidades de que una aplicación tenga fallos tras su puesta en marcha es de un 50%. Esta falta de confianza podría deberse a que un 56% dice carecer de cualquier tipo de metodología formal de gestión del rendimiento en sus organizaciones y un 33% declaran ser ineficientes a la hora de subsanar defectos de rendimiento.
El estudio continúa dando a conocer los problemas que presentan estas situaciones. El 54% de los directivos encuestados reconoce encontrar problemas de rendimiento inesperados, como mínimo en una de cada cinco aplicaciones que se ponen en marcha, es decir, en un 20% o más. Como consecuencias negativas de esta falta de metodología, la más común, declarada por las empresas, es la ralentización de la disponibilidad de las aplicaciones. Esto ocurre en el 66% de las empresas.
Otra consecuencia, a la hora de poner las aplicaciones en producción, en un 60% de los casos es el no cumplimiento de los estándares de rendimiento acordados en los contratos de nivel de servicio. En un 49% de los casos significa que se sobrepasan los presupuestos, en un 39% malas experiencias por parte de los usuarios finales y en un 29% se declaran efectos negativos en los sistemas y servicios ya existentes.
Según el estudio de Compuware, un dato muy significativo es el efecto de la falta de rendimiento en el propio negocio de las empresas. Por ejemplo, cuando el rendimiento está comprometido hay una perdida clara de productividad por empleado, al menos eso reflejan un 60% de los encuestados. Según un 78% la satisfacción de los clientes se ve afectada y un 22% declara que la consecuencia es reducción del volumen de facturación.
Pero éstas no son las únicas consecuencias económicas para las empresas, ya que un 56% de los encuestados afirma que cuando emerge un empobrecimiento del rendimiento de las nuevas aplicaciones, el nivel de servicio de las ya existentes también se ve afectado y, por lo tanto, los procesos de negocio se ven impactados negativamente. Un 44% declara también que estos fallos suponen gastos no previstos en nuevo hardware.
Sólo un 29% de las organizaciones implican por entero al departamento de TI en la gestión del rendimiento, reconociendo así el papel y relevancia que cada una de las diferentes fases (producción, desarrollo y pruebas), juega en este tema. El resto de los encuestados admite asignar sólo a una de estas áreas la responsabilidad, en vez de extenderla a lo largo de todas las áreas.
Un 71% de los encuestados admiten que ellos dependen de las llamadas al servicio de helpdesk por parte de sus usuarios finales para darse cuenta de que alguna aplicación tiene un problema de rendimiento. Esto significa que las empresas no abordan los problemas de rendimiento de manera proactiva, sino que actúan cuando el problema ya ha ocurrido.

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